El 24 de junio de 1916, durante los albores de la aviación mundial, Ángel María Zuloaga y Eduardo Bradley, dos argentinos buscan trascender en la historia. Su objetivo es conectar Argentina y Chile venciendo la barrera natural de la Cordillera de los Andes.
El cruce de la Cordillera los Andes -como cualquier barrera natural- por vía aérea es un anhelo a superar desde que volar es posible. La realización de la Primera Conferencia Aeronáutica Panamericana en 1916 permite el encuentro de los dos pioneros. Zuloaga nace en Mendoza y recorre el mundo entero de la mano de aeronavegación. Bradley es originario de la ciudad de La Plata.
Por esos años, los primeros aeroplanos todavía no entregan la seguridad suficiente para realizar la travesía. En su reemplazo, optan por el globo aerostático como un vehículo aéreo suficientemente probado. Cabe recordar que recién hacia fines de esa década, la hazaña de Dagoberto Godoy abre la puerta al cruce del cordón montañoso con aviones.
Contra todos los pronósticos
Por las altas cumbres y la meteorología adversa, el cruce de la Cordillera de Los Andes es considerado una “travesía de muerte”. Muchos de la época advierten a los aventureros que se trata de una verdadera locura, especialmente, como lo proponen: hacer el vuelo en globo.
De acuerdo con información del diario argentino Los Andes en 2016, que recoge la hazaña de los aviadores, la hazaña no cuenta con el apoyo. La Fuerza Aérea Argentina no está involucrada e incluso sanciona a Zuloaga con arresto, mientras que el Aeroclub Argentino, institución a la que pertenecen, les quita el apoyo económico.
Como resultado, los días previos a la aventura se ven enfrentados a problemas de abastecimiento. Incluso se menciona la posibilidad cercana de tener que devolver los globos.
Por los inconvenientes, el viaje se programa para el invierno. Sin duda, es la peor época para realizar el cruce de los Andes, pero las condiciones añaden aventura, riesgo y también mérito a la hazaña, independiente de que se consiga o no el éxito.
El vuelo
Tras solucionar los problemas logísticos, el viaje se planea desde Chile hacia Argentina. La partida es de Santiago, a donde llegan utilizando el servicio ferroviario disponible (una de las pocas formas de cruzar la Cordillera en esa época).
La ruta fijada es volar desde Putaendo en Santiago en dirección hacia el cerro el Plomo, cerro Juncal para luego pasar cerca del Aconcagua. El objetivo es realizar la travesía en alrededor de cuatro horas, fijándose la meta de alcanzar Uspallata pasado el mediodía.
Zuloaga y Bradley utilizan dos globos. Uno es para ensayos y otro para la travesía. El que se ocupa para el cruce de la Cordillera de Los Andes lleva el nombre del pionero aeronáutico argentino Jorge Newbery. Este último se arma en la fábrica de gas en San Borja en Santiago, según recoge el Museo Nacional Aeronáutico y Espacio (MNAE) de Chile.
El vuelo comienza el 24 de junio a las 08:30 horas. A bordo del “Jorge Newbery” con capacidad para 2.200 metros cúbicos (m3) de gas comienzan el ascenso hacia las altas montañas. El cruce debía realizarse por sobre los 5.000 metros sobre el nivel del mar.
Para el viaje, ambos se encuentran equipados con recursos técnicos elementales, pero precarios para una hazaña de estas características. En la aeronave, están dispuestos en un canastillo sencillo, fácilmente abatible por los vientos. La ropa es la de invierno clásico: abrigos, guantes, bufandas y gorros. En el espíritu, la corazonada de no zozobrar por los vientos y la meteorología adversa.
Durante el ascenso, el globo se ve beneficiado por las corrientes de aire. A los 15 minutos alcanzan los 6.000 metros soportando una temperatura de -10ºC. La Cordillera de Los Andes en sí, se alcanza casi una hora después sobrevolando los 6.500 metros. Sin embargo, para evitar cualquier contingencia de choque con las montañas deciden disminuir el peso del globo para elevarse aún más.
Sin ningún tipo de asistencia, los pioneros argentinos alcanzan el récord de la travesía. Cerca de las 11:00 horas pasan los 7.000 metros de altura llegando al récord de 8.100 metros a una temperatura de -32ºC. Parte importante del cruce se realiza a gran altura agregando mérito a la hazaña. Desde lo alto, se identifican algunas montañas características como el Aconcagua que con sus más de 7.000 metros marca la frontera de ambos países.
Conforme a lo planeado cerca de Uspallata comienza el descenso cruzando los 4.000 metros. El objetivo se cumple. El aterrizaje ocurre alrededor de las 12:10 horas en la ladera del cerro Las Cepas cercano a la localidad argentina.
En tierra, los dos aventureros son recibidos como verdaderos héroes. Como agradecimiento y muestras del logro alcanzado, son trasladados en un tren especial a Buenos Aires para los honores correspondientes. La travesía provoca un gran entusiasmo por la actividad aérea en Argentina. Como muestra de agradecimiento a la Patria, el gobierno condecora a Zuloaga con el título de Aviador Militar y el uso de un emblema especial de Piloto Aviador Militar de Oro, en vez del reglamentario.
Aporte del vuelo y a la aviación argentina
El vuelo en globo de Zuloaga y Bradley abren la puerta a los futuros de vuelos entre Chile y Argentina. También logran cambiar la teoría que las corrientes aéreas sólo circulan de Este a oeste, pese a que científicamente se logra comprobar en la década de 1970.
Después de la hazaña, Eduardo Bradley continúa volando y participando en varios torneos aeronáuticos internacionales. Posteriormente, se dedica a desarrollar la radio en Mendoza para terminar como ejecutivo de línea aérea. También es el primer pasajero en la ruta entre Buenos Aires y Miami en 1929.
Por su parte, Ángel Zuloaga también continúa dedicado a la aviación. En la Fuerza Aérea Argentina, llega a ser director de la Escuela Militar de Aviación durante 1925, agregado militar en la Embajada de Estados Unidos entre 1926 y 1930 y director General de Aeronáutica, entre ese año y 1936. Durante su gestión logra impulsar en la Fábrica Militar de Aviones la construcción de aeronaves argentina. También crea la base aérea “Los Tamarindos” en el aeropuerto El Plumerillo de Mendoza que posteriormente se denomina la IV Brigada Aérea. En la década de 1940 llega a desempeñarse como comandante de la Aviación del Ejército, director General de Personal del Ejército y, entre 1943 y 1945, como adscripto al Ministerio de Guerra.
Fotografía portada – Archivo Histórico