La erupción de un volcán en Islandia, cerca de Grindavík, está siendo monitoreada por los meteorólogos. Desde AccuWeather, por ejemplo, señalan que podría haber impactos en la aviación si una nube de ceniza volcánica se eleva en la atmósfera. Según informes preliminares de Islandia, este fenómeno no se observa aún, pero la situación continúa evolucionando.
En caso de que las erupciones en curso resulten en una nube de ceniza volcánica, los meteorólogos están revisando los vientos en varios niveles de la atmósfera. El objetivo es proporcionar información sobre hacia dónde podría dirigirse cualquier ceniza elevada.
Primeras conclusiones, señalan que los vientos en la parte baja a media de la atmósfera podrían dirigir cualquier ceniza. El corredor desde el norte de Alemania, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Polonia y Bielorrusia hacia el noreste de Rusia, sería el más afectado. El periodo más complejo va desde el miércoles 20 hasta el viernes 22 y podría afectar los viajes por las Fiestas de Fin de Año.
En los próximos días, se espera que cualquier ceniza permanezca a muchos miles de pies sobre el suelo. Sin embargo, si alguna concentración de ceniza persiste hasta la próxima semana, las corrientes de viento en la atmósfera podrían dirigir la ceniza volcánica más cerca del suelo, quizás en el Norte de Rusia.
"Aunque, según la información preliminar, no parece que este volcán vaya a tener un impacto importante en los viajes aéreos en este momento", dice Jon Porter, el meteorólogo jefe de AccuWeather. "Cualquier nube de ceniza volcánica enviada a la atmósfera puede resultar en cancelaciones o retrasos de vuelos".
El meteorólogo pide a las personas que vuelan hacia y desde Europa en los próximos días a estar estar atentas a los desarrollos relacionados con el volcán de Islandia. Hasta el momento señalan que esta erupción parece ser muy diferente en ubicación y características en comparación con la del volcán Eyjafjallajökull en 2010.
Riesgos de la ceniza volcánica para las aeronaves
La reciente erupción en Islandia cerca de Grindavík ha despertado la atención de la comunidad aeronáutica. La presencia de una nube de ceniza volcánica en la atmósfera plantea riesgos significativos para los vuelos. Aunque hasta ahora no se ha observado tal nube, es esencial comprender los peligros que la ceniza volcánica puede representar para las aeronaves.
La ceniza volcánica puede tener consecuencias graves para las aeronaves en vuelo. Las partículas finas y abrasivas de la ceniza pueden ingresar a los motores de las aeronaves y causar daños significativos. Cuando estas partículas entran en contacto con las partes calientes del motor, se derriten y solidifican, formando una capa vítrea que obstruye el flujo de aire y reduce la eficiencia del motor. Esto puede llevar a la pérdida de potencia y, en casos extremos, a la falla del motor.
Además, la ceniza volcánica puede afectar otras partes de la aeronave, como las superficies de control y las ventanas, reduciendo la visibilidad y comprometiendo la seguridad operativa. Por lo tanto, la detección temprana y la evaluación de la presencia de ceniza volcánica en la ruta de vuelo son fundamentales para evitar situaciones peligrosas.
Las autoridades de aviación, los operadores aéreos y las tripulaciones de vuelo deben tomar en cuenta las lecciones aprendidas de eventos anteriores. De esta manera, pueden actuar de manera proactiva para garantizar la seguridad de los pasajeros y la integridad de las aeronaves.
La planificación cuidadosa, la comunicación efectiva y la toma de decisiones basada en la información más reciente son fundamentales para mitigar los riesgos asociados con la ceniza volcánica en la aviación.
Dos casos emblemáticos
En junio de 1982, el Boeing 747-200 de British Airways que cubre el vuelo BA009 experimentó problemas simultáneos mientras volaban sobre el Sudeste asiático. Una erupción volcánica del monte Galunggung en Indonesia generó una nube de ceniza que afectó gravemente a ambas aeronaves. Los motores se apagaron debido a la ingestión de ceniza, y las ventanas de la cabina se volvieron opacas por el daño causado a los parabrisas.
Después de maniobras de emergencia, lograron aterrizar con seguridad en Jakarta. Este incidente destacó la necesidad crítica de una respuesta efectiva y protocolos de seguridad mejorados para enfrentar situaciones similares.
En 1989, uno de los nuevos B747-400 de KLM (vuelo KL867) experimentó un incidente similar. Sobrevolando Alaska, sufrió un cuádruple fallo de motor tras volar a través de una nube de cenizas emitida por el monte Redoubt. En esta ocasión también hubo un final feliz. La aeronave pudo reiniciar sus motores tras descender a 13.000 pies y hacer un aterrizaje de emergencia en Anchorage.
Estos incidentes han llevado a cambios significativos en los protocolos de seguridad y la conciencia de los riesgos asociados con la ceniza volcánica. Actualmente, las compañias aéreas, los pilotos y las autoridades de aviación cuentan con protocolos específicos para evitar áreas con presencia de ceniza.
Los casos mencionados reviven la importancia de la vigilancia constante, la capacitación adecuada y la cooperación internacional para garantizar la seguridad de los vuelos en regiones propensas a erupciones volcánicas. Las lecciones aprendidas de estos incidentes continúan siendo fundamentales para mejorar la seguridad aérea y proteger la vida de los pasajeros y la tripulación.
Fotografía portada - Icelandic Met Office (cuenta X)