El vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya (FAU) es una de las tragedias más recordadas hasta hoy. Ocurre el viernes 13 de octubre de 1972 en la Cordillera de los Andes en Argentina muy cerca de la frontera con Chile. Por su impacto, lecciones de vida y también el milagro del rescate de los supervivientes deja lecciones que inspiran no sólo en el ámbito humano, sino que también aeronáutico.
Por las situaciones que llevaron al accidente y la supervivencia se lo conoce como la “Tragedia de los Andes” o el Milagro de los Andes”. Tal es su impacto que el fatídico suceso está recopilado en películas como “¡Viven!” de 1993 y “La Sociedad de la Nieve” de 2023.
En la aviación, el vuelo 571 de la FAU está grabado en la memoria colectiva. Califica como un episodio trágico y, a la vez, inspirador en materia de seguridad aérea. Como caso de estudio aeronáutico, resalta la importancia de la navegación precisa, la toma de decisiones bajo presión y la preparación para enfrentar condiciones bajo meteorología adversa.
Aeronave, origen y ruta planificada
El vuelo 571 (por el registro FAU 571) es un Fairchild FH-227D. Se trata de una variante bimotor de turbopropulsión con una capacidad máxima de 56 pasajeros. Desde su fabricación había acumulado 792 horas de vuelo, es decir cuatro años antes del accidente.
La aeronave atiende un vuelo chárter para transportar a los miembros del equipo de rugby amateur Old Christians Club de Montevideo que se aprestaban a jugar un partido contra el equipo de rugby Old Boys Club en Santiago de Chile. El servicio fue contratado por el presidente del club, Daniel Juan, para llevar al equipo hasta la capital chilena.
La aeronave transportaba a 40 pasajeros y 5 tripulantes. El coronel Julio César Ferradas era un experimentado piloto de la FAU con 5.117 horas de vuelo. Lo acompañaba de primer oficial el teniente coronel Dante Héctor Lagurara. Había diez asientos adicionales y los miembros del equipo invitaron a algunos amigos y familiares a acompañarlos.
El vuelo 571 se programa para cubrir la ruta Montevideo – Santiago (antiguo aeropuerto de Los Cerrillos). La salida ocurre el jueves 12 de octubre de 1972 desde el aeropuerto de Carrasco, pero una tormenta sobre la Cordillera de los Andes obliga a hacer escala en Mendoza.
Para continuar, la tripulación de la aeronave había planeado una ruta que involucraba un recorrido hacia el sur desde Mendoza hasta Malargüe. Desde allí, la aeronave seguiría hacia el oeste para cruzar la Cordillera de los Andes por el “Paso del Planchón” a la altura de la ciudad chilena de Curicó y, finalmente, virar hacia el Norte para descender hacia Santiago. Esta ruta es más larga, pero evitaba las altas montañas. Por lo tanto, permitía operar a altitudes más seguras, dada la altitud operativa del FH-227D de hasta FL280 (28.000 pies o 8.534 metros).
Sin embargo, las condiciones meteorológicas sobre la Cordillera de los Andes del viernes 13 de octubre eran adversas. Aunque se esperaba una mejora temporal para la tarde, las nubes cubrían las montañas, limitando la visibilidad y complicando la navegación por instrumentos.
Error de navegación y desenlace trágico
El coronel Ferradas quien estaba comandante del vuelo 571 había cruzado 29 veces por la Cordillera de los Andes antes del accidente. Para esta operación, estaba entrenando al teniente coronel Lagurara. Pese a ser el primer oficial, era el piloto al mando.
Al iniciar el cruce de Cordillera, los pilotos del vuelo 571 volaban en condiciones meteorológicas instrumentales a una altitud de FL180 (18.000 pies) y no pudieron confirmar visualmente su ubicación. El instrumento VOR/DME de la aeronave mostró al piloto una lectura digital de la distancia al VOR de Curicó.
