Reconociendo en parte problemas en la cadena de suministro, Boeing es el primer fabricante de aviones que se ve forzada a detener la producción por este inconveniente. Desde el 03 de junio, y por un periodo inicial de 10 días, la fabricación del B737 MAX se encuentra detenida, según informa Wall Street Journal.
Los tiempos siguen sin ser favorables para Boeing. A fecha de hoy, tiene sus principales líneas de producción sin movimiento, considerando los problemas encontrados en la familia B787 y la ahora paralización del B737 MAX. A esto se debe agregar, la negociación que busca con la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) para que certifiquen al B737 MAX con el actual sistema de alerta antes de fin de año y no tener que incurrir en uno nuevo que afecte la homologación.
Si bien Boeing no confirma ni desmiente las afirmaciones realizadas en el Wall Street Journal que cita a fuentes ligadas a la producción de la aeronave, es el primer fabricante de aviones que reconoce problemas con la cadena de suministro. En mayo, Brian West, CFO de Boeing, indican que las entregas de B737 MAX se están viendo afectadas por la escasez de un conector del cableado.
Para todos los fabricantes, asegurar la cadena de suministro es el principal desafío a corto plazo. La guerra en Ucrania y las sanciones de los países de Occidente a Rusia, principalmente de aquellos ligados a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), están complicando el envío de materiales para fabricar los distintos componentes y los aviones. Cabe recordar que Rusia es un importante proveedor de titanio y aluminio, por lo que una extensión del conflicto y de las sanciones amenaza con convertirse en un serio problema para la industria aérea. A esto se agrega, otros desafíos no menores como la inflación, por mencionar algunos.
Las demoras en las entregas están complicando la programación de vuelos de las líneas aéreas ante el aumento de la demanda. Para las compañías aéreas, operar a máxima capacidad posible es fundamental para continuar avanzando en la recuperación de la demanda, después de dos años de drásticas restricciones a los viajes que significan el desplome histórico el tráfico aéreo de pasajeros.
American Airlines, por ejemplo, se ve en la obligación de ajustar muchos de los itinerarios realizados con B787 reduciendo capacidad en algunas rutas para priorizar otras de mayor demanda y rentabilidad.
Ryanair es otra compañía que necesita de los B737 MAX 8 200 para atender la demanda de viajes de la temporada de verano en Europa. La firma de ultra bajo costo y tarifas bajas (ULCC) opera actualmente con sus 235 B737-800 y 32 B737 MAX 8 200.
Con las entregas retrasadas, también se demoran los pagos al fabricante. Habitualmente, las compañías aéreas o empresas de leasing suelen pagar al fabricante cuando reciben un nuevo avión, por lo cualquier retraso afecta tiene una implicancia en el balance financiero.
Para Boeing y el resto de los fabricantes la industria parece ingresar en un “cuello de botella”, cuya solución no está en sus manos. Al igual como la crisis del COVID-19, la política es el factor clave para destrabar los problemas que actualmente amenazan. En el caso de los fabricantes, la eliminación de las sanciones económicas pareciera ser fundamental.
A principios de la guerra en Ucrania, tanto Boeing como su rival Airbus y otros constructores, descartan un impacto inmediato de la guerra en la cadena de suministro. Prácticamente, todos aseguran que tienen los stocks suficientes para mantener el ritmo de producción. Sin embargo, cambios en la estrategia de Embraer, advertencias en General Electric y la paralización por 10 días de la producción del B737 MAX pareciera que el escenario se vuelve más adverso que lo inicialmente previsto.
Fotografía portada – Boeing