Mientras muchas compañías aéreas finalizan o tienen encaminadas sus respectivas reestructuraciones, SAS Scandinavian Airlines solicita su protección al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de los Estados Unidos. La decisión responde a un arrastre de su delicada situación financiera, agravada por la crisis de las políticas impuestas por la pandemia del COVID-19 y la huelga de pilotos que enfrenta. Precisamente, este último factor es el que determina la decisión de acogerse a protección judicial.
La tarde del lunes 04 de julio ocurre la última instancia de mediación entre la empresa y los pilotos. El fracaso de las negociaciones deriva en una huelga inmediata que se agrega al caos operacional que enfrenta SAS y muchas líneas aéreas, además de los aeropuertos en el hemisferio Norte, por la falta de personal. La situación para la línea aérea agrava una situación ya considerada compleja.
Anko van der Werff, CEO de SAS, reconoce que la huelga acelera la decisión de ingresar al Capítulo 11. “Durante los últimos meses, hemos estado trabajando arduamente para mejorar nuestra estructura de costos y posición financiera. Estamos progresando, pero queda mucho trabajo por hacer y la huelga en curso ha hecho que una situación ya complicada sea aún más difícil”, dice.
En la protección judicial se considera a SAS como compañía aérea principal y algunas de sus filiales. A través de la fórmula Deudor en Posesión (DIP, por sus siglas en inglés), similar a la utilizada por Aeroméxico, Avianca y LATAM en Latinoamérica, se busca negociar la obtención de financiamiento por hasta US$700 millones y renegociar sus deudas. En un comunicado, la empresa adelanta que tiene negociaciones “muy avanzadas” con posibles aportantes.
Para uno de los sindicatos, la decisión de ingresar al Capítulo 11 es un escenario que se viene tramitando desde hace meses, aspecto que la administración de SAS no desmiente. Sin embargo, lo interpretan como una intención directa de culpar al gremio de la situación de la empresa tras el fracaso de las negociaciones.
Para analistas financieros, la huelga en SAS puede representar pasivos de hasta US$13 millones por día. Incluso, estiman que podría eliminar la mitad de su flujo de caja lo que representa “un golpe financiero importante”.
En febrero 2022, SAS presenta un plan de reestructuración para convertir US$1.950 millones (€1.900 millones) a través de deuda en acciones y recaudar otros US$926 millones (€903 millones) en aumento de capital. Ambas medidas para mejorar la delicada situación financiera de la empresa.
En mayo, el Estado sueco decide no invertir más en la línea aérea. Argumenta que durante la crisis del COVID-19 aporta alrededor de US$803 millones (€783 millones) distribuidos en cuatro aportes para reorganizar su estructura financiera. El Gobierno de Suecia que posee el 21,8% de la empresa indica que se deben buscar otros mecanismos para solucionar los problemas, aunque no descarta convertir su deuda en acciones.
Como muchas líneas aéreas, SAS continúa reportando pérdidas. En el primer semestre 2022, informa una pérdida de US$387 millones (€377 millones). El alto precio del combustible y el tipo de cambio frente al dólar estadounidense están reduciendo los ingresos obtenidos por el aumento de la demanda de pasajeros.
Fotografía portada – SAS