En el paso de Planchón, la aeronave todavía tenía que viajar de 60 a 70 km para llegar a ese punto. Inexplicablemente, a las 15:21 horas, Lagurara se comunicó con el centro de control aéreo de Santiago y notificó a los controladores aéreos que esperaba llegar a Curicó un minuto después. Por lo tanto, solicitó descenso.
El tiempo de vuelo para esa aeronave desde el Planchón a Curicó es normalmente de 10 minutos aproximadamente, pero solo tres minutos después el piloto le dijo a Santiago que pasaban por Curicó y giraban hacia el norte. El controlador en Santiago, sin saber que el vuelo seguía sobre los Andes, lo autorizó a descender a FL115 para iniciar la aproximación a Los Cerrillos.
La desorientación y las turbulencias severas resultantes culminaron en el impacto del vuelo 571 contra una montaña a una altitud de 3.570 metros sobre el nivel del mar, en el glaciar de “Las Lágrimas”.
Los relatos de testigos y las pruebas en el lugar indicaron que el avión había chocado con la montaña dos o tres veces. El piloto aplicó la máxima potencia en un intento de ganar altitud y logró llevar la nariz del avión sobre la cresta, pero la parte inferior del cono de cola pudo haber golpeado la cresta a 4.200 metros. La siguiente colisión cortó el ala derecha y la fuerza con la que fue arrojada arrancó el estabilizador vertical y el cono de cola.
Con la separación del cono de la cola, se desprenden la parte trasera del fuselaje, incluidas dos filas de asientos en la sección trasera, el galley, la bodega de equipaje, el estabilizador vertical y los estabilizadores horizontales. Tres pasajeros, el navegante y el auxiliar de vuelo fueron arrojados al vacío.
Posteriormente, el avión continuó hasta que el ala izquierda chocó con un afloramiento a 4.400 metros arrancando el ala. Una de las hélices atravesó el fuselaje cuando se cortó el ala a la que estaba unida. Dos pasajeros más cayeron por la parte trasera abierta del fuselaje. Tras ser arrojada por el impacto, la parte delantera cae a la montaña deslizándose por una pendiente unos 725 metros cerro abajo. El impacto contra un banco de nieve detiene la caída, pero termina con la vida de los dos pilotos.
La investigación oficial posterior concluyó que el accidente del vuelo 571 se habría producido por un impacto controlado contra el terreno. La causa se atribuyó a un error del piloto.
Supervivencia y Rescate
De los 45 ocupantes a bordo, 29 perdieron la vida en el impacto inicial y las condiciones extremas. Los 16 supervivientes enfrentaron una lucha desesperada por la supervivencia, marcada por decisiones impensables en circunstancias normales.
Finalmente, después de 72 días de agonía, los supervivientes Nando Parrado y Roberto Canessa lograron cruzar las montañas y encontrar ayuda en Chile con un arriero. El histórico hecho para ellos ocurre el 20 de diciembre de 1972.
Tras las primeras comunicaciones la Fuerza Aérea de Chile (FACh) inicia los protocolos de rescate. Las operaciones comenzaron el 22 de diciembre de 1972 utilizando helicópteros Bell UH-1. Los vuelos se realizaron volaron bajo condiciones de instrumentos a Los Maitenes de Curicó, llegando a los supervivientes del vuelo 571.
Así, después de 72 días de incertidumbre, la FACh rescató a los 14 supervivientes uruguayos que estaban en la montaña. Tal como fue la forzada estadía en los Andes, el salvamento se realiza en condiciones climáticas adversas. Las operaciones da muestras hasta hoy de la capacidad de la Institución.
Los helicópteros utilizados por la FACh corresponden a los números H-89 y H-91. Al mando de estas aeronaves están los comandantes Carlos Garcia M. y Jorge Massa A. respectivamente. Dentro de la tripulación, se incluye a la teniente enfermera Wilma Kock y los integrantes del Cuerpo de Socorro Andino, Sergio Díaz, Osvaldo Villegas y Claudio Lucero.
Fotografía portada - Pedro Escobal (Creative Commons)