Llegada de Petro a Colombia advierte cambios para la aviación

El giro a la izquierda de Colombia con la elección de Gustavo Petro como Presidente advierte una serie de cambios para el país y en su primera semana no deja fuera a la aviación. Una serie de señales comienzan a levantar alertas, aunque todavía falta claridad para determinar consecuencias.

La primera de ellas guarda relación con la conectividad. Como se espera antes de la elección, la eventual llegada al poder de Petro podría generar un escenario más favorable para la reapertura de las fronteras con Venezuela, considerando la cercanía política con Nicolás Maduro. En efecto, dos días después de la elección, el nuevo Mandatario señala por twitter que se ha comunicado con el Gobierno de Venezuela para abrir las fronteras anticipando una posible reanudación de los vuelos.

“Me he comunicado con el gobierno venezolano para abrir las fronteras y restablecer el pleno ejercicio de los derechos humanos en la frontera”, señala Petro.

En las dos últimas décadas, la relación entre Colombia y Venezuela no es la mejor, producto de las diferencias políticas y cuestiones de seguridad. Si bien en un principio la aviación queda fuera de esa coyuntura, la imposición de controles cambiarios y la retención a las líneas aéreas de los dineros generados por las ventas en territorio venezolano por parte del chavismo fuerzan la reducción gradual de las frecuencias hasta llegar a la suspensión de los servicios, algunos como consecuencia directa de la falta de seguridad en el país.

Como reflejo de lo anterior, el 27 de julio de 2017 Avianca suspende los vuelos a Venezuela por razones de seguridad y limitaciones operativas, poniendo término a 60 años de vuelos ininterrumpidos. Previamente, aunque por asuntos de mercado, salen también otras compañías aéreas, incluyendo firmas venezolanas. En 2020, por de los cierres de fronteras impuestos por las restricciones sanitarias suspenden servicios Avior, Laser y Wingo.

Con la reapertura de los mercados y, probablemente, en una apuesta ante la posible llegada de un nuevo gobierno, el 17 de junio de 2022, Wingo solicita formalmente a la Unidad Administrativa Especial de la Aeronáutica Civil de Colombia (Aerocivil) los permisos para operar diariamente la ruta Bogotá – Valencia. También tiene aprobados servicios entre Medellín (MDE) y Caracas. Antes, la venezolana Avior también pide sin éxito a Colombia permisos para retomar los servicios.

En ambos lados de la frontera coinciden que la reanudación de la conectividad aérea es un tema pendiente y necesario. Históricamente, Colombia y Venezuela mantienen una buena oferta de vuelos que consideran tramos entre las capitales y a otras ciudades en respuesta a la demanda existente. Con la diáspora de millones de venezolanos, en la industria aérea se señala que el potencial de tráfico de pasajeros entre ambos países es mayor, especialmente del tipo V.F.R. (Visit Friends & Relatives) por los lazos que las personas tienen con su país. Un fenómeno que se aprecia también en Chile, Perú y en cualquier país afecto a una migración importante.

Todavía no hay claridad si el llamado de Petro a abrir fronteras con Venezuela podría poner fecha al reinicio de los vuelos. Sin embargo, hay coincidencia que ese escenario está “mucho más cerca” que antes. Una posible fórmula puede darse con la postulación a los llamados “vuelos especiales” que tiene Caracas para luego derivar a operaciones regulares.

Situación para la defensa

Mientras la alerta en temas de conectividad es, por ahora, positiva y sólo con Venezuela, en temas de defensa parece ser lo contrario. Al tercer día de ser electo como Presidente, Gustavo Petro, pide al actual Mandatario, Iván Duque, suspender la compra de nuevos aviones para las instituciones del Estado.

“Todo avión que se compre para instituciones públicas en estas semanas, se vuelve a vender. Le solicito al presidente Duque suspender esas compras”, sentencia a través de una publicación en Twitter.

Si bien no entrega claridad de qué tipo de aeronaves se trata, abre un periodo de incertidumbre para la industria, especialmente cuando Colombia está próxima a cerrar compras para la renovación de la flota de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC).

La FAC tiene desde hace años un plan para comprar nuevas aeronaves que incluyen Entrenadores de Combate (LIFT, Lead-In Fighter Trainer) y cazas bombarderos, en reemplazo de su longeva flota de aviones A-37B y Kfir respectivamente.

En el ámbito de un entrenador avanzado para reemplazo de los Cessna A-37B, Leonardo presenta a Colombia el M-346 mientras que la surcoreana KAI el KT-50, entre otras ofertas.

En el caso del reemplazo de los Kfir, entre los participantes está la posibilidad de adquirir el Saab Gripen E -asociado al proyecto que el fabricante sueco tiene en Brasil- o el Lockheed Martin F-16 en su versión más moderna block 70 (si se trata de aviones nuevos) o versiones de segunda mano que podría ofrecer los Estado Unidos u otros países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Además, tiene iniciativas para reemplazar antiguos aviones de transporte lo que abre la puerta a más C-130 o Airbus C295, así como también reemplazar al antiguo Fokker F-28 que utiliza la Presidencia y el Ministerio de Defensa.

