“La aviación está haciendo su tarea, pero todos los ojos del mundo están sobre nosotros”, dice un enérgico Mehmet Tevfik Nane, presidente de Pegasus Airlines y ex presidente de la junta directiva de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) al cierre de la Asamblea General. Con sus palabras, muestra el cierto malestar y frustración que existe contra la clase política que sólo ve a la aviación como culpable de la contaminación en lugar de mirar los esfuerzos que se están haciendo.
Para el Tevfik Nane, hay una especie de obsesión de los Gobiernos contra el transporte aéreo. Probablemente, porque es una industria muy visible y, como tal, es fácil para desviar la atención de la población o apelar al concepto de “vaca lechera” para drenar recursos y llenar las arcas fiscales. La “lucha contra el cambio climático” pareciera ser un pretexto más para sacar dineros bajo el falso supuesto de que la aviación es una industria de ricos.
Independiente de las grandes cifras que maneja la industria aérea, es importante indicar que el sector sólo tiene un escaso margen. Después de la grave crisis que provocan los políticos con las medidas colocadas en 2020 bajo justificación del COVID-19, para este año el margen de ganancia neta es de apenas del 1,2%. La cifra considera la fuerte recuperación de muchos mercados.
Pese a todos los esfuerzos que la aviación está realizando por lograr mayores eficiencias e incorporar nuevas tecnologías, el panorama desde la clase política y los Gobiernos no es muy alentador. El activismo político de algunos sectores que toman “temas populares” o de “buena causa” para poner su agenda, el populismo y la ignorancia siguen colocando trabas para avanzar.
Ejemplos sobran. En Francia, se coloca la “Ley del Clima” que limita los vuelos comerciales en rutas de hasta 2 horas y media si hay alternativa ferroviaria. IATA la califica como un perfecto “green washing” político y con un impacto muy reducido tanto en el fin como para la industria. También está la falta de eficiencia para operar, aspecto en el que Peter Cerdá, vicepresidente de IATA para las Américas, menciona a Chile respecto a las operaciones en el aeropuerto de Santiago y al uso del espacio aéreo. Otro caso, son los combustibles sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés) que pese a distintos ensayos en vuelos de corta, media y larga duración todavía no se pueden ocupar en su totalidad porque las autoridades aeronáuticas no lo permiten.
Desde hace más de una década que la aviación se autoimpone objetivos para reducir la contaminación que produce que no pasa más del 2% a 3% del total mundial. Aún con ese reducido aporte contaminante es la única industria con estrategias claras. En Estambul, IATA presenta una hoja de ruta claramente detallada para llegar a la carbono neutralidad en 2050 que involucra a todos los sectores. No se conoce otro sector con mayor compromiso.
Por esto, el ex presidente de la junta directiva de IATA muestra su frustración. “Observen a los otros, observen a los otros”, reitera al término del encuentro mundial.
Es tiempo de la política
Determinado por una fuerte presión de ignorancia y activismo, la sostenibilidad es el tema de moda en la aviación. Si bien en muchos casos se presenta como una oportunidad para avanzar en desarrollo de nuevas tecnologías y políticas públicas serias, también se presta para “green washing” dentro y fuera de la industria.
Ante los desafíos y la propia agenda ecológica que se impone, una de las conclusiones de la Asamblea General de IATA de Estambul es que llega el tiempo de actuar de los Gobiernos y los políticos. La razón es sencilla: son ellos los que toman las decisiones y la normativa, supuestamente, que deben ir en beneficio de la sociedad. Considerando el aporte del transporte aéreo, ese objetivo debe hacerse con la industria, no existe otro camino. Caso contrario el impacto es significativo en muchos otros sectores.
“Sobre la sostenibilidad, hemos dicho desde el principio que es un desafío global que necesita una solución global”, sentencia Walsh. “Los Gobiernos ahora son responsables de ofrecer un marco de política global para lograr el cero neto para 2050”.
En 2022, son los propios Gobiernos a través de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) que establecen los objetivos aspiracionales a largo plazo en el tema de la carbono neutralidad. Por lo tanto, es un avance importante que se coloca y obliga a los Estados a actuar en línea con la industria aérea, por el compromiso que ellos firman. En ese sentido, la colocación de impuestos, restricciones para luchar contra el cambio climático simplemente no proceden.
El llamado de la aviación es nuevamente a trabajar en conjunto. Más allá de los desafíos inmediatos, existe la oportunidad de avanzar aprovechando que hay un interés común. Con el transporte aéreo ya comprometido, es tiempo que los Gobiernos tomen la iniciativa más allá de discursos y dejen el “green washing”.
Fotografía portada - Ricardo J. Delpiano