Desde el inicio de los tiempos, el cielo cautiva la imaginación del ser humano. A lo largo de la historia, el espíritu aventurero de muchos hombres de todas partes del mundo lleva a una carrera por conquistar aquella dimensión inmensa sobre la faz de la tierra. El avance de la tecnología, especialmente, a mediados del siglo XIX con la Revolución Industrial, permite el desarrollo de los medios de comunicación y de los transportes. Con esto, también ansiado anhelo de volar.
Con más fracasos que éxitos, los experimentos de la temprana carrera aeronáutica dan cuenta de los años difíciles para los intrépidos y aventureros hombres que se embarcan en ella. Sin embargo, las hazañas en 1903 de Alberto Santos Dumont, quien realiza primer vuelo con un circuito preestablecido, o el popular vuelo de los hermanos Wright, marcan un punto de inflexión transformando una carrera de inventos en una nueva era del transporte mundial. Sus primeros vuelos inician un verdadero fervor que se extiende por todo el mundo y cuyos resultados dan vida a este medio que hoy es sinónimo de tecnología, desarrollo económico y progreso social.
Chile no está ajeno a esa realidad. Hacia 1909, el país también comienza a vivir la experiencia de los primeros vuelos con José Luis Sánchez Besa o Emilio Edwards como los primeros pilotos chilenos que vuelan en Europa. Pero es en 1910, cuando David Echeverría y Miguel Covarrubias, optan por traer el primer aeroplano a Chile. Para ello se ponen en contacto con la fábrica Bonet y Cía en Francia, para comprar un Demoiselle fabricado por Santos Dumont, pero al momento de adquirir la aeronave, la fábrica quiebra lo que obliga a buscar alternativas. Las opciones son las aeronaves Farman o Voisin.
La decisión es por el biplano Voisin equipado con un motor Gnome de 50 caballo de fuerza (hp). El modelo adquirido es una variante de la originalmente seleccionada. La aeronave es más moderna que su “antecesora” ya que cuenta con alerones y carece de planos verticales de las alas. La intención de Echeverría es exhibir un avión
De las carreras de autos al cielo
David Echeverría es corredor de autos y su interés por la incipiente aviación lo lleva a planificar una exhibición en el entonces Parque Cousiño de Santiago (conocido hoy como Parque O’Higgins) para celebrar el centenario del inicio de la República. Para sus competencias, trabaja con el taller de César y Félix Copetta, a quienes les comentan sus intenciones junto con seleccionar su taller para armar el pequeño biplano.
El entusiasmo por la máquina voladora despierta en los Copetta el interés por volar. César solicita a Echeverría la posibilidad de realizar un curso de vuelo en Francia para probar el avión adquirido, petición a la que accede con gusto.
Siguiendo la idea de honrar a la República de Chile, César Copetta se propone como objetivo volar el Voisin en el Club Hípico en septiembre de ese año coincidiendo con las Fiestas Patrias. Su regreso de Francia se produce en agosto, por lo que llega el momento de efectuar las pruebas de vuelo correspondientes para que todo esté perfecto para la verdadera exhibición.
Echeverría comienza a buscar terrenos alejados del radio urbano de Santiago para probar la aeronave. Así, llega hasta la chacra de Valparaíso, ubicada al oriente de la capital en lo que es la actual comuna de Nuñoa de Santiago. Solicita a Ramón Cruz, su propietario, el permiso correspondiente para armar y probar el Voisin.
El 21 de agosto de 1910 el Voisin está listo para ser probado. La noticia se esparce por la capital y la muchedumbre curiosa llega hasta la chacra para ver la exhibición. A las cuatro de la tarde, la aeronave se coloca en la improvisada pista en medio de la expectación de la gente.
Con César sentado en los controles, Félix se encarga de la partida enciendo el motor. A la señal del piloto, la aeronave se suelta y a “rienda suelta” corre por la chacra hasta elevarse en medio del entusiasmo de la improvisada junta.
La alegría de los presentes es total. Volar es Chile es una realidad. Aunque el primer vuelo dura poco tiempo, es un éxito completo. Para un segundo intento, Copetta invita a Echeverría ser el primer pasajero, aunque debe ir sentado en una incómoda posición detrás del piloto. Pese al riesgo que representa logran volar y aterrizar, aunque las ruedas del Vousin caen en una acequia. Con pleno entusiasmo, se realiza un tercer vuelo. Lamentablemente, al despegar el avión se inclina de costado izquierdo haciendo que el ala choque con el terreno destruyéndose parte de esta y la hélice.
La aeronave entra en reparaciones hasta enero de 1911, por lo no puede ser exhibido para las Fiestas Patrias. Sin embargo, el logro estaba concretado: Chile está la “era de la aviación”.
El legado
Desde la experiencia de la chacra de Valparaíso todo es posible. Los Copetta realizan numerosas exhibiciones en Santiago, repitiendo su experiencia en los jardines del Parque Cousiño, luego en localidad Batuco cuyo paisaje cuenta con mejores condiciones de seguridad para el vuelo. Sin pensarlo, el lugar que se convierte en el “primer aeródromo” se ubica muy cerca de los terrenos donde seis décadas después se ubicaría el aeropuerto Arturo Merino Benítez de la capital chilena.
Las exhibiciones aéreas en el Parque Cousiño maravillaban a todos. Como ocurre en las ciudades de Europa, el avión es el centro de atracción de los santiaguinos. El Presidente Ramón Barros Luco y los altos mandos de las Fuerzas Armadas ven en la aeronave una herramienta para la defensa nacional por lo que deciden apoyar las distintas iniciativas aeronáuticas.
En el mundo, especialmente en Europa, la aviación tiene un desarrollo rápido con la puesta en operaciones de nuevos y más potentes aeroplanos. Dado los comentarios del vuelo de Alberto Santos Dumont en París, el Gobierno de Chile decide comisionar a Pedro Pablo Dartnell, para que efectuar un estudio acerca del servicio aéreo francés. Paralelamente, el teniente coronel Mariano Navarrete, agregado militar de Chile en Francia, informa a sus superiores en Santiago la necesidad de incorporar a la aviación como arma para la defensa del país. Así, en enero de 1913, se crea la primera Escuela Aeronáutica Militar, institucionalidad previa a la Fuerza Aérea, y tres meses más tarde, el Aero Club de Chile.
Fotografía portada – Museo Nacional del Aire y el Espacio