Columna de Opinión – Ricardo Delpiano
Por estos días, el tema Estado vuelve a estar presente, especialmente en Chile. De la nueva -y esperada- tragedia de los incendios forestales en Viña del Mar, a la conmemoración de un nuevo aniversario de la apertura del aeropuerto de Santiago e incluso, la trágica muerte del ex Presidente Sebastián Piñera y sus funerales, nos recuerdan rol fundamental que tiene el Estado para la sociedad. Y sí, para la aviación también lo tiene.
El Estado es una clara necesidad para cualquier sociedad. Prescindir de el es utópico. Incluso, el propio Adam Smith lo incluye al referirse como la famosa “mano invisible”. Sin embargo, lo que hemos visto en los últimos años parece ser más Estado, pero no de un verdadero servicio. Sus falencias y los temas pendientes son una muestra de ello.
En aviación son varios en los temas en que se necesita del Estado. La industria del transporte aéreo es un aliado de los Gobiernos para el desarrollo económico y social de cada población. Sólo un ejemplo. Por cada un empleo que se genera en el transporte aéreo se crean otros tres o cuatro en distintas industrias asociadas generando un positivo efecto dinámico. Por el contrario, cada vez que se colocan restricciones se produce el efecto inverso del cual un país tarda mucho en recuperar.
Al respecto, un caso a mencionar: las inefectivas y adversas restricciones colocadas por el gobierno del Presidente Sebastián Piñera desde marzo 2020. Sus medidas -que caían en casi en lo absurdo- representaron violaciones a las libertades civiles y daños a la economía comenzado con el transporte aéreo y el turismo. Hasta ahora, el país no se recupera del todo. Afortunadamente, las estadísticas muestran mejores cifras, pero queda mucho por avanzar.
Probablemente, todavía no entendamos las razones que el ex Presidente Piñera tuvo para colocar por tanto tiempo tantas restricciones, cuando otros países con la misma emergencia prácticamente levantaron antes las medidas u otros, simplemente no colocaron ninguna. Será tema para la investigación histórica.
De cara al futuro, el verdadero Estado de servicio es fundamental para avanzar y la aviación es aliada. Tomando el caso de la tragedia en Viña del Mar, revive la idea trabajar en los planos reguladores de las comunas -otro punto que parece olvidado entre alcaldes más preocupados de figurar que de ejecutar-, la definición de agendas de acción, el trabajo intersectorial con el sector privado para por ejemplo ejecutar el combate aéreo de incendios que tanto se pide.
En infraestructura, la conmemoración de un nuevo aniversario de la inauguración del aeropuerto de Santiago también nos recuerda la necesidad de avanzar en el desarrollo de nuestros aeropuertos y aeródromos. No sólo en Chile, sino que también en América, continente donde la aviación es esencial para la conectividad.
Otro aspecto fundamental para continuar atendiendo las necesidades de la población son los cielos abiertos. La mundialización de los procesos y relaciones más la realidad geográfica -de Chile- nos obliga a estar conectados con otros países y eso implica viajes. Si bien la situación es mejor que años atrás, la falta de cielos abiertos crea limitaciones para continuar desarrollando la aviación.
La licitación de las frecuencias Santiago – Lima es un caso. A pesar de que Chile tiene cielos abiertos sin reciprocidad, otros países mantienen limitadas la cantidad de frecuencias y con ello, las posibilidades de estar más y mejor conectados. Es un tema de alta importancia que los Estados deben trabajar en instancias que ya existen. Sólo falta voluntad.
Por estos días, la agenda de sostenibilidad cobra cada vez más fuerza. Dado su carácter político, ¿no corresponde a los propios Estados asumir las responsabilidades? Si se busca disminuir las emisiones, urge avanzar en las herramientas para conseguir las metas. En Latinoamérica, se escucha mucho en los discursos el tema medioambiental, pero poco de los avances del Estado por conseguir, por ejemplo, una política para los combustibles sostenibles de aviación. La región puede ser líder en este ámbito, pero por la inacción política parece ir quedando atrás.
Prácticamente, el Estado -y la política- está presente en todos los aspectos de la vida cotidiana. Sin embargo, se echa de menos un Estado que esté al servicio de su población y no esta al servicio del Estado como parece ocurrir por estos días.
Fotografía portada – Miguel Hernández