Tras solicitar en octubre 2022 a Lockheed Martin la compra de 40 F-16 y 80 kits de modernización para las aeronaves existentes, Turquía espera que los Estados Unidos autorice la venta en el corto plazo. Si bien la administración de Joe Biden aprueba la venta hasta la fecha no consigue obtener la luz verde del Congreso.
La compra parece estar condicionada a las decisiones geopolíticas de Turquía y como estas son percibidas en los Estados Unidos. Pese a ser miembros oficialistas, algunos senadores del partido Demócrata se oponen a la venta de aeronaves y kits de actualizaciones.
En el Congreso estadounidense, la decisión de no dar el visto bueno a la venta de los aviones puede responder a una medida política para forzar a que Turquía apruebe el ingreso de Suecia y Finlandia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). También se interpreta como una medida para forzar al gobierno de Tayyip Erdogan a cambiar su comportamiento en aspectos como derechos humanos.
Turquía se opone a la inclusión de Finlandia y Suecia a la OTAN. A ambos los acusa de albergar a militantes del proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán, lo que no es aceptado para dar su aprobación a la alianza atlántica.
“Si siguen empujando a Turquía en otras direcciones con sanciones F-16 (y) F-35, y luego Turquía reacciona, culpan a Turquía nuevamente, entonces eso no es un juego justo”, dice el vocero turco Ibrahim Kalin. “Parece que su lista de demandas es interminable. Siempre hay algo”.
Se espera que la situación de la compra de los aviones sea tratada en el viaje que realiza el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu, a Washington D.C. Entre los temas a conversar con las autoridades estadounidenses también están los desacuerdos relacionados con la OTAN y los problemas en Siria.
Para algunos analistas, la compra de los F-16 puede estar condicionada a los sentimientos que produce Turquía en el Congreso estadounidense, especialmente, tras comprar sistema de defensa aérea a Rusia en 2019. Como consecuencia de este hecho, Turquía es expulsado del programa F-35.
En los Estados Unidos, el Congreso puede bloquear una venta a un tercer país a través de una resolución posterior a la notificación formal al fabricante. En oportunidades anteriores, se toman este tipo de decisiones en lo que respecta a armamentos a terceros países, sin embargo, el Presidente tiene la facultad de veto con la que puede rechazar la decisión parlamentaria.
A lo largo de la historia, el Congreso nunca reúne los votos suficientes (dos tercios) para superar el veto presidencial. Considerando el visto bueno de Biden, es poco probable que los actuales congresistas condicionen la venta. En ese sentido, la eventual demora en la aprobación de la venta de los F-16 y los kits de modernización sería una maniobra para presionar y negociar con Turquía los temas pendientes.
Cabe señalar que la revisión de la venta de F-16 a Turquía está en proceso de revisión informal. Por lo tanto, el Departamento de Estado señala que no puede confirmar ni comentar sobre ventas o transferencias de armamento hasta que la administración no solicite formalmente la aprobación del Congreso.
Fotografía portada - Ministerio de Defensa de Turquía