Después de más de dos décadas, República Dominicana podría a volver a contar con una línea aérea de gran relevancia. Por la capacidad y proyecciones que promete, Arajet se alza como el nuevo operador que podría revivir lo que por años aporta la emblemática Compañía Dominicana de Aviación.
Fundada en 1944 bajos los aleros directos de Pan American World Airways, Compañía Dominicana de Aviación o Dominicana de Aviación como se la termina conociendo es la gran línea aérea de República Dominicana. Antes del aterrizaje de los operadores internacionales que hoy dominan los cielos de la isla, es la encargada de brindar conectividad enlazando tanto sus ciudades con el resto de las Américas e incluso Europa.
Su lugar en la aviación de la región la colocan en los lugares de emblemáticas compañías como VIASA en Venezuela, Ecuatoriana de Aviación en Ecuador, British West Indies Airways (BWIA) o Air Jamaica, Faucett o AeroPerú en el Perú. Como muchas de estas, los malos manejos de las finanzas y una gestión estatal no siempre adecuada, entre otras variables, ponen fin a décadas de trabajo y pasión que forjan la conectividad aérea del Caribe.
Dominicana de Aviación se crea el 04 de mayo de 1944. Si bien nace con el apoyo de la compañía de Juan Trippe, es una compañía estatal siendo la línea aérea de bandera de República Dominicana. Sus primeras operaciones consisten en vuelos domésticos conectando Santo Domingo con Barahona, La Romana, Montecristi, Puerto Plata, San Juan de la Maguana y Santiago de los Caballeros.
Con la necesidad de conectar a República Dominicana con el resto del mundo, el Estado gestiona el inicio de los vuelos internacionales. La dimensión insular del país obliga a recurrir a la aviación como el principal medio de transporte. Así, en 1951 y con un sello nacional profundo, comienza a operar rutas de alta demanda como Miami, Nueva York, San Juan y Madrid, destinos a los que viajan los ciudadanos dominicanos.
Aprovechando el material disponible, la flota inicial se conforma con los Douglas DC-3 y DC-4. Posteriormente, se incorporan los Curtiss C-46 y más tarde los DC-6, este último considerado como uno de los “caballitos de batalla” de las rutas internacionales antes de la llegada de la era del jet.
Hasta 1959, todos los vuelos se realizan desde el aeropuerto General Andrews en Santo Domingo. Posteriormente, se trasladan al nuevo aeropuerto de Las Américas. También establece una segunda base en la ciudad de Puerto Plata.
En la década de 1960, Dominicana de Aviación incorpora los McDonnell Douglas DC-8, su primer avión a reacción, que lo utiliza en las rutas internacionales de alta demanda y de larga distancia. Para los vuelos cortos, selecciona al DC-9. Más adelante compra directamente a Boeing los B727 (modelos -100/-200) que se transforman en uno de los pilares de la empresa. Para la década siguiente, la flota se complementa con los B707.
Con una flota considerable con capacidad intercontinental, la línea aérea puede gestionar un crecimiento significativo de la red que se mantiene hasta los primeros años de 1980. Para este entonces, opera regularmente a Aruba, Curazao, Bogotá, Boston, Caracas, Frankfurt, Madrid, Milán (MXP), Miami, Nueva York (JFK), Orlando, Panamá, Quito y Toronto. También hay registros de operaciones a Londres (LGW) y París (CDG).
En 1985, suma su primer avión de fuselaje ancho: un B747-100. Si bien esa aeronave tiene una historia corta, constituye todo un emblema para la aviación de República Dominicana. Adquirido a American Airlines, su incorporación a la flota de Dominicana de Aviación se celebra con “bombos y platillos”. Por primera vez, los dominicanos podrían volar en un gran avión al igual que en las grandes compañías internacionales. Hasta el momento, el B707 era el equipo de mayor capacidad.
