El 07 de mayo de este año, un error en las instrucciones del controlador de torre del aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México casi provoca una colisión de dos aviones. Quien está a cargo autoriza el aterrizaje de un Airbus A320 de Volaris que se encuentra en tramo final de aproximación, mientras otro avión de la misma compañía espera en pista su despegue. La acción del piloto del frustrar el aterrizaje evita la tragedia.
El hecho no sólo es grave, sino que también revela la compleja situación que vive la aviación mexicana. Una paradoja en medio de una recuperación sostenida del tráfico aéreo después del COVID-19 gracias a las políticas de apertura del país. Hoy, México es junto con Colombia, los mercados de mayor crecimiento en América Latina.
Según expone José Suárez Valdez, capitán de Boeing 737 y vocero de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA), “la aviación en México se encuentra en una crisis que comenzó a gestarse hace varios años y que, aunque ya daba señales de existencia, nadie quería ver”. Sus comentarios son publicados en el Washington Post y revela la preocupación -y alcance- que está alcanzando los riesgos a la seguridad aérea en el país azteca.
Desde el gremio de pilotos mexicanos hay tres aspectos que la industria aérea debe trabajar con las autoridades con urgencia. El primero es el rediseño del espacio aéreo, el control del tránsito aéreo y la recuperación de la categoría 1 por parte de la Administración Federal de Aviación (FAA, por su sigla en inglés) de los Estados Unidos.
En 2021, México realiza cambios en el espacio aéreo de la capital para incorporar las operaciones del nuevo aeropuerto Felipe Ángeles en Santa Lucía (AIFA, como se lo conoce en México) que funciona junto con el Benito Juárez (AICM) y Toluca. El nuevo diseño tiene inconvenientes que se advierten desde hace años porque funciona en papel, pero no en la realidad. No considera, los cambios en los vientos, la meteorología y la rápida recuperación del tráfico aéreo considerando el tamaño del mercado aéreo. Se argumenta que los pilotos tienen dificultades para operar en el nuevo esquema, provocando desviaciones que llevan a acercarse a otras aeronaves.
Asociado a lo anterior, está el rol del servicio del control de tránsito aéreo. A cargo de Servicio a la Navegación en el Espacio Aérea Mexicano (SENEAM), se denuncia que los controladores muestran una falta de capacitación, especialmente ante el cambio en el diseño del espacio aéreo de la Ciudad de México, calidad de las jornadas, supervisión y el equipamiento que se utiliza. Sin una adecuada capacitación, equipamiento e infraestructura, el control de tránsito aéreo presenta importantes desafíos para funcionar adecuadamente.
Finalmente, está la degradación a categoría 2 por parte de la FAA. Según este organismo, la autoridad aeronáutica mexicana carece de mecanismos de supervisión que exige la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). El grave incidente del 07 de mayo es una muestra de las fallas a la seguridad que está presentando la aviación mexicana y que no ayuda a que el país recupere la categoría 1. Hace un año que México está degradado y las nuevas auditorías advierten que la recuperación podría demorarse “varias semanas”.
Es altamente probable que los pasajeros ignoren toda esta situación porque no están al tanto de la realidad operacional ni del funcionamiento de los aeropuertos o del tránsito aéreo. Sin embargo, el impacto de los problemas se puede manifestar en vuelos demorados por la saturación del espacio aéreo, reprogramaciones de los vuelos, entre otros.
Para Suárez Valdez, la aviación mexicana “está tocando fondo”. Sin embargo, pese al adverso panorama hay esperanzas, siempre y cuando, exista voluntad de mejorar y corregir los errores de manera temprana.
Para trabajar en la recuperación de los estándares de seguridad se debe reconoce el problema y su importancia. Luego trabajar de manera intersectorial y de manera colaborativa entre todos los actores aeronáuticos para poner orden. Desde ASPA piden una política de Estado en materia de aviación que asegure un orden y desarrollo armonioso de la industria. Piden un nuevo diseño del espacio aéreo, mejorar la supervisión de los procesos en SENEAM y trabajar para recuperar la categoría 1.
Con una capacidad instalada por parte de importantes compañías aéreas que invierten en nuevos aviones, procesos de seguridad y capacitación de sus tripulaciones, nueva infraestructura, instalación de una industria que promete desarrollo, la acción está en manos de las autoridades. Son estas que las que deben ejercer su rol para superar la crisis oculta que enfrenta México. De no atenderse o ser mal atendida por injerencias políticas o de otra índole las consecuencias pueden ser catastróficas.
En 2021, el mercado aéreo de México cierra con más de 29,1 millones de pasajeros transportados, de acuerdo con datos de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC). La cifra es muy cercana a los 30,7 millones de pasajero que el país moviliza en 2019. Al igual que Colombia y otros países, México prácticamente tiene en el pasado a la crisis del COVID-19, pero presenta un desafío mucho mayor.
En prensa azteca, Enrique Beltranena, CEO de Volaris, enfatiza que el trabajo en seguridad es el más importante, especialmente para que México vuelva a la categoría 1 que pone la FAA. Para su compañía como para el resto de las líneas aéreas mexicanas superar las deficiencias a la seguridad presentes hoy es fundamental para recuperar los niveles anteriores y no seguir perdiendo cuota de mercado.
La degradación de categoría por parte de la FAA a un país impide que sus operadores puedan aumentar capacidad hacia y desde los Estados Unidos. Sin embargo, no impide que las líneas aéreas estadounidenses continúen aumentando frecuencias o abran nuevas rutas. Hoy, las compañías aéreas de los Estados Unidos dominan el 70,0% del mercado internacional mexicano, dominado por American Airlines tiene una participación del 21,2%, United con 14,7% y Delta con 12,9 %.
Para la industria aérea mexicana, trabajar en seguridad aérea es la prioridad número uno. Sin esta, es imposible continuar avanzando en la recuperación post COVID-19 y en asegurar un crecimiento sostenible del transporte aéreo que permita a millones continuar conectándose con sus seres queridos, abriendo negocios y oportunidades o disfrutar de las maravillas turísticas abiertas al mundo.
Fotografía portada - Simón Blaise O.