A través de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), las líneas aéreas piden a los Gobiernos de cada país que si van a establecer nuevas reglas de protección al consumidor sean de responsabilidad compartida. La razón del petitorio es simple. Las líneas aéreas no controlan todos los factores que intervienen en la operación aérea. Por lo tanto, es injusto que sean sólo sean las que paguen las consecuencias de otras ineficiencias.
“El objetivo de cualquier regulación de los derechos de los pasajeros seguramente debería ser impulsar un mejor servicio. Por lo tanto, tiene poco sentido que se escoja a las líneas aéreas para que paguen compensaciones por demoras y cancelaciones que tienen una amplia gama de causas fundamentales, que incluyen fallas en el control del tráfico aéreo, huelgas de trabajadores que no pertenecen a las líneas aéreas e infraestructura ineficiente”, explica Willie Walsh, director de IATA.
A pesar de lo cotidiano que se ha vuelto la aviación, todavía existe un gran desconocimiento de su funcionamiento y de su aporte al desarrollo económico-social de los países. Un claro ejemplo de esta realidad es cuando se legisla sobre derechos del consumidor, especialmente, tomando banderas de luchas como el retraso de un vuelo o una cancelación.
Para la industria aérea no se trata de negar problemas o no proteger al consumidor, quien es el que sustenta todo el sistema, simplemente abordar los casos desde la raíz para encontrar soluciones. Atentar contra el consumidor simplemente es atentar contra el propio sector.
En Estambul, IATA pide a los Gobiernos que las responsabilidades por los problemas en los vuelos se compartan. Por ejemplo, con los aeropuertos si hay inconvenientes con el procesamiento de los pasajeros (los llamados “cuellos de botella” en puntos críticos) o los encargados de proveer los servicios de navegación aérea (ANSP) en el caso de la gestión del tráfico aéreo. En un contexto político donde se habla de igualdad y equidad, se busca aplicar esa lógica también a las responsabilidades.
“Con más Gobiernos introduciendo o aumentando las regulaciones de los derechos de los pasajeros, la situación ya no es sostenible para las líneas aéreas”, sentencia Walsh. “Y tiene pocos beneficios para los pasajeros porque no fomenta que todas las partes del sistema aeronáutico maximicen el servicio al cliente”.
Amenaza contra el desarrollo
Las últimas décadas son testigos de cómo la desregulación económica en los distintos mercados trae más desarrollo económico y social a las personas. Sin embargo, las nuevas olas políticas que surgen en distintos países, muchas amparadas en respuestas populistas de quienes están los cargos públicos o en los procesos de toma de decisiones, pretenden solucionar los problemas sólo con más regulación y cobros que no aportan.
En IATA resaltan algunos beneficios de los avances durante estos años: aumento de las opciones para los consumidores, competencia que genera reducción de tarifas, nuevas redes de rutas que aumentan la conectividad. El crecimiento de la actividad genera oportunidades de empleo en muchos sectores y ello, una mayor actividad económica que deriva en un desarrollo social.
“Desafortunadamente, una tendencia de re-regulación amenaza con deshacer algunos de estos avances. En el área de protección al consumidor, más de cien jurisdicciones han desarrollado regulaciones únicas para el consumidor, con al menos una docena más de Gobiernos buscando unirse al grupo o endurecer lo que ya tienen”, puntualizan en el gremio de las líneas aéreas.
Fotografía portada – Ricardo J. Delpiano