¡Si se puede! “No hay que ser ni súper héroe ni tampoco un genio”, dice Tatiana López, la joven astronauta análoga chilena. Para ello, deben tener un riguroso entrenamiento previa selección de candidatos y luego de un año calendario de exigentes pruebas.
Tatiana López, estudiante ingeniera civil de la Universidad de Concepción, y el ingeniero Felipe Suazo, de la Universidad Arturo Prat, son parte de la primera generación de astronautas análogos chilenos. Ambos estuvieron confinados durante 15 días realizando una serie de experimentos médicos, psicológicos, alimenticios y de habilidades de comunicación asi como también de la tecnología que se utilizará para ir al espacio.
Tatiana forma parte de la misión análoga Asclepios II, un programa ejecutado por el Instituto Federal de Tecnología de Lausanne (EPFL) en conjunto con la Agencia Espacial Europea (ESA). El objetivo es explorar los desafíos en la búsqueda de agua.
“En el caso de Asclepios, lo que se busca es simular las condiciones del polo sur lunar. Específicamente en Malapert, que está al lado de un cráter donde hay mucho hielo. Nuestro objetivo era analizar todo lo que tenía que ver con el agua”, explica la ingeniera.
Sin embargo, no todos son entrenados en los mismos centros para poder convertirse en navegantes espaciales con instrucción en la tierra. “Nosotros tenemos nuestra base lunar en los Alpes Suizos. Es como un búnker de la Segunda Guerra Mundial dentro de túneles que quedaron abandonados en Suiza. Estos se adaptaron para construir una base lunar que es capaz de simular la experiencia de estar en la luna”.
El caso de Felipe es distinto, debido a que pertenece a la misión espacial de Polinia. Es el primer astronauta análogo chileno en participar en una misión de investigación contando con entrenamiento internacional.
“Es muy transversal lo que se pretenden lograr. Se evalúa el comportamiento del equipo, es decir, de cómo se puede interactuar y resolver los problemas que ocurren en estas condiciones hostiles. Como los aspirantes a astronautas se desenvuelven en situaciones de estrés. En nuestro caso, fue una misión de aislamiento, lo que puede ser una situación que puede tener un impacto distinto en las generaciones más jóvenes”, ejemplifica el astronauta análogo iquiqueño.
Chile: tierra privilegiada para el entrenamiento
En Chile, se tienen todas las condiciones necesarias para realizar un programa de entrenamiento espacial. Esto por las condiciones geográficas que posee el país, especialmente en el Norte.
“Tenemos el desierto más árido del mundo, el cual es el más similar a las condiciones marcianas que se pueden encontrar en la tierra y lo tenemos disponible. Son varias regiones que podrían comenzar con un proceso de investigación en esta materia“, dice el ingeniero.
No obstante, ambos profesionales advierten que este es un campo que se irá abriendo cada vez más. Adelantan que ya se pueden visualizar aplicaciones de este tipo de entrenamiento en áreas como la exploración de recursos bajo la profundidad del mar así como también de la explotación.
“Tendrán que haber profesionales entrenados en poder utilizar equipamiento de buzo y que resista la presión de estar bajo el mar o en la industria de la explotación de recursos en el espacio”, dicen. “Chile tendrá un rol protagónico por la experiencia de la explotación de recursos en la actualidad. Muchas agencias espaciales nos miran como los que podemos llevar a cabo la preparación física de estos futuros profesionales“, argumenta el astronauta.
Los jóvenes astronautas análogos nacionales tienen como una meta adicional: comenzar a trabajar en proyectos que vinculen a Chile en programas espaciales de carácter nacional e internacional. Actualmente, están en tratativas para la ejecución de proyecto de esta naturaleza con la Fuerza Aérea de Chile (FACh).
Reporte para Aero-Naves – Jorge Ricci / Fotografía portada – FIDAE