Después de una larga espera de más de ocho meses, finalmente el Gobierno de Chile informa que el próximo 23 de noviembre abre parcialmente sus fronteras. El anuncio se da a conocer con la última prórroga de la restricción que, por gran parte del año, mantiene condicionada la recuperación del transporte aéreo, del comercio, el turismo y otros sectores de la economía dependientes de la aviación, además de mantener separadas a cientos de personas de sus seres queridos. Hasta ahora, Chile figura junto con Uruguay y Venezuela, como los únicos países en mantener restringidos los ingresos a su territorio para todo tipo de personas.
Según consta en el Diario Oficial nº 42.803 con fecha 12 de noviembre, dispone en su artículo primero del Decreto Supremo Nº102 de 2020, un inciso cuarto, nuevo, que establece “…la apertura del o los lugares habilitados para el tránsito de extranjeros hacia el territorio nacional se ajustará a lo establecido en el artículo cuarto del presente decreto, según corresponda”. En el mismo documento, dispone que “a contar de las 00:00 horas del día 23 de noviembre de 2020, como lugar habilitado para el tránsito de extranjeros hacia el territorio nacional el aeropuerto Arturo Merino Benítez”.
El anuncio del Gobierno de Chile acompaña las últimas declaraciones del Ministerio de Salud que, a través de un medio de prensa, informa las medidas sanitarias adoptadas para el ingreso de personas desde el extranjero, independiente de su nacionalidad y procedencia. Hasta ahora y hasta las 23:59 horas del 22 de noviembre, el país sólo permite el ingreso de ciudadanos chilenos y extranjeros residentes con sus respectivos cónyuges e hijos.
Pendiente de los anuncios sanitarios oficiales, los requisitos de ingreso serían una prueba PCR negativa para COVID-19 con máximo 72 horas antes del ingreso a Chile y una declaración jurada. Además, cada persona deberá instalar una aplicación en su teléfono móvil para reportar su estado de salud, misma que todavía debe ser desarrollada y presentada.
Si bien en varias oportunidades, las autoridades chilenas informan que estaban en estudio de un protocolo, los requisitos de ingresos no varían a los que existen actualmente, ya sea a los establecidos previamente en el país como a otros impuestos en el resto del mundo. Desde mediados de octubre, Chile exige la prueba PCR negativa para COVID-19 realizada 72 horas antes del embarque que deseen evitar la cuarentena obligatoria por 14 días o bien realizar dicho examen en territorio nacional manteniéndose en confinamiento hasta que la persona reciba el resultado. Además, desde el comienzo de la pandemia en marzo, está la obligación de realizar una declaración jurada que se puede obtener de manera digital (a través de la página web www.c19.cl) o presencial al arribo al punto de ingreso al país.
El establecimiento de una fecha de manera oficial permite a las industrias de la aviación y del turismo establecer un cronograma para avanzar en la restauración de los servicios aéreos y la oferta, reduciendo la incertidumbre existente. Para las personas que por distintos motivos decidan ingresar al país, contribuye a planificar mejor su viaje con una anticipación adecuada. El anuncio oficial también evitar errores de interpretación.
Si bien la apertura de fronteras es parcial, sólo a través del aeropuerto de Santiago, favorece el retorno de la mayoría de las líneas aéreas. Actualmente, de las 23 líneas aéreas que operan en Chile hasta marzo, sólo 13 reanudan sus servicios con frecuencias muy reducidas en comparación con los niveles de 2019. La habilitación de otros puntos de ingreso al país como los aeropuertos de Antofagasta, Iquique, Punta Arenas, entre otros, siguen cerrados hasta nuevo aviso.
A fecha de hoy, las compañías que están operando en Chile son Aerolíneas Argentinas, Aerovías DAP, Air France, Amaszonas, American Airlines, British Airways, Copa Airlines, Iberia, JetSMART, KLM, LATAM, SKY y United. Para mediados de diciembre está previsto el regreso de Level (que sería la línea aérea número 14 en retomar operaciones) y un aumento no significativo de las operaciones de Air France, además de eventuales retornos de Air Canada y Delta, pendientes de confirmación.
Las restricciones de movilidad y el cierre de las fronteras limitan la demanda y con ello la posibilidad de incrementar ingresos condicionando la rentabilidad y continuidad de las operaciones. En ese sentido, las líneas aéreas que prestan servicios bajo esas condiciones asumen los riesgos de operar a pérdida, pero con la intención de reunir algo de caja ante la falta de liquidez.
La aviación no es un vehículo de contagio de COVID-19
La seguridad en todos sus ámbitos es la prioridad número uno de la industria aérea. Las organizaciones internacionales de aviación, las líneas aéreas, los aeropuertos y los fabricantes, así como los proveedores de la industria, resaltan con evidencia científica que en la actualidad es posible viajar de manera segura dado que existe una muy reducida probabilidad de contagio, la que disminuye aún más con los protocolos sanitarios establecidos como el uso de mascarillas.
Un estudio de la Universidad de Harvard reconoce que la aviación no es un mecanismo de contagio al indicar que la probabilidad de contagiarse por COVID-19 dentro de un avión es de menos de un 1%. El mínimo riesgo responde a la acción de los filtros HEPA (High Efficiency Particulate Air) que reciclan el aire en cabina y eliminan el 99,995% de gérmenes incluyendo bacterias y virus con partículas del rango de 0,1 a 0,3 micrones. Dado que el SARS-COV-2 es un virus de “gran tamaño” logra ser filtrado por estos equipos. También un estudio del Departamento de Defensa de los Estados Unidos confirma el muy bajo riesgo de contagio.
Por su parte, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) señala que desde el comienzo de la pandemia en enero 2020 a la fecha, sólo reporta 44 casos potenciales entre 1,2 mil millones de pasajeros de todo el mundo. De esos 44 casos, seis corresponden a tripulantes de cabina. Las cifras indican que la probabilidad de contagiarse por COVID-19 es de una cada 27 millones de pasajeros.
Fotografía portada – Simón Blaise