1 de mayo de 1960: el día que un avión espía U-2 eleva la tensión al máximo en la Guerra Fría

Mientras en el mundo se celebra el Día Internacional del Trabajo, recordamos también un evento clave en la historia de la aviación y la geopolítica global ocurrido hace 65 años: el derribo del avión espía U-2 de la CIA, pilotado por Francis Gary Powers, el 1 de mayo de 1960, en plena Guerra Fría.

Un vuelo en tiempos de alta tensión internacional

Entre 1947 y 1991, el planeta vivió un prolongado enfrentamiento ideológico, político y militar entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Fue una época marcada por la carrera armamentista, la competencia espacial y las operaciones encubiertas. El incidente del U-2, hace exactamente 65 años, representa uno de los momentos más álgidos de ese conflicto global.

Francis Gary Powers, piloto de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF por sus siglas en inglés), fue reclutado por la CIA (Agencia Central de Inteligencia) para participar en misiones secretas de reconocimiento a gran altitud, vuelo posible con el modelo de avión espía U-2 "Dragon Lady". Con una identidad falsa como empleado civil de la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio), Powers volaba bajo la fachada de realizar estudios meteorológicos. En realidad, recopilaba inteligencia sobre instalaciones militares estratégicas en territorio soviético.

El derribo sobre Sverdlovsk

El 1 de mayo de 1960, Powers despega desde Peshawar (Pakistán) con destino a Bodø (Noruega), sobrevolando zonas sensibles del espacio aéreo del bloque soviético. Su aeronave, un Lockheed U-2C con matrícula 56-6693, también conocido como "Artículo 360", realizaba una misión denominada Grand Slam, cuyo objetivo era fotografiar sitios de misiles balísticos intercontinentales cerca de Sverdlovsk y Plesetsk.

A pesar de volar a una altitud de más de 70.000 pies (unos 21.500 metros), un misil tierra-aire soviético SA-2 Guideline (S-75 Dvina) logró alcanzar al U-2. La explosión no fue directa, pero los fragmentos de la detonación destruyeron una de las alas del avión, obligando a Powers a eyectarse.

Curiosamente, un caza soviético MiG-19 Farmer, desplegado para interceptarlo, también fue derribado por error por sus propias defensas en un tipo de incidente denominado Fuego Amigo (o Friendly Fire en inglés). Hoy, la mayoría de los historiadores concuerdan en que el U-2 fue dañado por la explosión cercana de un SA-2, descartando versiones que apuntaban a la acción directa de un caza interceptor.

Repercusiones diplomáticas y políticas

Mientras Dwight D. Eisenhower y Nikita Jrushchov se preparaban para una cumbre crucial entre ambas superpotencias, el incidente generó una grave crisis diplomática. Estados Unidos, sin saber que Powers había sobrevivido, mintió inicialmente afirmando que se trataba de un avión meteorológico perdido. Sin embargo, al confirmar Moscú que había capturado al piloto con vida, la versión oficial estadounidense quedó completamente desacreditada.

El juicio y posterior encarcelamiento de Powers en la URSS duraron casi dos años. Fue liberado en 1962 a través de un intercambio de prisioneros por el espía soviético Rudolf Abel, en un puente entre Berlín Oriental y Occidental. Este histórico momento fue retratado en la película de 2015 Puente de espías (Bridge of Spies).

Reconocimiento póstumo y legado

Aunque inicialmente fue cuestionado por no activar el mecanismo de autodestrucción del U-2 o por no suicidarse para evitar caer prisionero —una práctica no escrita en ese tipo de misiones—, Powers fue finalmente exonerado de toda culpa. En 2012, la Fuerza Aérea de Estados Unidos le otorgó póstumamente la Estrella de Plata por su valor y resistencia mientras estuvo detenido.

Francis Gary Powers murió en 1977 en un accidente de helicóptero, mientras trabajaba como piloto para una estación de noticias en Los Ángeles.

Actualmente los restos del avión U-2 de Francis Gary Powers se encuentran exhibidos en el Museo de las Fuerzas Armadas de Moscú

El incidente del U-2 marcó un punto crítico en la historia de la aviación militar y del espionaje aéreo. Fue un recordatorio de los riesgos que implicaba obtener inteligencia en una era anterior a los satélites espía, y un ejemplo de cómo un solo vuelo pudo alterar la dinámica global en plena Guerra Fría. Hoy, a 65 años de aquel 1 de mayo de 1960, el legado de este episodio sigue siendo una lección en la intersección entre tecnología, política y seguridad internacional.

Fotografía de Portada - CIA

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