China flexibiliza vuelos para líneas aéreas estadounidenses presionada por “factor Trump”

Como respuesta a presiones políticas directas ejercidas, la República Popular China anuncia que comenzará a dar flexibilidad a las restricciones impuestas para que las líneas aéreas extranjeras puedan operar en el país. La acción se produce al día siguiente de que el Presidente de los Estados Unidos Donald Trump ordena impedir la operación de cuatro líneas aéreas hacia su país acusando al gigante asiático de demorar la aprobación de permisos para el restablecimiento de los servicios.

Desde marzo, American Airlines, Delta y United buscan retomar sus servicios entre los Estados Unidos y China, pero hasta ahora no habían podido materializarlos dificultando la recuperación de la aviación en dos mercados altamente importantes para el comercio mundial. El conflicto tiene su origen en la decisión de la Autoridad de Aviación Civil de China (CAAC) para limitar los vuelos internacionales desde y hacia el país como medida para contener el COVID-19. Para tal efecto, se establece límites de capacidad para operadores chinos y extranjeros.

El Departamento de Transporte de los Estados Unidos (DOT) indica en su momento que CAAC recurre a esta política para no aprobar los permisos de las líneas aéreas estadounidenses. A su juicio, la situación arbitraria no corresponde cuando las compañías aéreas chinas siguen volando a Estados Unidos con 34 vuelos por semana. Se acusa que las líneas aéreas estadounidenses venían trabajando con la autoridad china, pero sin obtener resultados positivos.

El bloqueo de los Estados Unidos considera a Air China, China Eastern, China Southern y Xiamen, pero también podrían incluirse a Hainan Airlines y Sichuan Airlines que también están pidiendo reanudar vuelos.

Tras la presión ejercida por Trump, China modifica las reglas. A partir del 08 de julio, permite un vuelo semanal para las líneas aéreas que no hayan podido acceder al país desde el 12 de marzo, lo que incluye a todas las compañías aéreas estadounidenses. Sin embargo, advierte que dependiendo de la evolución de la pandemia una o más compañías pueden duplicar o reducir las frecuencias o incluso volver a ser suspendidas de operar por un periodo determinado.

Como criterio, la autoridad china establece que las líneas aéreas podrán aumentar el número de vuelos internacionales siempre y cuando los pasajeros no den resultados positivos de COVID-19 en las tres semanas posteriores al arribo. Si hay más de cinco personas que reporten la enfermedad, el vuelo de la semana siguiente se suspende. De existir más de 10 casos, la suspensión se extiende por cuatro semanas.

La medida china coloca presión en los chequeos preventivos y controles en los aeropuertos de embarque, en este caso en los Estados Unidos, resaltando el desafío de estandarizar protocolos para enfrentar los próximos meses, especialmente cuando la industria aérea busca conseguir un retorno seguro de a aviación.

Las diferencias en la otorgación de permisos se suman al conflicto político que Estados Unidos y China mantienen dentro de la búsqueda permanente de un balance de poder en el sistema internacional. Si bien se trata de un conflicto bilateral, sus consecuencias a nivel global, especialmente en aquellas regiones más dependientes de la conectividad hacia Asia a través de los Estados Unidos.

Por ahora, “la presión Trump” y “la flexibilidad china” brinda solución temporal a un problema inmediato, pero en un escenario de alta incertidumbre, todavía no es posible garantizar una mayor regularidad. Con un fuerte personalismo, especialmente en los Estados Unidos, no se descarta que la aviación vuelva ser objeto de instrumento político de presión.

Fotografía portada – Simón Blaise

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