Desde el comienzo de los tiempos, la presencia de la mujer trasciende en la historia. En la aviación no es la excepción y protagonismo está desde los albores de esta industria. Margot Duhalde es sin duda una de ellas. Oriunda de regiones, es la primera mujer piloto de guerra en Chile. Sus logros confirman que cuando hay vocación, perseverancia no hay fronteras para conseguir lo sueños.
Los inicios
Margot Duhalde Sotomayor nace el 12 de diciembre de 1920, en la localidad de Río Bueno. Proveniente de una familia vasco-francesa, es hija de don Maximiliano Duhalde Retamal y Rosa Sotomayor Arriagada en el fundo Trafun. Aficionada por los deportes, le despierta el “bichito por la aviación” al observar -como lo hacen los spotters en la actualidad-, las aeronaves de la Línea Aérea Nacional (LAN) que sobrevolaban cerca de su casa.
Según los registros de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), la caída de un avión en un potrero cerca de su casa le permite tocarlo. Afirman que desde ese momento la marca para la posteridad al decidir ser aviadora.
Puede resultar curioso que un accidente aéreo impulse a seguir una carrera aeronáutica. Sin embargo, se puede comprender por la acumulación de experiencias derivadas de la observación de los aviones así como el ideal personal de contribuir a una perfección para evitar que ese tipo de tragedias vuelvan a repetirse.
Con todo, pese a los vientos en contra
Con 16 años y acompañada de su padre, llega al Club Aéreo de Chile (hoy el Club Aéreo de Santiago – CAS). Ahí, se inscribe como socia para realizar su primer curso de vuelo. En ese lugar, con determinación debe enfrentar los primeros prejuicios.
Los instructores de esa época sólo acostumbran a enseñar a hombres. Ver a una mujer intentar surcar los cielos y más encima menor de edad no es visto con “buenos ojos”. Pese a ello, sigue con sus objetivos.
En una de las últimas entrevistas realizadas en televisión, también cuenta que en su primer vuelo no lo pasa bien. “La verdad es que este primer vuelo que hice no me gustó, pues terminé muy mareada, nunca había imaginado que volar exigía no solo una preparación técnica y teórica sólida, sino una condición física óptima”, dice a Canal 13 en julio de 2017. Probablemente, ese vuelo es más exigente que lo normal, hecho quizás intencionalmente, para que desista de su sueño de ser piloto.
Pese a ello, la pasión no la detiene. En Santiago, realiza visitas frecuentes al aeropuerto de Los Cerrillos, principal terminal aéreo de Chile, donde llegan y salen todos los vuelos comerciales. Ahí conoce al pionero de la aviación chilena César Copetta, quien le enseña mecánica de aviación y las características de los Cirrus como los Gipsy Moth (el primer avión de LAN).
Finalmente, el 30 de abril de 1938, con 17 años da su examen final ante una comisión de pilotos civiles y militares. Superando las limitaciones culturales, recibe sus “Alas de Piloto” materializando su sueño y dando inicio a una nueva carrera.
Rumbo a Europa
Al otro lado del Atlántico los países están en guerra. Estalla la Segunda Guerra Mundial y los países invadidos por la Alemania nazi buscan reorganizar las fuerzas en el exilio.
El 11 de abril de 1941 parte desde Chile en el Comité Nacional de Francia Libre con 13 voluntarios. Sólo dos son mujeres, Margot Duhalde, incluida. Sabiendo que su futuro es incierto con la posibilidad de no volver a pisar la tierra, llega en mayo a Liverpool. Allí forma parte de la Fuerza Aérea de Francia Libre, del general Charles De Gaulle.
Posteriormente, y sin saber inglés, se presenta en el aeródromo de Hatfield donde opera la escuadrilla de mujeres de Transporte Aéreo Auxiliar (ATA, por sus siglas en inglés) de la Real Fuerza Aérea Británica (RAF). Se trata de una división para transportar aviones desde las fábricas hasta los lugares de combate. Tiene la oportunidad de volar emblemáticos aviones como los “Spitfires”, “B-25”, “A-20”, “Hurricane” y “Tempest”. También conoce al propio Winston Churchill y a Charles De Gaulle.
En junio de 1942, la destinan al aeropuerto de Luton, en las afueras de Londres. Ahí, aprende a volar el avión Hart de 640 caballos de fuerza. En su estadía aprende más sobre navegación aérea, meteorología, mecánica de aviación, aerodinámica, permitiéndole profesionalizar su carrera.
Tras la derrota de la Alemania nazi y el fin de la guerra, sigue trabajando para la Fuerza Aérea Francesa. Primero, sigue viviendo en Inglaterra y más tarde se traslada a Marruecos.
Regreso a Chile
La aviadora regresa a Chile a principios de 1947. En el país, continúa trabajando como piloto particular y comercial para la compañía aérea Lipa-Sur.
El 02 de abril de 1953 viaja a los Estados Unidos, para iniciar un curso de controlador de tránsito aéreo (ATC). Tras finalizar los estudios correspondientes, trabaja durante tres años en distintos aeropuertos del país del Norte para volver en 1956 nuevamente a Chile. Las torres de los aeropuertos Los Cerrillos y Cerro Moreno (hoy Andres Sabella) tienen el honor de contar con su figura.
En 1959 regresa al aeródromo de Tobalaba en Santiago, pero como jefa del Aeródromo. En paralelo, comienza a trabajar como instructora de vuelo básico y avanzado. Antes de finalizar la década siguiente, en 1969, llega hasta Punta Arenas donde también se desempeña como instructora radicándose por 30 años.
Por su gran legado en Europa y, especialmente, en Chile, Margot Duhalde es ascendida por el Gobierno de Francia al grado de Comendador de la Legión de Honor en 2006. Retirada en parte de la aviación, fallece en Santiago en 2018.
Duhalde es sin dudas una pionera. Precursora de la aviación femenina en Chile y Sudamérica, además de ser la primera piloto de guerra y comercial, también deja en alto la labor que ejercen los controladores aéreos.
Como parte de los honores, la Casa de Moneda de Chile está llevando una campaña para destacar a mujeres pioneras en la historia del país. Margot Duhalde está entre una de las postulantes.
Fotografía portada – Archivo Histórico