Oriunda de Los Andes, la teniente 2º María Isabel Hormazábal, es una pionera de la aviación chilena. En su corta carrera tiene el orgullo de ser la primera piloto de helicópteros de la Aviación Naval de la Armada de Chile. Sin duda, un logro que demuestra su esfuerzo y de que no hay obstáculos imposibles de superar.
“Para mí ha sido un orgullo poder cumplir mi sueño”, cuenta de manera distendida y alegre. “Desde chica siempre quise ser piloto, pero el poder complementarlo con ser piloto de la Armada de Chile es un orgullo mayor”.
De cara a una nueva conmemoración del Día de la Mujer (8M), resalta que la positiva evolución que tiene la inclusión en la Armada considerando que recién en 2010 emerge la primera generación femenina de la institución. La teniente Hormazábal pertenece a la sexta. Al realizar un repaso de su historia y del rol que cumplen otras mujeres en la Institución, muestra una satisfacción.
“La verdad, la inclusión de la mujer no es un tema en la Institución. Uno revisa y ya está incluida en distintas especialidades y en el trabajo a fin no se ve como un problema que haya una mujer. Jamás he visto discriminación, por el contrario”, nos cuenta.
Como parte de un proceso continuo de aprendizaje resalta que los primeros cambios (positivos) comienzan desde el ingreso a la Armada. Es ahí, cuando en el ingreso la presencia de una mujer obliga a todos a terminar con prejuicios. “Al estar en la Escuela Naval con puros hombres, ya se va rompiendo el estigma del mundo machista. No he tenido ningún problema”, reafirma.
Una carrera ascendente
En sus pocos años en la Armada, la teniente Hormazábal desempeña quizás uno de los roles más cercanos con la gente. Como parte del Escuadrón de Helicópteros de Propósito General HU-1, sus misiones la llevan a salvaguardar vidas, especialmente, en las temporadas de verano (15 de diciembre al 15 de marzo), cuando distintos helicópteros están en alerta para salvar a las personas en el mar cuando hay un llamado o para apoyar a la comunidad.
Para llegar al puesto que tiene actualmente, debe seguir el conducto regular. “El proceso comienza con el ingreso a la Escuela Naval. Es una formación de cuatro años, posteriormente, uno sale al servicio y termina con el grado de guardiamarina. Ahí es cuando uno hace el viaje en la Esmeralda que es el crucero de instrucción”, comenta.
Posteriormente, se desempeña en distintas unidades, incluyendo buques de guerra o de propósito general. Recién después de tres años de subteniente, puede postular a distintas especialidades que se ofrece, siendo una de estas la aviación naval.
“Cuando estaba en el colegio, no tenía conocimiento de que existía la aviación naval dentro de la Armada. Siempre me llamó la atención el tema de los barcos: la Esmeralda y los viajes que hace alrededor del mundo. Cuando postulé y me enteré de que existía la aviación naval, dije ese mi Norte quiero estar allá”, agrega.
A bordo de los nuevos Airbus H125, la teniente Hormazábal desempeña distintas misiones de patrullaje según la jurisdicción desde La Serena, por el Norte, hasta Santo Domingo, por el sur, además de Viña del Mar, por la cercanía de donde operan. Como tiene poco tiempo como helicopterista todavía no habla de anécdota, pero sí de satisfacción por contribuir.
“La verdad más que anécdota es la adrenalina y el orgullo de poder estar haciendo algo por la comunidad. Es algo que no tiene precio ni comparación como es salvar la vida”.
Con una promisoria carrera por delante. Sabe que todavía hay que metas que alcanzar y desafíos por cumplir. Si bien por ahora está cumpliendo su sueño, es consciente de que las necesidades de su país la pueden llevar a tomar otros rumbos.
“Me encanta volar y ser piloto de helicópteros. Claramente, uno de mis sueños es ser piloto de Cougar, siento que todos los helicopteristas los tienen. Pero si tengo que volver a navegar también voy a hacerlo feliz porque uno primero es marino y después es piloto”.
Más que pionera
María Isabel es la primera de muchas mujeres piloto de helicópteros e integrantes de la Armada de Chile. De cara a las nuevas generaciones, invita a muchas a perseguir sus sueños con perseverancia y dedicación, pero principalmente a romper estigmas.
“Que no tengan miedo”, les dice. “A las mujeres que quieren (ingresar a la Armada), simplemente, que no tengan miedo de que se saquen el estigma de lo machista y que no se la van a poder. Todo depende de uno. Los sueños están para cumplirse”.
Hoy no habla de ser una pionera, aunque en su interior sabe que es historia viva y que la posteridad la recordará. “Me encantaría que me recuerden por la carrera que voy a tener y porque quiero inculcar que porque alguien nunca lo ha hecho no significa que nadie lo va a poder hacer”, finaliza.
Marinero Carvajal: “Orgullosa de estar y ser lo que soy…”
En sus misiones, la teniente Hormazábal está acompañada de una tripulación, necesaria para atender cualquier emergencia o contingencia que se presente. Además del mecánico de la aeronave y el rescatista, está la capitán de aeronave cuya función es asistir al piloto.
Como reflejo de los nuevos tiempos, hoy ese rol también está a cargo de una mujer: la marinero 1º, mecánico de aviación, Valeria Carvajal Lobos. Integrante reciente de la aviación naval de la Armada de Chile, resalta la ventaja de trabajar con mujeres simplemente por la afinidad que existe. Sin embargo, en los turnos en tierra como en las misiones en el aire, no hay diferencias porque todos son partes de un mismo equipo.
“Personalmente, me hizo sentir más cómoda. Sentirse más confianza de estar con una mujer, porque llevo muy poco de capitán de aeronave. Siento que tenemos que ser como un grupo, un equipo y trabajar en conjunto. Si uno se equivoca fallamos todos”, explica la marinero Carvajal.
Al contar su historia no oculta los desafíos que se presentan, especialmente en un mundo en el que predomina el género masculino. Sin embargo, ello no implica que las cosas se vuelvan imposibles. Todo es parte de un proceso constante de adaptación dentro una positiva evolución.
“Sin duda, fue algo nuevo, especialmente, cuando te encuentras en un mundo lleno de hombres. Mujeres hay, pero pocas. Con el tiempo me he ido adaptando, así como los hombres se han adaptado a que haya mujeres”, agrega. En ese sentido, resalta el apoyo permanente que recibe de los distintos mandos de la Armada de Chile. “Se nota mucho el apoyo de los hombres y de la Institución de que te sientas cómoda, ayuda que no existan diferencias sólo por el hecho de que eres mujer o eso no lo hagas por tu género”.
También con un largo camino por recorrer y volar, sus metas son seguir aprendiendo para progresar. Aunque no lo manifiesta del todo, si reconoce que sus pequeños pasos la convierten en una pionera, que junto con la teniente Hormazábal y a muchas otras mujeres, estarán en los annales de la historia de aviación chilena. “Me siento orgullosa de estar y ser lo que soy”.
Fotografías artículo – Simón Blaise O. / Issan Valenzuela