La presión política por imponer restricciones a los vuelos de corto alcance para atender la demanda de grupos ecologistas amenaza con afectar a la aviación civil y corporativa. Francia estudia limitar los vuelos en aviones privados no comerciales con fines particulares y de empresas. La razón generar mayores esfuerzos para reducir contra el cambio climático y el consumo de energía.
“Creo que hay que actuar y regular los vuelos en jet privado. Se están convirtiendo en el símbolo de un esfuerzo a dos velocidades”, dice Clément Beaune, ministro de Transportes de Francia, en el diario Le Parisien.
La sólo idea está generando una serie de reacciones adversas por afectar uno de los sectores más dinámicos del transporte aéreo y que al igual que otros rubros representa un aporte al desarrollo económico y social de los países. La decisión amparada prácticamente en una cuestión política afecta choca no sólo con el desarrollo de todo un sector, sino que también destruye los esfuerzos de fabricantes y operadores por avanzar hacia operaciones más sostenibles con una nueva generación de aviones más eficientes.
La idea de Beaune va en directa relación con lo planteado por el partido Europa Ecología-Los Verdes (EELV). La semana pasada, Julien Bayou, secretario general de la colectividad, sugiere a la prensa la intención de prohibir los vuelos privados para reducir el consumo de energía.
El ministro de Transportes francés busca plantear su propuesta al término del verano cuando el gobierno de Emmanuel Macron anuncie el llamado “Plan de Sobriedad” con una serie de medidas y objetivos para afrontar el cambio climático, aunque el enfoque principal es la crisis energética que podría enfrentar Europa con el corte de suministro de gas desde Rusia como respuesta al bloqueo que algunos países de Occidente le imponen por la guerra en Ucrania.
Beaune considera que para reducir los vuelos privados y corporativos podría imponer restricciones o bien generar incentivos para que las empresas o los particulares no utilicen el avión y prefieran otros medios de transportes como el tren o vuelos comerciales de líneas aéreas en tramos de duración de dos horas y media. También no descarta obligar a las empresas a hacer públicos los usos de aviones corporativos. Otra alternativa es incluir a la aviación privada en el futuro impuesto verde que está diseñando la Unión Europea para reducir las emisiones contaminantes.
De prosperar la idea, Francia plantea llevar su propuesta a la Unión Europea con el fin de que se aplique en todos los países miembros. De concretarse, la aviación civil y corporativa enfrenta un escenario adverso en Francia como en la mayoría del Viejo Continente, uno de los mercados de aviación privada más importantes a nivel mundial. Considerando el carácter global que están alcanzando grupos de interés ecológicos, no se descarta que ideas similares puedan ser asumidas por otros gobiernos en el resto del mundo.
Según la Asociación Europea de Aviación Corporativa (EBAA, por sus siglas en inglés), la aviación privada contribuye a la economía con US$99.900 millones al año. Cualquier medida que limite la actividad amenaza con un impacto económico en todo el bloque entre operadores, fabricantes y FBO, además de poner en riesgo fuentes de trabajo directos e indirectos.
Fotografía portada – Dassault (Referencial)