Desde los comienzos de la aviación en Chile, son varias las mujeres que están presentes. Como sus pares, son protagonistas de la historia, rol que siguen ejerciendo hoy con más presencia y en distintos rubros de la aeronáutica nacional.
La presencia de mujeres en la aviación de Chile puede ser parte de la evolución de una sociedad, pero es por sobretodo los logros que dan cuenta de una demostración de sus capacidades. Desafiando estereotipos, logran derribar mitos y barreras que hoy abren nuevas oportunidades hacia el futuro.
Como en cada rubro, es posible que existan numerosas protagonistas que dejan su aporte en la historia aeronáutica. Sin embargo, se atribuye a las pioneras el logro de “tomar la pista” y dejar legado para que otras mujeres tomen el mando. Desde Graciela Cooper, la primera mujer piloto de Chile, hasta las profesionales y técnicos que están en las líneas aéreas como en las Fuerzas Armadas, cada vez son más las que forman parte de este mundo.
La perseverancia de Cooper
Corre 1930 y con apenas 40 horas de vuelo, Graciela Cooper es la primera piloto de Chile. Como muchos hombres y mujeres de su época, la idea de surcar los aires en las novedosas máquinas voladoras atrae su interés desde pequeña. Un encuentro fortuito con el comandante Arturo Merino Benítez en Santa Teresa de Lo Ovalle le abre el espacio para hacer realidad sus sueños de volar.
Visionario, como la historia lo refleja, Merino indica que está interesado en que algunas mujeres se integren a la aviación civil a través del Club Aéreo de Chile. Graciela Cooper se decide a postular siendo seleccionada junto con Clemencia Echeverría para aprender en los Cirrus Moth.
A Graciela se le asigna como instructor el capitán Rafael Sáenz, quien la evalúa para determinar sus condiciones. En un primer vuelo, capta sus aptitudes ante las distintas maniobras que realiza, siendo aceptada para realizar el curso. Posteriormente, consigue progresos alentando su confianza.
En esos años, el Club Aéreo no quiere asumir la responsabilidad de tener una mujer piloto en sus filas con el falso supuesto de que eran más propensas a sufrir un accidente aéreo que un hombre. Por ello, a Cooper no le autorizan el vuelo en solitario, hecho que es cuestionado por otros miembros de la organización.
Confiada en sus capacidades y experiencia, insiste hasta que el 24 de octubre de 1929 logra alzar sola el vuelo. Ese día, Graciela Cooper es la primer mujer que vuela sola en Chile. Sus méritos sorprenden a sus compañeros del aire y los directores, incluyendo a su instructor.
Tras alcanzar las 40 horas, el sábado 26 de julio de 1930, rinde sus exámenes ante una comisión del Club Aéreo. Como se trata de la primera mujer en aspirar a tener una licencia de piloto, llega el interés de la prensa. Superando todas las pruebas, efectúa su vuelo de examen en medio de aplausos de la muchedumbre. Al aterrizar, Graciela Cooper recibe su licencia: la número 106.
Poniendo alas a Chile: Margot Duhalde
Probablemente es la más conocida. Margot Duhalde es la primera mujer piloto de guerra de Chile. Como Graciela Cooper, su perseverancia y logros confirman que cuando hay vocación y determinación es posible superar los obstáculos.
Su pasión por la aviación despierta desde temprana edad. Desde su fundo en el sur de Chile ve como los aviones de la Línea Aérea Nacional (LAN) sobrevuelan cerca de su casa. Sin embargo, es la caída de un avión en un potrero la que marca su decisión de ser aviadora. El motivo es trabajar en una perfección para que los accidentes no vuelvan a ocurrir.
Con 16 años y acompañada de su padre, llega al Club Aéreo de Chile. Pese a los prejuicios de sus compañeros, logra su examen final el 30 de abril de 1938 con 17 años. Con sus “Alas de Piloto” da inicio a una nueva carrera.
