Los desafíos y oportunidades del aeropuerto de Viña del Mar

El aeropuerto de Viña del Mar, conocido popularmente como Torquemada, aspira tener vuelos comerciales en los próximos tres años. Respondiendo a un anhelo histórico de la región y de autoridades locales, el gobierno del Presidente Gabriel Boric anuncia una serie de mejoras al recinto actualmente administrado por la Armada de Chile.

El proyecto de modernización del aeropuerto de Viña del Mar considera tres fases. La primera a terminar a fines de 2026 busca conseguir los ansiados vuelos comerciales a la llamada “Ciudad Jardín”, inauguración pendiente de las condiciones de infraestructura, equipamiento y demanda. Se espera que hacia 2034 se complete el plan maestro que pretende convertir al recinto aeronáutico en un aeropuerto de “bajo costo”.

Las autoridades apuestan por el cambio del escenario local con rutas punto a punto y el mayor desarrollo urbano que se espera para la zona en los próximos años. De esta manera, que existirá una cierta demanda que podría asegurar los vuelos. Pese a la presencia simbólica de un avión de una línea aérea local, ningún operador anuncia aún vuelos.

Sin embargo, las proyecciones no son muy auspiciosas. A pesar de que atenderá a la tercera ciudad más importante de Chile y uno de los destinos turísticos tradicionales, el aeropuerto de Viña del Mar movilizará apenas 900 mil pasajeros por año.

Desafíos

Por décadas, el desarrollo aeroportuario de Valparaíso y Viña del Mar está condicionado a su cercanía a Santiago. Las ciudades están a 120 kilómetros de distancia, la que es algo menor si se considera al aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago. Tanto la terminal aérea capitalina como las ciudades están unidas por una buena infraestructura caminera, pese a la saturación de los últimos años.

La generación de una demanda rentable origen/destino será clave para sortear la dependencia del aeropuerto de Viña del Mar del aeropuerto de Santiago. Se trata de un tema menor considerando la falta de polos de desarrollo fuera de la zona central de Chile, realidad histórica que el país no consigue superar.

Si bien la llegada de las compañías de bajo costo (LCC, por sus siglas en inglés) trae consigo las rutas punto a punto o las llamadas rutas regionales, a la fecha son pocas las que consiguen una relevancia. Según cifras de la Junta Aeronáutica Civil (JAC), las rutas entre regiones más demandadas continúan siendo operaciones históricas como Puerto Montt – Punta Arenas, Puerto Montt – Balmaceda o Calama – La Serena. El movimiento de trabajadores de la gran minería contribuye desarrollar otras rutas interregionales, pero sin tener un impacto significativo en la red doméstica.

Otro desafío importante es asegurar tráfico turístico. Considerando que Viña del Mar y Valparaíso es un destino preferido por los viajeros internacionales que visitan Chile, no todos asocian una visita exclusivamente a estas ciudades. Los visitantes extranjeros suelen incluir otros destinos en Chile teniendo como base Santiago, que por su conectividad terrestre y aérea permite moverse a distintos puntos del país, incluyendo el extremo sur y los territorios insulares (Isla de Pascua o Juan Fernández).

El futuro aeropuerto de Viña del Mar no considera vuelos de media o larga distancia. Recién operaciones de estas características podrían contemplarse en la próxima década cuando se alargue la pista.

Meteorología adversa: un tema que preocupa

Un tema no mencionado en el proyecto ni en el anuncio oficial es el equipamiento de ayudas a la aproximación. El proyecto contempla ampliación de la plataforma de estacionamiento de aeronaves, ensanche de pista de aterrizaje y calle de rodaje paralela (A), estos dos últimos para 2024.

La meteorología adversa es un problema frecuente en Viña del Mar por la niebla matinal que incluso se mantiene hasta horas de la tarde. La baja visibilidad puede perturbar la regularidad de las operaciones aéreas comerciales, afectando la puntualidad de los vuelos a esa ciudad como a otras de la red.

La puntualidad y regularidad de las operaciones son fundamentales para el negocio de una línea aérea. Los pasajeros buscan llegar a tiempo a sus destinos por lo que cualquier irrupción afecta no sólo sus planes, sino que también generan una serie de inconvenientes dentro y fuera del sector aéreo.

Actualmente, el Viña del Mar cuenta con un ILS CAT I en la pista 05 (RWY05). El equipamiento permite aproximaciones de precisión con una visibilidad de hasta 550 metros, en caso contrario la aeronave frustrar realizar una nueva aproximación o mantener circuito de espera o bien proceder a su alternativa más inmediata, que eventualmente sería el aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago o Concepción.

Las condiciones de visibilidad adversas, la falta de infraestructura y equipamiento necesario hacen que en la actualidad los operadores cuestionen su uso frecuente como alternativa. Viña del Mar sólo se ocupa para casos específicos, siempre y cuando, estén las condiciones dadas. Todavía queda tiempo para que las autoridades consideren implementar un ILS de categoría superior a fin de asegurar los vuelos.

Oportunidades

Las políticas de estimulación a la demanda a través del precio y las rutas punto a punto incorporadas por el modelo LCC generan oportunidades para el desarrollo del aeropuerto de Viña del Mar. Se trata de un cambio que hace una década no está presente en el país.

A esto se suma los proyectos continentales de las LCC que operan en el país. Con bases desde distintos puntos de la región, hay mayores posibilidades de desarrollar rutas, incluyendo tramos secundarios o de menor demanda. JetSMART es la compañía más avanzada en este ámbito, pero sinergias operacionales también podrían incluir futuras operaciones de SKY que mantiene un enfoque más tradicional.

El proyecto del aeropuerto de Viña del Mar está pensado como una infraestructura sencilla ideal para este tipo de vuelos. Las LCC/ULCC señalan que sólo precisan de una infraestructura mínima a donde el avión pueda aterrizar a horario, estacionarse y realizar un turn around rápido. Las operaciones de Ryanair son las que mejor grafican este concepto. En Hungría, Wizz Air consigue adaptar parte del aeropuerto Ferihegy de Budapest a su modelo.

Dado que no hay una propuesta de experiencia al usuario, los servicios del aeropuerto son básicos. Básicamente, se busca que el pasajero llegue a una terminal sencilla, realice los trámites correspondientes y espere su embarque. Como el avión se estaciona cerca, no se requieren ni buses ni posiciones de contacto (mangas). El proyecto en Viña del Mar sería funcional a ese concepto.

Otras oportunidades que ofrece la modernización del aeropuerto de Viña del Mar son para la aviación civil y corporativa, además de la gestión de emergencias. El proyecto contempla cuatro posiciones de estacionamiento de aeronaves de emergencias como las que combaten incendios forestales. Dado que la zona suele estar afectada habitualmente por este tipo de catástrofes, las inversiones a realizar debiesen permitir operaciones de aeronaves mayor tamaño.

Plan a 10 años

El proyecto anunciado por el gobierno pretende transformar al aeropuerto de Viña del Mar en un plazo de 10 años. Se espera que hacia 2034 existan condiciones más favorables para sostener el funcionamiento de las instalaciones.

El proyecto considera tres fases. De acuerdo con los anuncios, la primera va de 2025 a 2026 y contempla la construcción de la terminal con una inversión de CLP31 mil millones. La segunda a efectuarse entre 2030 y 2031 con una normalización de pistas y plataforma por una inversión de más CLP15 mil millones. Para 2034, está contemplado el término de la obra con un alargue de pistas y oficinas operacionales. También se contempla una calle de rodaje paralela (calle A) con una inversión adicional de más CLP32 mil millones.

Fotografía portada – MOP

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