Como medida de seguridad preventiva, el Pentágono suspende temporalmente la entrega de Lockheed F-35A Lighting II luego que funcionarios descubriesen que uno de los componentes contiene materiales producidos en la República Popular China. Si bien el Departamento de Defensa de los Estados Unidos indica que el componente cuestionado no afecta la aeronave, la presencia de este levanta preocupaciones que merecen ser investigadas.
“No transmite información ni daña la integridad de la aeronave y no hay riesgos de rendimiento, calidad o seguridad asociados con este problema”, señala Russell Goemaere, portavoz de la Oficina del Programa Conjunto (JPO, por sus siglas en inglés) del F-35.
Pese a la detención de las entregas, las operaciones de vuelo de la flota en servicio se mantienen. Las entregas continuarán suspendidas hasta nuevo aviso, probablemente hasta no tener certezas de que el componente fabricado en China no represente ningún tipo de riesgos. Sin embargo, no se descarta que este sea reemplazado por otro de fabricación estadounidense o de alguno otro país aliado.
La paralización de las entregas afecta a sólo tres F-35 por ahora, según un vocero de Lockheed Martin. El fabricante no confirma el destino de los aviones y cuál será el futuro más inmediato.
El Pentágono y Lockheed Martin se enfocarán en investigar las causas de este hecho y como evitar que situaciones similares se repitan. Por su parte, la Agencia de Gestión de Contratos para la Defensa (DCMA) notifica a la JPO que los componentes no cumplen con las disposiciones del Gobierno de los Estados Unidos por el hecho de estar producidos en la República Popular China.
La paralización de la producción responde a un imán que se utiliza en las bombas de la turbo máquina de los cazas. El componente forma parte del paquete de energía integrado (IPP) y su funcionamiento guarda relación con el suministro de energía eléctrica para arrancar el motor y para el suministro de aire para enfriar los sistemas de la aeronave. También sirve para que la turbomáquina funcione como Unidad de Potencia Auxiliar (APU) proporcionando energía al avión cuando está en tierra o durante emergencia.
El Pentágono insiste en asegurar que no hay un riesgo de seguridad. En sus comunicados advierten que no hay transmisión de información, no daña la integridad de la aeronave, y no afecta la calidad o el rendimiento de los componentes, así como la seguridad del avión. Sin embargo, todavía faltan investigaciones correspondientes de cuyos resultados podría derivar o no un escalamiento del problema. Mientras tanto, la detención de las entregas es para garantizar el cumplimiento de las disposiciones gubernamentales.
Mientras tanto, los distintos contratistas participantes en el programa del F-35 indican que han encontrado fuentes alternativas para la aleación que se utilizará en las futuras turbomáquinas. En Lockheed Martin, agrega que están trabajando con los socios y el Departamento de Defensa para garantizar el cumplimiento contractual dentro de la cadena de suministro. En ese sentido, Honeywell, proveedor encargado del sistema cuestionado, ya está informado que una de las empresas con las que trabaja está utilizando material fabricado en China.
El fabricante señala que el F-35 sigue siendo una aeronave segura. Lockheed Martin tiene que entregar entre 148 y 153 cazas de este modelo en 2022. Pese a la detención en las entregas, la fabricación de las aeronaves y ensayos de vuelo continúa con normalidad.
Fotografía portada – Lockheed Martin