Después de tres complejos años provocados por las adversas decisiones tomadas por los Gobiernos por motivos del COVID-19, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA, por sus siglas en inglés) espera un ligero regreso a la rentabilidad en 2023. Sin embargo, el escenario continúa siendo incierto por la coyuntura global, aunque una perspectiva más optimista.
Con el COVID-19 ya en el pasado en muchos países, las líneas aéreas esperan que en 2023 logren una pequeña utilidad neta de US$4,7 mil millones que equivale a un margen neto de 0,6%. Será la primera señal de recuperación del sector después de tres años de crisis con dos años de severas afecciones por los impactos causados por los cierres de fronteras y restricciones de movilidad.
“La resiliencia ha sido el sello distintivo de las líneas aéreas en la crisis de COVID-19. Mientras miramos hacia 2023, la recuperación financiera tomará forma con una primera ganancia de la industria desde 2019. Esto es un gran logro considerando el daño financiero y económico causado por las restricciones pandémicas impuestas por los Gobiernos”, comenta Willie Walsh, director general de IATA.
Pese a los avances importantes conseguido por la capacidad de adaptación que tienen las líneas aéreas en la actualidad, IATA señala que no hay espacio para la tranquilidad. Con una serie de eventos a nivel internacional, los mercados todavía presentan una alta volatilidad. Esto, sin mencionar a las restricciones que los Gobiernos todavía colocan por el COVID-19.
Si a lo anterior, se le suma la situación financiera particular de cada compañía aérea, la situación de la industria aérea tiene numerosos desafíos pendientes. La mayoría dependen de factores externos como de las decisiones que tomen Gobiernos.
“Muchas líneas aéreas son lo suficientemente rentables como para atraer el capital financiero necesario para impulsar la industria a medida que se descarboniza, pero muchos están luchando por una variedad de razones. Estas incluyen regulaciones onerosas, altos costos, políticas gubernamentales inconsistentes, infraestructura ineficiente…”, puntualiza Walsh.
Situación para 2022
Para 2022, IATA estima que las líneas aéreas perderán US$6,9 mil millones. Se trata de una mejora importante considerando las perspectivas de la propia organización por US$9,7 mil millones realizadas en junio.
Las mejores perspectivas para el cierre del año responden al fortalecimiento de los yields, especialmente de pasajeros, por la alta demanda de viajes que se generan tras el término de las restricciones COVID-19. La combinación de alta demanda y altos precios es parcialmente ideal para las líneas aéreas porque pueden aprovechar el momento para compensar las pérdidas generadas por las restricciones.
Sin embargo, sólo representa una mirada parcial. Si bien los pasajes a precios altos favorecen los ingresos, la industria aérea está enfrentando más costos en combustibles, laborales y de operaciones, lo que hace que no todo lo que ingresa se transforma en beneficios.
Para fin de año, se espera que los yields de pasajeros crezcan un 8,4% en comparación con el 5,6% que se anticipa en junio. Esto resultado favorecerá que los ingresos de pasajeros aumenten de US$239 mil millones en 2021 a US$438 mil millones en 2022.
La carga seguirá jugando un papel importante para reducir las pérdidas. Se espera que los ingresos alcancen a los US$201,4 mil millones. Se trata de una mejora respecto a los pronósticos de junio y más del doble de los US$100,8 mil millones de 2019.
Se espera que los ingresos generales crezcan un 43,6% en comparación con 2021. Para cerrar en los US$727 mil millones.
Riesgos
Para 2023, se presenta un escenario desafiante. Si bien el retorno a la rentabilidad es beneficioso, hay factores que preocupan como la caída en las expectativas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) global del 3,4% en junio al 2,9% y los retrasos en la eliminación de las restricciones en varios mercados, en particular China.
En junio, IATA anticipa que el tráfico de pasajeros alcanzaría el 82,4% respecto a los niveles previos a la pandemia. Sin embargo, se espera que la recuperación disminuya a los 70,6%. Con la desaceleración de las economías, la carga aérea también sufrirá un retraso llegando al 98,4% de los niveles de 2019 y no al crecimiento de 11 puntos porcentuales esperados.
También están los aumentos de los costos. Los precios del combustible están en promedio en US$138,8 por barril para el año que son considerablemente más altos que los US$125,5 anunciados en junio. Los costos están incrementando el gasto por combustible que llegará a los US$222mil millones a fines de este año.
“Que las aerolíneas hayan podido reducir sus pérdidas en 2022, ante el aumento de los costos, la escasez de mano de obra, las huelgas, las interrupciones operativas en muchos centros clave y la creciente incertidumbre económica dice mucho…”, agrega director general de IATA.
Perspectivas para 2023
Para 2023, se espera que las líneas aéreas alcancen la rentabilidad recuperando en gran parte el escenario financiero de 2017. IATA dice que el beneficio neto global será de US$4.700 millones sobre unos ingresos esperados por US$779.000 millones (0,6 % de margen neto).
Los principales riesgos están en la presión inflacionaria y la recesión de algunas economías. Ambos factores afectarían a la demanda y con ello la recuperación. A esto, se agrega el alto precio del petróleo, pese a una disminución esperada. Sin embargo, la recesión de economías en distintos países amenaza con desacelerar la demanda.
El caso de una flexibilización de China por las restricciones de COVID-19 se espera que recién comiencen a ocurrir en la segunda mitad de 2023. Sin embargo, no hay certeza de ello considerando el uso político del control sanitario. Al respecto, IATA indica que una prolongación de las políticas de Cero COVID de China afectaría negativamente las perspectivas.
Si se materializan, las propuestas de aumento de los cargos o impuestos de infraestructura para apoyar los esfuerzos de sostenibilidad también podrían reducir la rentabilidad en 2023.
“A pesar de las incertidumbres económicas, hay muchas razones para ser optimistas acerca de 2023. La inflación más baja del precio del petróleo y la continua demanda reprimida deberían ayudar a mantener los costos bajo control a medida que continúa la fuerte tendencia de crecimiento. Al mismo tiempo, con márgenes tan pequeños, incluso un cambio insignificante en cualquiera de estas variables tiene el potencial de cambiar el saldo a territorio negativo. La vigilancia y la flexibilidad serán clave”, sentencia Walsh.
Fotografía portada – Simón Blaise O.