La transferencia de €500.000 calificado de ilegal a Alexandra Reis, ex miembro de la junta directiva, tiene sumida en un escándalo a TAP Portugal. La situación tiene al gobierno luso en una turbulencia de la que busca salir rápidamente a fin de evitar complicaciones para su privatización.
La situación estalla hace más de un mes, pero viene escalando con repercusiones políticas. A principios de marzo, Christine Ourmières-Widener, CEO de TAP y el presidente de la línea aérea, Manuel Beja, son despedidos por “causa justa” después de que se descubre el pago a la ex directora. Sin embargo, la decisión se toma sin una evaluación legal de la medida lo que es reconocido por el ministro de Finanzas de Portugal, Fernando Medina.
Durante la semana pasada, Medina sufre una contradicción de parte de la ministra de Asuntos Parlamentarios, Ana Catarina Mendes, y de la ministra de Gabinete, Mariana Veira da Silva, quienes señalan que si obtienen una opinión legal. Sin embargo, dicha opinión es trasmitida al Parlamento. La situación puede perjudicar a la administración pública por una demanda que los directivos despedidos puedan interponer contra el Estado buscando una millonaria indemnización.
Como resultado se producen una serie de renuncias en el Estado portugués. Los opositores aprovechan el contexto político para apuntar contra el gobierno. Califican a los ministros y al propio gobierno portugués de mentir y de incoherencias, además de señalar que las autoridades no están calificadas para los respectivos cargos.
Impacto en la privatización
La interna en la línea aérea y en la política portuguesa no llega en un buen momento. Más allá del problema, está el impacto que el caso puede tener en la privatización de TAP Portugal. El Gobierno de Portugal busca desprenderse de la línea aérea con el objetivo de que se integre a un gran conglomerado aeronáutico a fin de asegurar su continuidad.
Entre los interesados están Air France – KLM, IAG y Lufthansa Group. Todos buscan integrar a la principal línea aérea portuguesa para complementar su alcance. El principal interés es el tráfico trasatlántico, principalmente, el mercado entre Europa y Brasil, donde TAP lidera.
Actualmente, la línea aérea opera 77 vuelos semanales en 13 rutas entre Portugal y Brasil. En los últimos años, la estrategia de la empresa es potenciar a Lisboa como puerta de entrada a Europa ofreciendo conexiones a distintos puntos del Viejo Continente. TAP conecta Lisboa con Sao Paulo (GRU), Río de Janeiro (GIG), Belém, Belo Horizonte, Brasilia, Fortaleza, Natal, Maceió, Porto Alegre, Recife y Salvador. Además, ofrece enlaces sin escalas desde Oporto a Sao Paulo (GRU) y Río de Janeiro (GIG).
Lufthansa tiene interés en TAP desde 2020. Para ingresar a la línea aérea está en conversaciones con otro accionista privado para comprar una participación. En el último tiempo, la compañía también reitera su interés por la compañía, proceso que se realiza en paralelo con las negociaciones que lleva en Italia para comprar el 40% de ITA Airways.
Air France – KLM también viene manifestando su interés, especialmente, desde fines de 2022. Tras perder la opción de Air Europa por la compra que IAG (a través de Iberia) está realizando, TAP es una opción para fortalecer la presencia en la península ibérica y competir hacia Sudamérica (también determinado por Brasil).
Finalmente, el otro interesado es IAG. Sin embargo, la compra e integración de Air Europa hace que la opción de TAP en circunstancias actuales poco viable, especialmente, por las aprobaciones regulatorias.
Adicionalmente, el conflicto también golpea a la administración estatal por el proceso de reestructuración de la línea aérea y las ayudas entregadas. TAP tiene un plan de rescate de €3.200 millones que está respaldado por la Unión Europea.
Fotografía portada – Airbus