Como en muchos rubros, la mujer está presente desde el comienzo de la historia. La aviación no es la excepción. Hace más de 100 años, en 1914, una joven argentina destaca en su época al convertirse en la primera aviadora de su país y de toda Sudamérica. Su nombre: Amalia Celia Figueredo.
Hija de un comerciante y de una dueña de casa, nace en Rosario en 1895. Cuatro años después, la familia se muda a Capital Federal, lugar donde cursa los estudios primarios y secundarios en el colegio Nuestra Señora de las Victorias. Ahí, egresa con el título de maestra para luego ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
En 1914, otra mudanza, esta vez a Villa Lugano, sella su futuro. En el aeródromo de ese lugar, conoce a dos pioneros de la aviación argentina quienes impulsan su carrera. Villa Lugano es especial. Se trata del primer aeródromo de Argentina, inaugurado el 23 de marzo de 1910 como parte del Centenario de la República, y que por esos años es sede de la incipiente actividad aeronáutica.
Los comienzos
Al igual que la mayoría de los jóvenes, a los 19 años, Amalia está dedicada a sus estudios. Sin embargo, su pasión la lleva a destinar parte de su tiempo a visitar el aeródromo de Villa Lugano, lugar donde conoce a Paul Castaibert, un aviador constructor francés, y a Jorge Newbery, pionero de la aviación argentina, quien probablemente viendo su entusiasmo y cualidades, la alienta a perseguir sus sueños de volar.
Figueredo inicia su instrucción con Castaibert en un monoplano Castaibert-Anzani de 25 caballos de fuerza. Como se trata de un monoplaza, la instrucción se realiza en tierra. Sin embargo, en Villa Lugano no le permiten volar sola por lo que se inscribe en la Escuela de Aviación de San Fernando (al norte de Buenos Aires) donde toma instrucción en tierra como en el aire.
En su nueva escuela, el instructor es el piloto francés Marcel Paillete, pero con el comienzo de la guerra en Europa, se ve en la obligación de regresar a Francia. La instrucción queda a cargo del piloto uruguayo Ricardo Detomasi, de 23 años. Ambos contemporáneos, realizan las clases en un biplano Farman con el doble de potencia.
Lista con las lecciones, se fija su examen para el 06 de septiembre de 1914. Todo parece comenzar bien, hasta que una soltura en los tensores de la aeronave hace que esta pierda el control afectando el vuelo. Sin duda, su pasión, aprendizaje y también la voluntad de salir adelante, hacen posible que tome el control logrando un descenso gradual para volver a tierra. El examen se pospone para un mes después.
El examen
Como estaba previsto, el 01 de octubre es momento de rendir nuevamente el examen. Ante el ingeniero Carlos Irmscher y Carlos Borcosque, examinadores del Aeroclub Argentino, realiza un vuelo sobre estos entre dos pilones a quince metros uno de otro, efectuar seguidamente cinco series de ochos entre los pilones, elevarse a 300 metros y descender desde allí con motor para aterrizar en el lugar designado. Tras un breve descanso debe repetir la rutina y descender sin motor hasta aterrizar en el sitio indicado.
La prueba es superada. Ese día obtiene su licencia de Piloto Aviador Nº58 de la Federación Aeronáutica Internacional, expedido por el Aeroclub Argentino.
Como es la primera mujer, llama la atención de la época, incluyendo la de la prensa. Los reportes destacan que su vuelo merece aplausos de los asistentes.
Surcando los cielos
Como muchos pioneros, las exhibiciones aéreas son parte del panorama de la época. No sólo servían para demostrar proezas, sino para ir concientizando del potencial aporte que los aviones tienen para los países y su gente.
Amalia realiza espectáculos aéreos públicos en el hipódromo de Belgrano de Buenos Aires, en la Sportiva Argentina en Palermo y el aeródromo de Villa Lugano. También va a Córdoba y a su natal Santa Fe. En 1915, realiza un histórico vuelo en un Farman biplaza entre Buenos Aires y Rosario, donde tiene un accidente sin consecuencias. Posteriormente, vuela a otras localidades provinciales antes de regresar a Buenos Aires.
Un matrimonio con Alejandro Carlos Pietra la fuerza a dejar los vuelos regulares, pero no la aviación en sí. Su logro de ser la primera mujer piloto de Argentina y de Sudamérica hace que reciba numerosos reconocimientos por parte de distintas organizaciones e instituciones del Estado.
Con Pietra, Figueredo tiene dos hijos: Blanca Noemí y Rodolfo Carlos Pietra Figueredo, quien sigue la carrera militar hasta ser comodoro en la Fuerza Aérea Argentina (FAA). En 1928, Amalia enviuda y comienza a trabajar en el Registro Civil durante 30 años hasta su jubilación. Sin embargo, hay registros de otros vuelos en paralelo como uno a Uruguay, en noviembre de 1941, para visitar a unas aviadoras de ese país.
Reconocimientos
Amalia recibe innumerables distinciones, tanto en Argentina como en el extranjero. Por ser la primera mujer en volar preside el Aeroclub Femenino de la Argentina. En 1952, la nombran socia honoraria del Círculo Militar de Aeronáutica y, en el desfile del 25 de mayo de 1954, es la abanderada del escuadrón de los Pioneros de la Aviación.
En 1964, el Estado argentino a través del brigadier Carlos Armanini, le entrega el brevete de “Aviador Militar Honoris Causa”. Ese mismo año, el Senado, con la presencia del secretario de Aeronáutica y altos mandos de la FAA, la reconocen como la primera aviadora argentina
“La honorable Cámara termina de tributar homenaje merecido a la señora Amalia Figueredo de Pietra, que honra a la mujer argentina y es un ejemplo de heroicidad y patriotismo”, destacan durante la sesión.
En 1968, la aviación civil de Uruguay le otorga la licencia de piloto de ese país, y en Brasil, una gestión de la aviadora Anésia Pinheiro Machado, la condecora con la Orden del Mérito en el grado de Gran Oficial. Tres años después, recibe una medalla de oro al ser designada “Precursora de los Vieilles Tiges”, una entidad que nuclea a los pioneros de la aviación francesa.
El 21 de enero de 1970, por la ley 18.559, se le confiere el título de Precursora de la Aeronáutica Argentina. Dos años después, el Aero Club de Cosquín, en Córdoba, es bautizado con su nombre. En 1979, se le otorga una medalla de plata por parte de la Asociación Aeronáutica Argentina.
Amalia Celia Figueredo fallece el 08 de octubre de 1985 a los 90 años. Sus restos descansan en el Panteón Militar del Cementerio de la Chacarita de Buenos Aires.
El logro de ser la primera mujer en volar a los 19 años tiene repercusión internacional. La primera mujer que obtiene la licencia de piloto en el mundo es la francesa Raymonde de Laroche (Élise Léontine Deroche, su verdadero nombre), el 08 de marzo de 1910 en París.
Fotografía portada - Archivo Histórico