Tras estallar la Segunda Guerra Mundial, los países invadidos por la Alemania nazi buscan reorganizar las fuerzas en el exilio. El 11 de abril de 1941, Duhalde parte desde Chile en el Comité Nacional de Francia Libre con 13 voluntarios. Ella es parte de dos mujeres del equipo que va a luchar a Europa. En Inglaterra, se integra a la Fuerza Aérea del general Charles De Gaulle. Sin saber inglés, se presenta en el aeródromo de Hatfield donde opera la escuadrilla de mujeres de Transporte Aéreo Auxiliar (ATA, por sus siglas en inglés) de la Real Fuerza Aérea Británica (RAF). Se trata de una división para transportar aviones desde las fábricas hasta los lugares de combate. Tiene la oportunidad de volar emblemáticos aviones como los “Spitfires”, “B-25”, “A-20”, “Hurricane” y “Tempest”. También conoce al propio Winston Churchill y a Charles De Gaulle.
En junio de 1942, la destinan al aeropuerto de Luton, en las afueras de Londres. Ahí, aprende a volar el avión Hart de 640 caballos de fuerza. En su estadía aprende más sobre navegación aérea, meteorología, mecánica de aviación, aerodinámica, permitiéndole profesionalizar su carrera.
Duhalde regresa a Chile a principios de 1947. En el país, continúa trabajando como piloto particular y comercial para la compañía aérea Lipa-Sur. El 02 de abril de 1953 viaja a los Estados Unidos, para iniciar un curso de controlador de tránsito aéreo (ATC). Tras finalizar los estudios correspondientes, trabaja durante tres años en distintos aeropuertos del país del Norte para volver en 1956 nuevamente a Chile. En 1959 regresa al aeródromo de Tobalaba en Santiago, pero como jefa del Aeródromo. Al mismo tiempo es instructora de vuelo básico y avanzado. Antes de finalizar la década siguiente, en 1969, llega hasta Punta Arenas donde también se desempeña como instructora radicándose por 30 años.
Por su gran legado en Europa y, especialmente, en Chile, Margot Duhalde es ascendida por el Gobierno de Francia al grado de Comendador de la Legión de Honor en 2006. Retirada en parte de la aviación, fallece en Santiago en 2018.
Duhalde es otras de las mujeres precursoras de la aviación femenina en Chile y Sudamérica. Además de ser la primera piloto de guerra y comercial, también deja en alto la labor que ejercen los controladores aéreos.
“Mucky”, la primera tripulante de cabina de Chile
Otra de las mujeres pioneras de la aviación de Chile es Dora Magdalena María Koeppen Maisan o “Mucky” como la apodan. Se trata de la primera tripulante de cabina del país en la Línea Aérea Nacional (LAN).
Tras ingresar al Club Aéreo de Temuco, forma parte de las dotaciones de esa organización junto a María González Parodi e Irene Paetz Stockmeyer que la alientan a seguir el “sueño aéreo”. En 1940, logra conseguir su licencia de piloto.
Su llegada a LAN coincide con la incorporación de los aviones Lockheed C-60 Lodestar en 1943. La línea aérea chilena busca por esos años personal para asistir a sus pasajeros al igual que las grandes empresas de otros países. La misión de los tripulantes es dar tranquilidad a los viajeros dándoles comida como sándwiches, fruta o repartir un juego de cartas brindar una experiencia más agradable de vuelo.
Los ejecutivos de LAN destacan las cualidades de Mucky y su conocimiento en aviación. Dado que es piloto, puede interpretar los informes meteorológicos para atender a los pasajeros en ruta. Por esos años, los aviones se movían bastante en comparación con los actuales aparatos.
Dora se incorpora a la línea aérea estatal chilena el 15 de septiembre de 1943. El 07 de octubre de ese año, realiza su primer vuelo en la ruta Santiago – Antofagasta. Un año más tarde se suman dos tripulantes adicionales: Gabriela Lira y María Palacios. Con ellas, se inicia el curso de tripulante de cabina en la empresa.
El 28 de abril de 1945 Dora Magdalena María Koeppen Maisan contrae matrimonio con Carlos Mondaca. Por este motivo, debe abandonar su carrera en el aire. Las normas de la época indican que las tripulantes de cabina deben mantenerse solteras. Como parte de su pasión por los viajes y la aviación, decide trabajar en una empresa de turismo.
María Isabel Hormazábal, la primera piloto de helicóptero de la Armada
Oriunda de Los Andes, la teniente 2º María Isabel Hormazábal, de la Armada también destacan entre las mujeres pioneras de la aviación chilena. En su corta carrera tiene el orgullo de ser la primera piloto de helicópteros de la Aviación Naval.
