SOFIA concluye la primera etapa de operaciones en Chile

Luego de dos semanas, el Boeing 747SP del Stratospheric Observatory For Infrared Astronomy (SOFIA, por sus siglas en inglés), regresa desde Santiago a su base en Palmdale, California. De esta manera, la organización de cooperación científica espacial de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) de los Estados Unidos y el Centro Aeroespacial Alemán (DLR, por sus siglas en alemán) concluye esta primera etapa de investigación en el hemisferio sur.

Con siete misiones “completadas con éxito” -según indican desde la propia organización-, el telescopio con capacidad infrarroja de 2,7 metros de diámetro instalado en la sección trasera de la aeronave permite el estudio de distintos objetos celestes como la Gran y Pequeña Nube de Magallanes, por mencionar algunos.

Fotografía: Simón Blaise O.

Al cierre de la misión, Edmon Harmon, jefe de Operaciones de SOFIA, señala que están satisfechos por haber conseguidos con todos los objetivos fijados con la misión. Destacando las características de la aeronave, agrega que Chile se encuentra en un punto estratégico para la observación espacial ya que sólo desde el hemisferio sur se pueden estudiar estos cuerpos celestes.

“SOFIA es un telescopio muy especial porque no observa en luz visible. Lo hace en luz infrarroja y en el infrarrojo, las observaciones son muy difíciles, pero no imposibles desde la Tierra. Por eso, es necesario poner el telescopio en camino al espacio en este avión y cubrir un espacio en el espectro electromagnético que no se podría observar de otra manera, lo que hace único a este observatorio”, dice.

Fotografía: Issan Valenzuela

Las operaciones de SOFIA en Chile permiten también que astrónomos e investigadores chilenos participen de las investigaciones. Por ejemplo, el mapeo de la Gran Nube de Magallanes está siendo liderado por la profesora Mónica Rubio de la Universidad de Chile. De esta manera, se cumple el objetivo de que el país pueda ser partícipe de esta instancia y ampliar los conocimientos en temas de observación.

Desde el Ministerio de Ciencias destacan la accesibilidad de los cielos chilenos para la observación espacial. Consideran que el país es una especie de “laboratorio natural” para la investigación astronómica al contar con uno de los cielos más transparentes del mundo, lo que se refleja en la instalación de distintos telescopios internacionales en el territorio que aumentan el desarrollo de la astronomía nacional.

Fotografía: Simón Blaise O.

Pese a la ventaja que ofrece Chile, NASA está evaluando si escoge nuevamente al país para las próximas misiones de SOFIA o se regresa a Nueva Zelanda. En el aeropuerto Arturo Merino Benítez, Harmon indica que es altamente probable que la aeronave regrese a Chile dada la accesibilidad de los cielos chilenos. De ocurrir, las nuevas misiones de SOFIA se realizarían entre junio y julio o septiembre del presente año. En total, están estimadas 32 misiones en todo el hemisferio sur.

SOFIA y sus funciones

Con una capacidad para volar hasta 45.000 pies de altura (FL450), el B747SP permite que el telescopio instalado pueda realizar observaciones por encima de la capa que bloquea las luces infrarrojas en la Tierra. Sin embargo, la aeronave desempeña otras funciones claves para la misión, ya que prácticamente es la encargada de definir la dirección del telescopio. Para ello, debe mantener un curso planificado según el tipo de observación que se quiere obtener.

Fotografía: Issan Valenzuela

El B747SP es una aeronave de línea aérea. El ejemplar de SOFIA es construido para PAN AM y posteriormente lo opera United Airlines. Todavía es posible encontrar algunos detalles de estas líneas aéreas. Por ejemplo, en el exterior, la línea azul del fuselaje recuerda a la antigua compañía de Juan Trippe, así como el nombre de Clipper Lindbergh, con el cual se bautiza a la aeronave.

Al interior, toda la cabina de pasajeros se convierte en una sección para albergar al telescopio (ubicado en la sección trasera del avión), el equipamiento asociado y los distintos puestos de control. En la sección delantera, bajo la cabina de mando están unos asientos para el descanso de la tripulación.

El avión de SOFIA está especialmente modificado y equipado para observar el universo infrarrojo. Muchos de estos objetos o cuerpos celestes emiten toda su energía en longitudes de onda infrarroja los cuales son invisibles si se observan con luz visible. Durante los vuelos nocturnos, con un tiempo estimado de 10 horas, se estudia el sistema solar más allá de las longitudes de onda infrarrojas recopilando una serie de datos como: nacimiento y muerte de las estrellas, formación de nuevos sistemas, identificación de moléculas complejas en el espacio, planetas, cometas o asteroides, nebulosas y galaxias, campos magnéticos celestes y agujeros negros, entre otros.

SOFIA Nasa Simón Blaise
Fotografía: Simón Blaise O.

Para mitigar los efectos de las turbulencias, el telescopio posee un mecanismo de absorción de movimiento. De esta manera, se pueden conseguir fotografías espaciales de más de 15 segundos de exposición. A diferencia de los telescopios puestos en órbita, el equipamiento tiene la ventaja de que su tecnología puede ser renovada cuando se requiera, mejorando cada año la calidad de las imágenes.

Por sus capacidades, SOFIA logra importantes hitos con esta aeronave. Por ejemplo, está el descubrimiento de la primera molécula formada después del Big Bang o el descubrimiento de partículas de agua en la superficie lunar con luz visible.

Fotografía: Issan Valenzuela
Fotografía: Issan Valenzuela

Fotografía portada – Simón Blaise O.

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