El sueño del aeropuerto para Valparaíso y Viña del Mar

Contar con un aeropuerto con servicios aéreos comerciales ha sido un sueño para Valparaíso y Viña del Mar. Sin embargo, la falta de desarrollo de la ciudad con una demanda rentable y la cercanía con Santiago hacen que a la fecha sea inviable. Sin embargo, para autoridades y la gente local, los vuelos comerciales siguen siendo un anhelo con remotas opciones de convertirse en realidad.

Disponer de un aeropuerto comercial para Valparaíso y Viña del Mar no es algo nuevo. Prácticamente desde los albores de la aviación en Chile, está la idea de dotar a la segunda ciudad del país de una terminal aérea a la cual lleguen distintas líneas aéreas, al menos del país.

Materializando un sueño

En la década de 1930, la naciente aviación chilena y el progreso urbano en Valparaíso y Viña del Mar, como sectores cercanos, impulsa la idea de contar con un aeropuerto propio. Por la Ley Municipal de Fomento al Turismo y Progreso de 1928, se construyen en Viña del Mar balnearios, hoteles y casinos (Hotel O’Higgins, el Casino Municipal, son ejemplos), mientras que Quilpué avanzan obras de alcantarillado y pavimentación de calles.

Dos años antes, en 1928, una denominada Junta Pro-Resurgimiento de Valparaíso promueve la construcción de una pista de aterrizaje para impulsar el desarrollo comercial y turístico de la región. Viña del Mar también quería tener un aeropuerto propio.

La geografía del lugar complica los planes de Valparaíso para colocar un aeropuerto cercano a la ciudad. Los cerros y las quebradas reducen al mínimo las posibilidades de contar con una pista de aterrizaje. A la fecha, sólo existe el aeródromo de Rodelillo en los cerros hacia las afueras de la ciudad con una pista para aeronaves menores sin muchas posibilidades de crecimiento.

A comienzos de la década de 1930, el problema de los terrenos lleva a las autoridades de Valparaíso a abandonar la idea de contar un aeropuerto. En su lugar, se propone la instalación de una base aérea comercial en la bahía y con esto el “Club Aéreo de Valparaíso”.

La idea de Quilpué

En 1931, el Departamento de Aviación del Ministerio de Guerra inicia estudios para construir una pista de aterrizaje en la región cercana a las ciudades. El Club Aéreo de Chile apoya los intereses de Viña del Mar para contar con un aeropuerto propio.

Hacia 1933, las miradas se trasladan a Quilpué por tener una geografía más favorable para instalar una pista de aterrizaje. Para tal propósito se forma una comisión técnica para realizar los primeros estudios.

Entre 1935 y 1936, una serie de decretos respaldan el proyecto. Con estos, se destinan fondos para la construcción o el mejoramiento de los aeropuertos en la región.

Por esos años, el desarrollo de la aviación chilena está impulsada por el comandante Arturo Merino Benítez, pionero de la aviación chilena. En su visión de lo que debía ser la aeronáutica apoyada por el Estado y con un enfoque social considera cuatro pilares esenciales: la línea aérea, la institucionalidad, las comunicaciones y los aeropuertos. Todos debían avanzar en paralelo para conseguir que la aviación prospere en el país.

De la cancha las Rosas al aeródromo de El Belloto

Como se indica, entre 1935 y 1936 distintos decretos apoyan la idea de un aeropuerto para la zona de Valparaíso y Viña del Mar. En agosto de 1935 se promulga la Ley Nº5.657 a través de la cual el Congreso autoriza al Presidente a destinar un presupuesto para que la Línea Aérea Nacional (LAN) extienda sus servicios y se trace los diseños del futuro aeropuerto de Quilpué.

A esto y los estudios oficiales, en 1936 se destinan fondos para la construcción del aeropuerto o puerto aéreo de Valparaíso. Para ello, se destina a la Fuerza Aérea terrenos de la Comandancia General de la Armada en Quilpué con el fin de habilitar un aeródromo.

En una localidad denominada Cancha Las Rosas, a 25 kilómetros al Este de Valparaíso se comienza a construir el aeropuerto o aeródromo de El Belloto. Con esto, se buscaba hacer realidad el sueño de que el principal puerto de Chile tenga un aeropuerto y futuros servicios aéreos comerciales.

La pista de aterrizaje de El Belloto es de pequeñas dimensiones. Según las fuentes varían entre 1.000 y 1.200 metros de largo por lo que queda pequeña para las aeronaves de línea aérea más modernas. En un comienzo tenía una orientación sur-oeste para evitar la elevación de los cerros de Quilpué.

Un aeródromo para fines militares

Pese al impulso del Gobierno, en especial de los Presidentes Juan Antonio Ríos y Gabriel González Videla, el aeropuerto de Valparaíso como se concibe en un comienzo no se llega a materializar. Los vuelos comerciales no se realizan y toda la conectividad pasa por Santiago.

Sin embargo, el aeródromo El Belloto es estratégico para la Armada y la Fuerza Aérea de Chile (FACh). En 1957, el Plan Nacional de Aeropuertos del Ministerio de Obras Públicas incluye a El Belloto con una mejor infraestructura. La pista sería pavimentada y se extendería a los 1.500 metros de largo con elementos de radioayuda. Su mejoramiento de la pista de aterrizaje marca un hito ese año. Sin embargo, los vuelos comerciales nunca llegan.

En las décadas de 1960 a 1980, el aeródromo pierde importancia salvo para la aviación militar de la Armada y la FACh. Hacia fines de la década de 1980, el traslado de la Aviación Naval a la nueva Base de Concón (aeródromo de Viña del Mar) y el crecimiento urbano terminan por destruir el futuro de las instalaciones. La pista se convierte en calle principal, la torre de control desaparece en 1993 y hasta hace algunos años, sólo un terreno baldío recuerda que alguna vez existió el aeródromo.

Durante la década de 1990, LADECO y A.L.T.A. intentan realizar vuelos comerciales entre Santiago y Viña del Mar (aeródromo en Concón). La primera con equipos BAC 111 y Boeing 737-200 Adv., mientras que la segunda con Beechcraft 1900. A pesar de la difusión, los vuelos no tienen la viabilidad económica y duran muy poco tiempo. La realidad de la zona, del país y su cercanía a Santiago hacen que el aeropuerto de Valparaíso y Viña del Mar con servicios comerciales sea sólo un sueño.

Fotografía portada – Quilpué Historia y Patrimonio

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