Por su parte, la Policía Nacional de Colombia (PNC) también tiene estudios para comprar aviones de transporte los que son necesarios para garantizar la movilidad aérea y el despliegue de unidades. La PNC cuenta con aviones ATR 42-300, Beechcraft 200/300/350/1900C, De Havilland Canada DHC-6, Bombardier Dash 8-300 y Turbo Dakota (versión con nueva planta motriz del clásico Douglas DC-3) entre otros.

Según el sitio webinfomil, una de las compras que estaría en la mira del nuevo Mandatario sería la de seis aviones para la PNC por un valor de alrededor de US$53,3 millones. La Institución está en proceso de comprar un Embraer Legacy 600, un ERJ140, ERJ145, dos ATR 42 y un Cessna Grand Caravan.

Si bien las declaraciones de Gustavo Petro son explícitas, la práctica política puede hacer que no se lleguen a transformar en realidad. Habitualmente, es normal que dichos o promesas -por muy radicales que estas sean-, que se realicen en campaña o en los primeros días de gobierno tiendan a matizarse, incluso desaparecen o dan un giro en 180º. Las presiones internas y externas, así como la coyuntura de relaciones políticas y comerciales, pueden derivar en cambios suspender o acelerar procesos.

En ese sentido, no se descarta que los dichos del nuevo Mandatario no impliquen una suspensión de compras, sino que Colombia pueda ampliar su búsqueda a otros países (fabricantes), considere equipos de segunda mano en lugar de aviones nuevos o simplemente se reduzca. En defensa, la adquisición de aviones de segunda mano es generalmente “menos visible” o “más fácil de explicar” a la ciudadanía que equipos de fábrica, ya sea por su menor costo o por ser material ya en servicio en el país.

Asimismo, un estrechamiento posible de las relaciones con Brasil, especialmente si se da el caso que Lula da Silva vuelve al poder, podría favorecer a un posible acercamiento de Embraer para su KC-390 o una aceleración de la venta de los Gripen E que para entonces ya serán ensamblados en la planta de Embraer en Gavião Peixoto.

Al menos en el discurso, los gobiernos de izquierda suelen mostrarse menos proclives a una carrera armamentista. Sin embargo, la práctica evidencia lo contrario. El caso de Venezuela es un ejemplo. Con la llegada del chavismo al poder el país renueva todo su material bélico para dar prioridad a material de origen ruso y chino. Otros casos en la región son el de Bolivia con Evo Morales, cuando compra aviones a China y el de Chile, con Michelle Bachelet, en cuyo mandato se adquieren los F-16 a Holanda, los tanques Leopard II o las fragatas Type 23, son algunos ejemplos. Adicionalmente, es preciso mencionar que independiente del color político de los gobiernos las necesidades de defensa de los países siempre están presentes, lo que implica distintos tipos de relaciones.

Impuestos y certeza jurídica

Si bien la aviación no está directamente mencionada en los cambios tributarios que busca imponer, una eventual reforma puede estar asociada a mayores pagos cuyos efectos pueden impactar negativamente en el transporte de pasajeros. Independiente a quien o a qué se carguen con impuestos, son las personas las que finalmente lo terminal pagando, por ejemplo, con un alza de precios en los pasajes aéreos.

En el último tiempo, Colombia realiza una reducción del Impuesto del Valor Agregado (IVA) del 19% al 5% en los boletos aéreos para impulsar la demanda y que los costos de los viajes no se terminen transformando en una herramienta disuasiva de la aviación. La medida forma parte de las políticas para recuperar la capacidad productiva del país, fomentar la conectividad doméstica e internacional y desarrollar otros sectores apelando a los beneficios derivados de la aviación.

Por lo anterior, cualquier cambio puede suponer una situación de reversa que comprometa el crecimiento y liderazgo que Colombia alcanza actualmente en la materia. El objetivo es que el fisco colombiano aumente hasta 5,5 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) anuales a través del aumento de la recaudación de impuestos.

El aumento de los costos es un tema preocupante para la industria aérea, especialmente tras la crisis provocada por los Gobiernos por motivos de la pandemia del COVID-19. En América Latina, los cambios en las normativas de los países son seguidos de cerca. Para la aviación, la generación de un ambiente de costos competitivos es uno de los principales desafíos. En Colombia, el sector aéreo enfrenta iniciativas legales que están creando una incertidumbre jurídica que limita las oportunidades de desarrollo.

Si bien la llegada de Petro advierte una ola reformista, todavía es temprano para ver el impacto. Como todo político, la generación de expectativas es natural en periodos de campaña y primeros días de gobierno, pero con el tiempo suelen ser trabajadas para abrir paso a la discusión y consensos o atender distintas coyunturas. Así, gobiernos que aparecen más radicales como un Lula en Brasil, calificado en un principio como de alto riesgo, terminan siendo más moderados e incluso beneficiosos. Por el contrario, gobiernos moderados o liberales a veces terminan actuando en contra como el caso chileno bajo el segundo mandato Sebastián Piñera cuya falta de proactividad y múltiples restricciones impuestas por la pandemia limitan la recuperación de la aviación.

Fotografía portada – Captura video Juan Carlos Zapata – El Pais

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