Sus inicios están en el Escuadrón de Helicópteros de Propósito General HU-1. Sus misiones la llevan a salvaguardar vidas, especialmente, en las temporadas de verano cuando distintos helicópteros están en alerta para salvar a las personas en el mar cuando hay un llamado o para apoyar a la comunidad.
Hoy, la teniente Homazábal vuela los nuevos Airbus H125. En sus misiones, patrulla según la jurisdicción desde La Serena, por el Norte hasta Santo Domingo, por sur, además de Viña del Mar, por estar cerca de la base donde operan. En su corta carrera, destaca su satisfacción por contribuir a Chile.
María Isabel es la primera de muchas mujeres piloto de helicópteros e integrantes de la Armada de Chile. De cara a las nuevas generaciones, invita a muchas a perseguir sus sueños con perseverancia y dedicación, pero principalmente a romper estigmas.
Loreto Casanova, pionera como mecánica chilena con licencia FAA
Loreto Casanova es la primera mecánica aeronáutica chilena que tiene licencia de la Administración Federal (FAA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos. Es una de las pocas mujeres que trabaja en la base de mantenimiento de American Airlines en Santiago de Chile. Con 26 años como mecánica aeronáutica, es otra de las mujeres pioneras de la aviación chilena.
Loreto llega al mundo de la aviación en la década de 1990. Sus estudios los realiza en una escuela técnica al oriente de Santiago, cerca del aeródromo Eulogio Sánchez de Tobalaba. Si bien estar cerca de un aeródromo podría considerarse como un “gatillador de su carrera”, cuenta que no es así. Desde un principio se siente atraída por la mecánica de los automóviles y los aviones a los que sólo divisaba en una televisión de blanco y negro.
Su primer trabajo lo hace en una importante línea aérea chilena. Pese a sus 16 años y calificarla como una “verdadera escuela”, confiesa que no lo pasa bien. El motivo es por asuntos de género al ingresar a un mundo estrictamente machista y sin consciencia de lo que implica trabajar con una mujer.
Llega a American Airlines tras una convocatoria de la empresa para crear una planta femenina en su nueva base de mantenimiento en el aeropuerto de Santiago. Desde un primer momento siente la diferencia entre una empresa chilena y una estadounidense. Sincerándose con Aero-Naves expresa que al postular nadie le pregunta de dónde viene o quién es o qué haces. Tampoco te preguntan las habilidades en puestos anteriores. Asegura que van directo a evaluar el desempeño profesional. Si es mujer u hombre, simplemente, no está en el asunto.
En su labor como mecánica de aeronaves, Loreto debe revisar las partes del avión en la escala en Santiago y ejecutar los trabajos asignados. Si bien hay procedimientos, ningún día es igual, lo que hace que exista dinámica. Confiesa que valora su trabajo de mecánica, tanto por el aporte que realiza para que miles de pasajeros puedan llegar a salvo a sus destinos, como por la vocación y pasión que tiene. Además, le permite estar cerca de lo que más le gusta: los aviones. Ella es parte de muchas mujeres que se están desempeñando en la aviación de Chile.
Karina Miranda, la primera aviadora supersónica de Chile
Otra protagonista de los aires, es Karina Miranda. En 2010, es la primera mujer en romper la barrera del sonido en uno de los entrenamientos en un Northrop Grumman F-5.
Nacida y criada en Puerto Montt. Postula a la FACh cuando cumple los 17 años. Tras terminar su entrenamiento en aviones A-36, a los 24 años es la primera mujer piloto de combate de Chile. Con el tiempo asciende hasta llegar a capitán.
El 29 de abril de 2010 logra romper la barrera del sonido en el F-5 Tiger III el 29 de abril de 2010. La hazaña se consigue después de cuarenta años cuando el primer chileno logra ese hito.
Desde la graduación de Miranda, la Escuela de Aviación ve a otras mujeres completar el programa. Sin embargo, en 2015 sigue siendo la primera mujer piloto de Chile que vuela activamente en un avión con capacidades supersónicas. Actualmente, vuela aviones Airbus de la familia A320 en una línea aérea chilena.
Fotografía portada - Memoria Chilena