El B747-100 de Dominicana opera en la ruta Santo Domingo – Nueva York (JFK), además de Santo Domingo – Madrid – Milán (MXP). Sin embargo, problemas internos en la compañía comienzan a manifestarse precisamente en esta aeronave. Una falla en el aeropuerto neoyorquino lo deja fuera de vuelo y la nueva administración de la empresa decide no continuar con su operación. La aeronave se vende y es comprada por United en 1986.
Para la segunda mitad de la década de 1980, la situación económica de la empresa se debilita. El auge de otras líneas aéreas también le quitan margen de acción. La administración de la época no logra revertir los resultados y disminuir los costos que se vuelven un inconveniente no sólo financiero sino que también operacional por problemas en el mantenimiento de los aviones. Debido a esto, se reduce la flota y las operaciones.
A comienzos de 1990, la situación es crítica. Los vuelos a Europa se ceden a líneas aéreas chárter y la red queda concentrada principalmente entre República Dominicana y los Estados Unidos. La compañía no es capaz de sostener la operación de los B707 y B727 los que terminan siendo vendidos a terceros.
Con la pérdida de República Dominicana de la Categoría I de la Administración Federal de Aviación (FAA), los aviones con registro dominicano no pueden volar a los Estados Unidos. Para enfrentar la situación, se recurre al arriendo de flota en wet lease o ACMI (arriendo de avión más su tripulación y mantenimiento) de Airbus A300 y otros B727-200, lo que aumentan aún más los costos.
Los A300 sólo operan por cuatro meses. Tras su retiro, la compañía sólo utiliza los B727 que no son suficientes para garantizar el cumplimiento de los itinerarios en rutas claves como a Miami y Nueva York (JFK). Los retrasos y cancelaciones de vuelos se multiplican ocasionando el desprestigio de la compañía. También hay incumplimiento en los servicios de equipaje. Todo en su conjunto hace que los pasajeros se alejen de la línea aérea, reduciendo los ingresos y agravando el problema financiero.
El colapso es casi inminente. En un último esfuerzo, Dominicana de Aviación arrienda algunos B737 y B757-200 a la mexicana TAESA, pero no tienen los resultados esperados.
Para la Navidad de 1994, el gobierno dominicano promete incorporar otro A300 para la ruta Santo Domingo – Nueva York (JFK). Apoyándose en esa promesa, la compañía reserva 290 asientos por día, además de los espacios de los B727. Sin embargo, el plan de la autoridad no se concreta y lleva a la empresa a buscar otro avión de manera urgente. Suma así un Lockheed L1011 TriStar para atender a los pasajeros que no logran ser endosados a otras líneas aéreas.
El fin de los vuelos de Dominicana de Aviación llega en 1995. Al cierre, mantenía vuelos entre Santo Domingo y Miami, además de volar a San Juan de Puerto Rico y ocasionalmente a Caracas. El Estado plantea una suspensión temporal para reorganizar y relanzar la línea aérea, pero no lo llega a concretar. Finalmente, la compañía cierra en 1999.
Desde ese año, República Dominicana no cuenta con una línea aérea emblemática. Hasta ahora, distintos experimentos de filiales intentan atender la conectividad aérea, pero fracasan por distintos motivos. Entre las líneas aéreas dominicanas que se suceden están Aero Continente Dominicana, LAN Dominicana (filial de LAN Chile), Pan American World Airways (PAWA), entre otras. Si bien hoy existen otras empresas aéreas privadas, son pequeños operadores que funcionan dentro el país.
Arajet es la nueva apuesta privada que pretende reconstruir la aviación dominicana a nivel internacional. Su propuesta es conectar desde Santo Domingo con vuelos sin escalas a distintos puntos de las Américas con un modelo de bajo costo y tarifas bajas (LCC, por sus siglas en inglés). Su flota estará basada en el B737 MAX, modelos 8 y 8 200.
Fotografía portada – Jon Proctor