Con el fin de avanzar rápidamente en la descarbonización de la aviación, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) estima que la producción de combustible sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés) será de al menos 300 millones de litros en 2022 lo que representa un aumento de 200%, respecto a 2021. Para 2030, se estima una producción de 30.000 millones de litros lo que marca un punto de inflexión para la industria aérea.
Cálculos más optimistas estiman que la producción total de SAF en 2022 podría alcanzar los 450 millones de litros. Para la aviación, la industria asociada al SAF está al borde de un aumento exponencial de la capacidad.
Dado que otras fuentes de energía como el hidrógeno recién se están explorando y su desarrollo no estará listo en varias décadas, los SAF son los instrumentos más efectivos para reducir las emisiones contaminantes de manera inmediata. De acuerdo con estimaciones de la industria pueden reducir hasta el 80% de las emisiones de CO2 en comparación con el combustible tradicional.
Por lo anterior, se espera que el SAF represente el 65% de la mitigación necesaria de emisiones contaminantes. Para ello, se requiere una capacidad de producción de 450 mil millones de litros anuales hacia 2050.
IATA postula que tras el Acuerdo con Objetivo Aspiracional a Largo Plazo (LTAG) alcanzado en la 41va Asamblea General de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) en octubre, son los Gobiernos los que deben trabajar en políticas públicas para la industria de los SAF. El momento para trabajar en los SAF es el apropiado considerando que tanto autoridades políticas como la industria aérea comparten el objetivo de abordar la problemática del cambio climático.
“Hubo al menos el triple de la cantidad de SAF en el mercado en 2022 que en 2021. ¡Y las líneas aéreas usaron cada gota, incluso a precios muy altos! Si hubiera más disponible, se habría comprado. Esto deja en claro que se trata de un problema de oferta y que las fuerzas del mercado por sí solas son insuficientes para resolverlo”, sentencia Willie Walsh, director general de IATA. “Los gobiernos, que ahora comparten el mismo objetivo neto cero para 2050, deben implementar incentivos de producción integrales para SAF. Es lo que hicieron para lograr una transición exitosa de las economías a fuentes renovables de electricidad”.
De acuerdo con datos de IATA, hasta la fecha se operan más de 450.000 vuelos comerciales usando SAF. Cada vez más líneas aéreas firman acuerdos de compra con distintos proveedores para disponer estos combustibles en el corto plazo, aunque sea en cantidades no significativas para un porcentaje reducido de la operación. En 2022, se firman alrededor de 40 acuerdo de compra por SAF por parte de distintas líneas aéreas en el mundo.
Políticas basadas en incentivos
Como el hidrógeno verde no estará disponible hasta varias décadas cuando existan nuevas aeronaves probadas y certificadas para una utilización eficiente y rentable, toda la descarbonización pasará por los SAF.
Las estimaciones de la industria consideran que la capacidad de producción de SAF crezca más de 400% para 2025 respecto a la base de 2025. Para asegurar el éxito del uso de estos combustibles, incluyendo el suministro adecuado, urge que los Gobiernos establezcan incentivos para la producción.
Si la producción se incrementa, los precios de SAF irán disminuyendo lo que debiera favorecer su adquisición. Considerando la presión medioambiental, las líneas aéreas invertirán en la compra de SAF, la cual hoy está condicionada por sus altos precios y escasa producción.
“El desafío para la aviación es asegurar su suministro de SAF”, expresa IATA. “Para hacerlo con éxito, los Gobiernos deben implementar incentivos para la producción de SAF similares a los que ya existen para el biogás y el biodiesel”.
Fotografía portada - Airbus