Falta de equipos de seguridad generará “cuellos de botella” en el aeropuerto de Santiago

Con el argumento de la reducción presupuestaria establecida por el Ministerio de Hacienda, la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) cancela la licitación para el arriendo de equipos de seguridad para la inspección de equipajes y pasajeros destinados al terminal 2 del aeropuerto de Santiago. Según revela diario El Mercurio (20/11/2020), la adquisición mediante licitación considera una inversión de US$27,2 millones en equipos de “última tecnología disponible en el mercado”.

La cancelación condiciona la apertura del terminal 2 del aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago, prevista para 2021. Para suplir la falta de equipos que no estarán disponibles, la alternativa más viable para asegurar el funcionamiento es con el traslado de equipamiento del actual terminal al nuevo o cubrir con equipos más antiguos, ya sea del propio terminal como de otros aeropuertos.

En ese sentido, la decisión de las autoridades no compromete la apertura, pero si la condiciona. La utilización de equipos disponibles implica reducir los actuales puestos de control que existen en el aeropuerto. Además, con la antigüedad de las máquinas de revisión, su utilización está sujeta a una mayor probabilidad de fallas o bien a someterlas a un mantenimiento preventivo con mayor frecuencia lo que se traduce en una posición cerrada.

En el aeropuerto de Santiago existen 12 máquinas de revisión de equipajes y pasajeros, de las cuales seis están distribuidas en el control AVSEC doméstico y otras seis en el control AVSEC internacional. Según las declaraciones de Xavier Lortat-Jacob, CEO de Nuevo Pudahuel, a El Mercurio, para suplir la cancelación se destinarían seis equipos al futuro terminal 2 lo que dejaría seis máquinas de revisión para el terminal actual que quedará para tráfico nacional.

Como consecuencia, no habrá una mejora prometida en el corto plazo (hasta que se llame a una nueva licitación) sino que se mantiene la capacidad actual de procesamiento de pasajeros. En ese sentido, se advierte de demoras que derivarán en “cuellos de botella” totalmente innecesarios. En palabras simples, para los usuarios representa filas de seguridad más largas y mayor aglomeración de las personas, lo que se traduce en eventuales complicaciones para asegurar el cumplimiento de los itinerarios.

Al forzar la cancelación, el propio Gobierno contradice los esfuerzos desplegados para generar mayor eficiencia de los procesos críticos de pasajeros. Cabe recordar que las largas filas de espera en revisión de seguridad como en el control de migraciones, entre otros, generan ineficiencias y críticas que, a partir de 2018, fuerzan al Estado a buscar soluciones coordinadas en mesas de trabajo intersectoriales con la comunidad aeroportuaria. Como resultado, el tiempo promedio de espera en AVSEC nacional es de 03 minutos 30 segundos en 2019 y 03 minutos 19 segundos en AVSEC internacional.

Las líneas aéreas declaran que quieren llevar a los pasajeros con total seguridad en el horario estipulado en los itinerarios. Sin embargo, factores externos como los “cuellos de botellas” en los aeropuertos condicionan las operaciones generando demoras innecesarias en los vuelos. Para garantizar que los procesos sean seguros y fluidos, instan a los Gobiernos a mantener las inversiones en infraestructura y equipamiento aeroportuario, además de la gestión eficiente del espacio aéreo.

Las autoridades del Estado, incluida la propia DGAC (como organismo dependiente), justifican la cancelación con el argumento de la baja del tráfico. Sin embargo, parecieran no considerar la recuperación gradual de la industria aérea y eventuales efectos catalizadores como la aparición de una vacuna que, en caso de estar disponibles en el primer semestre como pretende la propia administración de Sebastián Piñera, puede generar un aumento de la demanda. Tampoco parecieran tomar en cuenta experiencias anteriores en lo que respecta a controles.

La apertura el terminal 2 supone una mejora significativa en la experiencia aeroportuaria para todos los actores de la industria. Además de una infraestructura de última generación y variedad de servicios se considera la introducción de tecnología de última generación en distintos aspectos, entre los que están la revisión de seguridad de pasajeros y equipajes. Con su implementación, el aeropuerto de Santiago podría recuperar terreno y competencias respecto a otros aeropuertos de la región que, a fecha de hoy, ya tienen habilitada tecnología sin contacto y control biométrico, por mencionar algunas.

Además de generar “cuellos de botella”, la falta de equipamiento necesario puede comprometer la seguridad del transporte aéreo. Las nuevas amenazas del mundo moderno y su constante adaptación obligan a los Estados a mantener constantes las inversiones en equipamiento y protocolos a fin de que la seguridad física (security) de los usuarios en la aviación no se vean comprometidas.

Fotografía portada – Simón Blaise

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