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El Hindenburg, la primera gran aeronave de transporte intercontinental

El 06 de mayo de 1937, ocurre uno de los accidentes más famosos de la historia de la aviación. Antes de posarse en Nueva Jersey, el dirigible LZ-129 Hindenburg se incendia provocando la muerte de 36 de las 97 personas a bordo. La tragedia supone el fin de la era de los dirigibles en vuelos comerciales y un revés para la aviación alemana.

Los dirigibles de la fábrica Luftschiffbau Zeppelin suponen la primera incursión de la industria aérea en los vuelos de larga distancia. Su fama responde no sólo por la majestuosidad de las aeronaves, sino por su capacidad de realizar rutas que hasta la fecha era prácticamente imposible de alcanzar con otras aeronaves, además de llevar a una “gran cantidad” de personas.

Su desarrollo es resultado del progreso conseguido en décadas anteriores. Los dirigibles más famosos son el LZ-129 Hindenburg y su gemelo, el LZ-130 Graf Zeppelin II. Hasta ese momento, son las aeronaves de pasajeros más grandes construidas.

Mientras la incipiente industria aeronáutica del resto de los países construye pequeñas aeronaves, estos dirigibles son el orgullo de la Alemania nazi, el mismo que finaliza de golpe con el accidente de 1937.

El Hindenburg

Tras ser fabricado en 1935, el 04 de marzo de 1936, la Luftschiffbau Zeppelin estrena con gran pompa el LZ-129 Hindenburg con su primer vuelo. Bautizado en honor al Presidente alemán, Paul von Hindenburg, es una aeronave destinada para realizar vuelos intercontinentales. Principalmente, para conectar Alemania con Sudamérica.

A diferencia de otros dirigibles, su diseño es nuevo. Construido con material de duraluminio, sus dimensiones son de 245 metros de largo, 41 metros de diámetro y 16 bolsas (14 de hidrógeno y dos balones de aire) con capacidad para 200.000 metros cúbicos (m3) de gas. Equipado con cuatro motores diésel Daimler-Benz 602 de 1200 caballos de fuerza (890 kW) podía lograr una “impresionante” velocidad de 135 kilómetros por hora.

Las dimensiones del LZ-129 superan en tres veces al largo de un Airbus A380. Sin embargo, su capacidad permite transportar hasta 72 pasajeros (tras un aumento de capacidad realizado en 1937). La tripulación a bordo la conforman 61 personas. Por razones aerodinámicas, la cabina de pasajeros se encuentra dentro del dirigible y no en góndolas, siendo una innovación para la época.

Todo el globo está cubierto con tela de algodón que es barnizada con óxido de hierro y acetato-butirato de celulosa impregnado de polvo de aluminio, elementos que son muy inflamables.

El efecto de un embargo

Inicialmente, la Luftschiffbau Zeppelin pretende llenar las bolsas de aire con helio, pero un embargo del Ejército estadounidense de este elemento obliga a cambiar el diseño para usar hidrógeno. Este último elemento es altamente inflamable y por lo tanto explosivo. Pese a su menor densidad, el empuje del LZ-129 aumenta en un 10%.

La industria alemana tiene experiencia en el uso del hidrógeno, sin registrar ningún accidente con el uso de este gas. Para reforzar la seguridad para el transporte de pasajeros en rutas de larga distancia se trata la envoltura del dirigible para evitar que chispas saltaran al gas. Tal es la confianza que a bordo del Hindenburg se disponía una sala de fumadores.

Los primeros vuelos

El 04 de marzo de 1936, el LZ-129 hace su estreno en el apogeo del III Reich. En 30 de junio de ese año, realiza su primera travesía a través del Atlántico Norte, llegando a los Estados Unidos el 02 de julio. El tiempo de viaje es de 59 horas de ida (Alemania – Estados Unidos) y de 47 de regreso, por el uso de los vientos.

También es utilizado para volar a Sudamérica, región con amplias relaciones comerciales y diplomáticas con Alemania. Así, la red del Hindeburg está conformada por dos rutas Frankfurt – Lakehurst (Estados Unidos) y Frankfurt – Río de Janeiro (Brasil).

De acuerdo con los registros y hasta su desastre en 1937, cruza 17 veces el océano Atlántico. Son 10 vuelos a Lakehurst y siete a Río de Janeiro. En julio bate el récord de cruzar dos veces el océano en cinco días en un tiempo de vuelo de 19 horas y 51 minutos.

