En un intento por no mostrar una pérdida de capacidad espacial, Rusia asegura que está consiguiendo progresos para volver a colocar las cápsulas Soyuz en el espacio. Sin embargo, enfrenta de dificultades que se manifiestan en la incertidumbre que surgen en los pasados días para el lanzamiento de la cápsula MS-23.
El 11 de febrero el desacoplamiento de la nave de carga Progress MS-21 de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) sufre una fuga de refrigerante. El nuevo incidente ocurre a dos meses de la fuga ocurrida en la Soyuz MS-22 en diciembre y obliga inicialmente a retrasar el lanzamiento de la MS-23 hasta los primeros días de marzo con el fin de investigar el problema.
De acuerdo con Roscosmos, la nueva fuga no muestra daños significativos como los de la MS-22. Tras una revisión inicial de la Progress en el espacio (misma que es transmitida en video de alta resolución), se concluye que no es necesario postergar el lanzamiento de la MS-23 por lo que se determina lanzarla el 23 de febrero. No obstante, la decisión final depende de una confirmación de la Comisión de Estado.
Rusia quiere evitar a toda costa cualquier nuevo revés en su programa espacial. En medio del contexto geopolítico internacional, un nuevo retraso podría traducirse en una pérdida de capacidad frente a los avances que muestra los Estados Unidos a través de la cooperación público-privada. De esta manera, Roscomos trabaja a toda velocidad para asegurar que el lanzamiento de la MS-23 se concrete.
De confirmarse la fecha y producirse el lanzamiento, la MS-23 podría llegar a la ISS dos días después. Su arribo ocurriría poco antes de la misión Crew 6 de SpaceX, programada para el 26 de febrero.
En las semanas anteriores, las negociaciones de Roscosmos con la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA), Roscosmos logra que la MS-23 sea lanzada sin tripulación. No obstante, se prevé que se equipe con carga para la ISS. La misión tiene como objetivo traer de regreso a los dos cosmonautas rusos, Sergei Prokopyev y Dmitri Petelin y el astronauta estadounidense, Frank Rubio.
En tanto en el espacio, la nave carga Progress MS-21 se vuelve a acoplar a la ISS para completar las inspecciones. La dañada MS-22 tiene previsto regresar a la Tierra sin tripulación para su correspondiente inspección e inspección.
Las misiones en la ISS es uno de los pocos sectores en los que los Estados Unidos y Rusia cooperan tras el inicio de la guerra en Ucrania. Sin embargo, en la búsqueda de una recuperación de su poderío espacial, Rusia tiene como objetivo iniciar sus propios planes para los próximos años, lo que incluye el lanzamiento de su propia estación espacial. Hasta el momento, el país europeo no continuaría con el proyecto de la ISS después de 2024.
Fotografía portada – Roscosmos