Spotter, Venezuela, Irán y un Boeing 747 retenido en Argentina

En Argentina, la actividad de un spotter tiene revolucionado al sistema aeronáutico de ese país y también a su inteligencia. La captura fotográfica de un Boeing 747-300 de la empresa venezolana Emtrasur, se encuentra retenida por las autoridades en el aeropuerto de ministro Pistarini de Ezeiza en Buenos Aires. La razón está en las acusaciones de los Estados Unidos contra Mahan Air -línea aérea privada de Irán, la segunda del país por cuota de mercado-, por realizar transporte de carga militar para células terroristas.

Emtrasur Cargo es una empresa venezolana de carga, filial de la estatal Conviasa. Durante la pandemia, la compañía recibe un B747-300C de la antigua flota de Mahan Air (registro EP-MND), con el objetivo de atender la alta demanda de carga, pese a que se trata de una versión Combi (mitad pasajeros-mitad carga). Sus operaciones no se conocen con claridad y habitualmente realiza vuelos chárters a distintos destinos en el continente, generalmente hacia países ligados con Venezuela. La aeronave tiene registro YV-3531.

Mientras se desarrolla la Cumbre de las Américas y con alertas internacionales que impiden que otros países autoricen su aterrizaje, el Jumbo Jet de la firma venezolana llega a Argentina como cualquier otro vuelo. Procedente de Aruba, realiza una escala en Ciudad del Este, Paraguay, donde habrían descendido 10 pasajeros. Posteriormente, la aeronave sigue hasta Córdoba, donde a través de las aplicaciones, un spotter lo captura como “la novedad” del aeropuerto.

Por el tipo de operaciones aéreas, los B747 no son un avistamiento frecuente en Córdoba, por lo que la llegada de una aeronave, especialmente de un modelo único y de una empresa particular como lo es Emtrasur, es una novedad para cualquier amante de la aviación. Es el primer registro de la aeronave en Argentina, antes de continuar a Buenos Aires (EZE) donde queda retenida el 08 de junio hasta la fecha.

“Me enteré de la llegada del 747 a Córdoba apenas comenzó a dirigirse hacia el norte de nuestro país mientras en varios grupos de Whastsapp ya especulábamos que podía ser nuestro aeropuerto la alternativa. Esa mañana ya habíamos recibido varios aviones y las condiciones en Ezeiza seguían sin mejorar”, comenta Sebastián Borsero, spotter autor de la fotografía del polémico avión.

Se habla que el registro fotográfico de la aeronave en Córdoba es el que enciende la alerta para proceder con la retención del avión y de sus ocupantes. De acuerdo con información de prensa, hay cinco iraníes -dos sospechosos de pertenecer a Al Quds- y otros 14 venezolanos, que serían pilotos en proceso de habilitación en material B747.

La razón de por qué el avión llega a Argentina no está clara. Se habla de un transporte de cigarrillos paraguayos a Aruba y partes para un proveedor de automóviles para Córdoba. En ambos casos, los trascendidos indican que sería “muy poca carga para un avión tan grande”.

Mientras en el país trasandino se buscan las explicaciones a la operación de este avión, así como también responsabilidades, en Paraguay, se procede a la suspensión de dos funcionarios de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (DINAC). La acción en el país del Chaco parece confirmar que el incidente no es algo menor y que continúa escalando tanto a nivel aeronáutico, como político y de seguridad.

En Bolivia, el 15 de junio, la estatal Boliviana de Aviación (BoA) cancela un vuelo que servía de conexión a pasajeros venezolanos procedentes de Caracas en un Airbus A340-600 de Conviasa. Trascendidos indican que la suspensión del vuelo estaría relacionada con lo sucedido con el B747-300 de Emtrasur y respondería a posibles acciones por parte del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos por sospechas de operaciones de compañías incluidas en la lista de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés). Dicho organismo administra y hace cumplir las sanciones basadas en la política exterior de los Estados Unidos contra países y objetivos calificados como amenazas a la seguridad, lo que incluye al crimen organizado, el terrorismo o la proliferación/comercio de armas de destrucción masiva.

Si bien parece una anécdota todo lo sucedido, el avistamiento por un entusiasta aeronáutico rescata la esencia de quienes gustan de la pasión por observar aviones. Son los llamados “planespotters” – o “spotters”, como se los conoce en todo el mundo-, personas que por afición o profesión observan y/o registran las operaciones aéreas de manera escrita, fotográfica y/o audiovisual.

Mientras en algunas partes de América Latina los spotters son vistos aún como una amenaza, en muchas partes del mundo son incluidos y reconocidos como parte de la comunidad aeroportuaria. Por su capacidad de observar y resguardar, su importancia los lleva ser incluidos como “agentes de seguridad” en muchas terminales aéreas, siendo los ojos en puntos estratégicos para salvaguardar las operaciones aéreas.

En los Estados Unidos, por ejemplo, el programa Airport Watch los reconoce en ese rol. A través de un programa de voluntariado en muchos aeropuertos, los spotters colaboran con la seguridad en el perímetro de los recintos aeronáuticos, vigilando el estado de las cercas, reportando acciones sospechosas en alrededores, vida silvestre, escombros, etc., mientras disfrutan de su pasatiempo favorito: observar el despegue y aterrizaje de los aviones.

“En general, si se trata de seguridad operacional, siempre estamos a disposición de cualquier ente o autoridad aeronáutica. Sucede que en lo cotidiano de nuestras vidas, compartimos más que fotos con pilotos, tripulantes, mecánicos y demás de este ambiente, entonces más allá de todo, siempre nos preocupamos por ellos y también por los aviones en estos temas”, agrega Borsero. “Dado el caso, si hubiese que contribuir a exclarecer algún hecho o bien, evitar riesgos dentro de la actividad aéronautica, creo que todos estamos dispuestos a hacerlo. Por disposiciones actuales que hacen a la seguridad aeroportuaria, desarrollamos siempre nuestra actividad en las márgenes de los aeropuertos, respetando estos espacios y sin ocasionar problemas en la rutina de las terminales aéreas”.

Aunque el programa no aplica en Argentina, el “airport watch” de un spotter al parecer hizo más que cualquier otro organismo de seguridad e inteligencia de un país. Una captura útil, tanto para el entusiasta que logra tener el registro de una exclusiva aeronave como para los intereses de políticos seguridad nacional e internacional. Mientras tanto, el desenlace de esta historia todavía es incierto.

Fotografía portada – Sebastián Borsero / Aviacionline.com

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