Los logros del LZ-129 y de todas las aeronaves Zeppelin hacen que la Alemania nazi se apropie de su imagen como parte de la propaganda de la grandeza del poderío alemán. En ese momento, es cierto, ningún país alcanza una capacidad de transporte de las características que aporta estos dirigibles. El 01 de agosto de 1936, durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de Berlín, el dirigible sobrevoló el estadio olímpico momentos antes de la aparición de Adolf Hitler.

En su primer año de operación, el LZ-129 recorre 308.323 kilómetros y transporta 2.798 pasajeros y 160 toneladas de carga (principalmente, correo).

La tragedia

EL 06 de mayo de 1937, tras un tradicional cruce del Atlántico, el LZ-129 inicia su aproximación a Lakehurst. La formación de una tormenta eléctrica obliga a realizar circuitos de espera hasta que estén las condiciones apropiadas para el atraque.

A las 19:25 horas de ese día, el Hindenburg comienza su aproximación tras una mejora de las condiciones meteorológicas. Tras el despliegue de los amarres se acerca a la torre, cuando aparece el llamado “fuego de San Telmo” o chispas extensas e inermes de electricidad estática por la carga del aire. Dicho factor genera chispa que prende la parte dirigible en la parte superior de la popa que se extiende por todo el dirigible mientras la estructura cae sobre los pasajeros.

El LZ-129 queda destruido en 32 segundos. La estructura metálica queda largo tiempo en el suelo ardiendo. De las 97 personas a bordo, 36 fallecen incluyendo 13 de los 36 pasajeros y 23 integrantes de la tripulación. La mayoría se salva por la rotura de los depósitos de agua que los protegen de las llamas y por la baja altura del dirigible al momento del desastre. Algunos pasajeros, logran saltar 15 metros para intentar salvarse.

Al igual que la majestuosidad de la aeronave, el accidente queda en el registro histórico de la aviación. Recientes investigaciones concluyen que el fuego pudo haberse visto favorecido por la composición del revestimiento que habría sido un acelerante del fuego.

El legado

La catástrofe supone el fin de la flota de dirigibles comerciales como medio de transporte. Sin embargo, su operación entrega algunos aportes al desarrollo de la aviación.

Tanto el LZ-129 como el LZ-130 son aeronaves pioneras en lo que respecta a servicio a bordo. Adelantadas en décadas a las aeronaves actuales, son las primeras en incorporar grandes espacios para los pasajeros como salones con la posibilidad de llevar un piano a bordo, camas, etc. Sólo con la puesta en servicio de los aviones turbohélices de mayor capacidad, pero especialmente, con los Boeing 747, A380, los viajeros pueden disfrutar de algunas comodidades que estos dirigibles llegan a ofrecer.

Si bien no se usan para transportar pasajeros, los dirigibles -incluidos los Zeppelin que se vuelven a fabricar- son utilizados por los Estados Unidos, la ex Unión Soviética y otros países para distintos fines. Si bien la publicidad es el más conocido, también se ocupan para investigaciones científicas principalmente de comunicación a gran altitud, entrenamiento de tripulaciones de Fuerzas Armadas (paracaidismo, por ejemplo), patrullaje e incluso transporte de carga.

Hangar de Zeppelin en Santa Cruz, Brasil

El Hangar de Zeppelin en la localidad de Santa Cruz es un monumento histórico y arquitectónico de la aviación brasileña. Construido en 1935, se diseña para albergar los enormes dirigibles alemanes conocidos como Zeppelines, en los viajes que realizan a Río de Janeiro. En ese momento, el gobierno brasileño invierte en tecnología de aviación de última generación para fortalecer su presencia en el escenario mundial.

El hangar es una estructura imponente. Tiene 274 metros de largo, 58 metros de ancho y 34 metros de altura, con capacidad para albergar tres Zeppelines al mismo tiempo. Su construcción representa un gran desafío técnico, ya que la cubierta del edificio es una de las más grandes del mundo sin ningún tipo de soporte interno. El hangar se utiliza durante muchos años por la empresa de aviación alemana Luftschiffbau Zeppelin, y es uno de los pocos en el mundo que nunca alberga un accidente con dirigibles.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el hangar se utiliza por las Fuerzas Armadas brasileñas para almacenamiento de aviones y otros fines militares. En 1986, se convierte en parte del complejo aeroespacial de Santa Cruz, que incluye una base de la Fuerza Aérea Brasileña y una fábrica de aviones. Actualmente, el hangar de Zeppelin se utiliza para exposiciones y eventos culturales. Es uno de los principales atractivos turísticos de la región.

Fotografía portada – U.S. Department of the Navy. Bureau of Aeronautics.

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