En su balance financiero de 2021, el fabricante francés Dassault Aviation señala que para este año espera una menor cantidad de ventas después de tener un año anterior calificado como “excepcional”. Los pedidos por nuevas aeronaves-caza Rafale impulsan las ganancias más del doble llegando a €527 millones en comparación con los €261 millones de 2020. Las ventas alcanzadas llegan a los €7.230 millones.
El sector de defensa es el que reporta un mayor incremento con 49 Rafales de los 37 son para exportación. Este rubro representa unos €9.200 millones frente a los €1.500 millones de 2020. Por su parte, la cantidad de aviones corporativas de la familia Falcon llega a 51 unidades, lo que también confirma la rápida recuperación de este sector en la aviación.
Eric Trappier, CEO de Dassault Aviation, resalta que 2021 es un año “excepcional”. Sin embargo, precisa que también está viendo desafíos en el corto plazo por los efectos de la inflación a nivel global y las interrupciones en las cadenas de suministro.
En lo que respecta a entregas, el fabricante informa de 30 aviones Falcon en 2021, frente a los 34 de 2020 y 25 cazas Rafales en comparación con los 13 entregados en el año inmediatamente anterior. Para 2022, las proyecciones son entregar 35 Falcon y 13 Rafale.
Futuro Avión de Combate
Unas de las preocupaciones inmediatas para Dassault es la falta de una definición respecto a la participación de empresas en el proyecto franco-alemán-español conocido como Sistema Aéreo de Combate del Futuro (FCAS, por sus siglas en inglés). Precisamente, sus críticas apuntan a Airbus por no tener un liderazgo claro.
El FCAS es considerado un proyecto clave para la defensa europea. Busca construir un nuevo sistema de aeronaves tripuladas y no tripuladas para reemplazar a los Euroflighter y Rafale a partir de 2040. Alemania, Francia y España son los que impulsan este nuevo proyecto con distintas diferencias políticas y corporativas.
Precisamente, Dassault mantiene diferencias con Airbus en lo que respecta a la fabricación de los controles de vuelo. Según Trappier, su compañía está lista para compartir parte del trabajo si se le concede la ejecución de otras partes clave del proyecto y de esta manera avanzar en su desarrollo. Pese a que las diferencias se han prolongado, en la fábrica francesa confían que este año puedan dar el siguiente paso (fase 1B).
Pese a que Francia también participa en Airbus, los intereses de ese país estarían representados por Dassault Aviation. Airbus, por su parte, representa a Alemania y a España, lo que sugiere que el futuro caza sería manejado por dos países.
Trappier ve con preocupación la posibilidad de que Alemania encargue Lockheed F-35 a los Estados Unidos. Desde su perspectiva, esa decisión debilitaría el proyecto del FCAS, a pesar de tener una finalidad distinta. Según el Canciller alemán, Olaf Scholz, un eventual pedido de F-35 estaría orientado a reemplazar a los Tornado.
La situación política y acciones individuales de cada país, sumado a las diferencias entre fabricantes están generando dudas respecto al futuro del proyecto FCAS. De persistir, podrían hundir el proyecto o bien reducirlo a uno o dos países, así como a impulsar otros nuevos en paralelo.
Fotografía portada - Dassault Aviation