China reduce las suspensiones de vuelos por casos de COVID-19

Las decisiones políticas del gobierno chino justificadas por los casos de COVID-19 continúan complicando la recuperación de la aviación. Sin embargo, las autoridades de ese país se muestran más flexibles en comparación con los meses anteriores, aunque persisten con su estrategia de “cero COVID-19” pese a los infructuosos resultados.

Recientemente, el Gobierno de China anuncia la reducción de las suspensiones de vuelos internacionales vinculados a casos de COVID-19. Desde el 07 de agosto, la Administración de Aviación Civil de China (CAAC, por sus siglas en inglés) informa que si el 4% de los pasajeros da positivo en una ruta, se suspenderán los vuelos de esa línea aérea por una semana. Si el 8% de los pasajeros es diagnosticado con la enfermedad, las operaciones aéreas se suspenderán por dos semanas.

Anteriormente, la política china establece que si cinco pasajeros resultan positivos los vuelos de la línea aérea se paralizan por dos semanas. Si más diez o más pasajeros tienen la enfermedad, la suspensión de las operaciones se puede extender hasta un mes.

Desde 2020, China mantiene una estrategia de “cero COVID-19”, además de imponer castigos al transporte aéreo bajo el “argumento de importar casos a su país”, medida que es criticada por la industria aérea. La estrategia está limitando la recuperación de la aviación tanto en la región de Asia continental como a nivel global, al impedir o limitar que las líneas aéreas puedan programar sus operaciones con cierta regularidad.

Recientemente, un “nuevo brote” de COVID-19 en Sanya deja a más de 80.000 turistas varados. La ciudad se ubica en las islas de Hainan, en el sur de China, y es altamente popular entre los habitantes de ese país como destino vacacional. Las medidas de cierre y cuarentenas forzadas obligan a suspender el 80% de los vuelos desde y hacia esa localidad, así como los servicios de ferrocarriles.

Por la naturaleza propia del virus, la estrategia “cero COVID-19” es un falso supuesto que muchos Gobiernos intentan incorporar desde 2020. El caso chino es el caso más extremo, pero también están los de Australia y Nueva Zelanda. Sin embargo, ni las más estrictas medidas de cuarentenas y los perjudiciales cierres de fronteras han entregado los resultados esperados para evitar el ingreso del virus SARS-CoV-2 y sus variantes. Por lo mismo, Australia y Nueva Zelanda, abandonan dicha política para un rápido retorno a la normalidad. Por sus características y extensión en el tiempo, la estrategia china supone un enfoque más político que sanitario.

De acuerdo con los últimos datos de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), el tráfico de pasajeros doméstico (RPK) de China cae un 45% en el interanual a junio 2022. La capacidad doméstica, medida en asientos disponibles por kilómetro (ASK), se reduce un 37,6% en el mismo mes. Los indicadores pese a ser significativamente negativos son mejores respecto a mayo por la “flexibilización” de las autoridades chinas.

En el tráfico aéreo internacional de las líneas aéreas de Asia y el Pacífico continúan afectadas por los cierres de China. Sin embargo, tienen un aumento de 492,0% en su RPK de junio en comparación con el mismo de 2021, mientras que el ASK crece 138,9% y el factor de ocupación sube 45,8 puntos hasta 76,7% a medida que los Gobiernos de muchos países abandonan las políticas impuestas por el COVID-19.

IATA señala que, a excepción de China, Asia-Pacífico está relativamente abierta a los visitantes extranjeros y los turistas. La flexibilización o término de las medidas sanitarias COVID-19 están ayudando a fomentar la recuperación de la demanda.

China continúa cerrado para los viajes. Los extranjeros tienen suspendidas las visas de ingreso, a excepción de aquellas emitidas después de marzo 2020 o si son diplomáticos o autorizaciones especiales del gobierno de ese país. Los pasajeros que califican para ingresar deben someterse a un testeo obligatorio y realizar una cuarentena de 10 días en el punto de ingreso. Por su parte, los ciudadanos chinos deben funcionar con un código QR que deben mostrar, además de someterse a pruebas PCR entre otras exigencias. Las regulaciones varían según la procedencia y punto de entrada.

Fotografía portada - COMAC

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