En medio de un desafiante escenario a la baja del mercado aéreo de Chile, se levanta el temor en la industria aérea por la posibilidad de que se instaure un impuesto a los combustibles de aviación. La medida se enmarcaría en los impuestos verdes, pero amenaza con aumentar la carga tributaria sin que se refleje en el medio ambiente, además de elevar las tarifas aéreas perjudicando más a los pasajeros.
Los impuestos verdes se incluyen en el programa de gobierno del Presidente Gabriel Boric. Su implementación se basa en el supuesto de desarrollar un modelo económico que integre la protección del medioambiente. Para ello, plantean aumentar el impuesto al CO2 y abarcan su alcance. Además, subir el impuesto específico a los combustibles y eliminar las exenciones para la industria y el transporte, siendo la aviación una de estas medidas.
Los nuevos cargos se iban a colocar en la reforma tributaria que no es aprobada por el Congreso Nacional. Sin embargo, se mantendrían en la órbita de asuntos que busca la actual administración por lo que la preocupación en el ambiente aeronáutico parece continuar.
Chile en desaceleración
La situación de la aviación chilena es distinta de hace casi cinco años. Después de mantener por décadas un desarrollo constante que se refleja en más conectividad y líneas aéreas, hoy vive un momento de desaceleración.
La crisis política de octubre 2019 es la primera alerta con una caída del tráfico de pasajeros. Su impacto es limitado. Sin embargo, el golpe duro es con la crisis de marzo de 2020 y con las múltiples, inefectivas y extensas medidas que bajo la justificación del COVID-19 colocadas bajo la administración de Sebastián Piñera. Paradójicamente, el “Presidente aeronáutico” por su vínculos históricos con LAN (hoy LATAM) y por ser piloto de helicóptero, es quien pone freno a la aviación chilena con sus medidas.
Mientras otros países ya dicen adiós a las restricciones y al mismo COVID-19, Chile no se recupera. Por el contrario, muestra un retroceso. Según las últimas cifras de la Junta Aeronáutica Civil (JAC) a enero 2023, Chile reporta una caída de 16,0% en vuelos domésticos e internacionales respecto a 2019, siendo el tercer mes consecutivo de retroceso.
En la Asociación Latinoamericana y del Caribe de Transporte Aéreo (ALTA), alertan de la desaceleración de Chile. “Se estima que Chile (26 millones de pasajeros en el 2019) tendrá un crecimiento negativo”, dice José Ricardo Botelho, su director ejecutivo, al dar a conocer las cifras de tráfico de enero.
La situación económica mundial y local, sumado a la coyuntura que afecta a la industria aérea con el alza del precio del combustible, entre otros factores, con sus respectivos impactos en las personas para este año no entregan buenas perspectivas para este año. Un impuesto verde afectaría aún más porque supone el encarecimiento de los pasajes aéreos y un desincentivo a la demanda.
Una política contraria
Los impuestos verdes colocados en aviación no han hecho que la gente deje de volar y disminuyan las operaciones aéreas. Por el contrario, y aunque no sea del gusto de los activistas ecológicos o de los impuestos, no sirven para desincentivar el uso, dado que no hay otra alternativa más eficiente para asegurar conectividad.
La opción de combustibles verdes, como los llamados combustibles sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés) todavía es algo lejano. Recién los países están comenzando a ver mecanismos como incentivar su uso, pero aun así, la producción es tan escasa que no alcanza a cubrir las necesidades de la aviación. Lo mismo pasa por nuevas tecnologías en aviación que estarán recién disponibles en varias décadas más. Pensar que un impuesto verde lo va a solucionar es algo utópico.
Respecto al SAF, Chile recién comienza a fines de 2022 mesas de trabajo público-privada para elaborar una política pública en la materia. Se espera que pueda estar lista en el transcurso del primer semestre de este año. Iniciativas como esta son positivas y representan un mecanismo adecuado para avanzar en la producción y utilización de este nuevo tipo de carburantes.
Si se coloca un impuesto verde quienes lo pagarán serán los pasajeros, especialmente, aquellos menos favorecidos que se han visto beneficiados con los nuevos modelos de negocio de las líneas aéreas y de la industria aérea. Simplemente, por el funcionamiento natural de la economía que a mayores costos hay que subir el precio. Quienes no puedan pagar un precio en avión, deberán volver a viajar en bus, perdiendo oportunidades o alargando sus viajes, incluso con mayores riesgos por la inseguridad en carreteras.
La medida también niega los esfuerzos de la aviación por la descarbonización de la industria aérea. Actualmente, la industria del transporte aéreo tiene una hoja de ruta de lograr las cero emisiones de CO2 hacia 2050 de manera gradual con la introducción de SAF, nuevas tecnologías, mayores eficiencias.
La aviación pide evitar las cargas tributarias porque sólo llevan a aumentar los costos sin que existan beneficios. Por el contrario, se abren más las dudas. En la práctica, muchos impuestos comienzan con buenas intenciones, pero terminan llenando las arcas fiscales para muchos ítems ajenos a los objetivos que en el sector se plantean.
El tema no es nuevo. Anteriormente, pasa con las tasas de embarque cuya en Chile, por ejemplo, bajo el gobierno del ex Presidente Ricardo Lagos, terminan en parte para financiar el hambre de los niños en África. También se llama a evitar la la fijación de precios y medidas redundantes o duplicadas.
Plan de vuelo verde
En la 41va Asamblea General de la Organización de Aviación de Civil Internacional (OACI), los Estados aprueban un plan conseguir la neutralidad de las emisiones contaminantes a la atmósfera para 2050. Chile como parte de OACI, también acepta esta medida.
A través del Objetivo Aspiracional a Largo Plazo (LTAG, en adelante, por sus siglas en inglés), la industria aérea bajo el liderazgo de OACI logra alinear a los Estados en los marcos adoptados por el Acuerdo de París y con el plazo autoimpuesto para alcanzar las emisiones netas.
Desde la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) dicen en un comienzo que para que esto se manifiesta se requieren políticas públicas efectivas y no contrarias. Los impuestos no están entre las alternativas.
“El compromiso de la industria de la aviación de lograr cero emisiones netas de CO2 para 2050 requiere políticas gubernamentales de apoyo. Ahora que los Gobiernos y la industria están enfocados en el cero neto para 2050, esperamos iniciativas políticas mucho más sólidas en áreas clave de descarbonización”, dice Willie Walsh, director general de IATA, en octubre 2022.
Para IATA, se debe avanzar en los siguientes puntos clave. Primero, incentivar la capacidad de producción de los llamados combustibles sostenibles de aviación (SAF). En segundo lugar, tener una determinación transversal en los países para bajar la decisión adoptada a nivel local. Finalmente, conducir las acciones políticas para conseguir los objetivos planteados.
La Asamblea de la OACI se da apoyo el Plan de Compensación y Reducción de Carbono para la Aviación Internacional (CORSIA). Se trata de un punto importante porque continúa con compromisos adoptados en base a medidas de mercado para gestionar la huella de CO2 generada por la aviación. En las sesiones, se acuerda estabilizar las emisiones de la aviación en un 85% al nivel de 2019.
Fotografía portada – Issan Valenzuela