Después de más de un año y medio de retraso respecto de la fecha original, el Presidente Sebastián Piñera inaugura la terminal 2 (T2) del aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago. Con su apertura, prevista para el lunes 28 de febrero, la principal terminal aérea de Chile completa su ampliación después de cinco años de construcción para contar con una capacidad para 38 millones de pasajeros.
La infraestructura levantada por Nuevo Pudahuel es la obra pública concesionada más importante de Chile con una inversión de US$1.000 millones. Pese a su relevancia, la administración Piñera no logra aprovechar los beneficios de esta obra (parte de la cual tiene algunos años de funcionamiento), principalmente, por los conflictos que el Estado tiene con la concesionaria, agravados por la crisis del COVID-19, la falta de ayudas económicas a la industria aérea y las continuas limitaciones políticas impuestas por el propio gobierno que todavía impiden al sector de los viajes volver a despegar.
Sin duda, el escenario es muy distinto a lo originalmente pensado. La inauguración ocurre en medio de desafíos que comienzan por quitar las restricciones político-sanitarias que Chile mantiene mientras el resto el mundo continúa con su apertura. En su necedad, la administración Piñera termina su gestión ignorando las peticiones de la industria aérea y el turismo, así como la evidencia científica respecto a la pandemia y su relación con los viajes, incluyendo las propias recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La concesionaria también tiene asuntos pendientes. Después de una mejora en los primeros años, Nuevo Pudahuel enfrenta una degradación de la calidad de los servicios a los usuarios. La falta de limpieza de la ahora terminal 1 (T1) -edificio antiguo- que desde el jueves 03 de marzo quedará exclusivamente para vuelos nacionales, es un tema importante. También están la gestión del sistema de equipajes, los “cuellos de botellas” en puntos críticos como los filtros de seguridad (AVSEC) y el control de Ministerio de Salud, sin descuidar el control migratorio a cargo de la Policía de Investigaciones (PDI).
Otro punto no menor que vuelve a estar tomar preocupación es la coordinación efectiva entre la concesionaria y las líneas aéreas para la asignación de posiciones de estacionamiento, embarque y desembarque de pasajeros, aún cuando la capacidad crece. Anuncios de capitanes de vuelo explicando retrasos por asignación de puertas por parte de Nuevo Pudahuel en los últimos días parecen confirmar esa percepción, así como también un incidente ocurrido el viernes 25 de febrero cuando pasajeros quedan en la plataforma sin posibilidad de acceder a la terminal por falta de la asignación de buses para los pasajeros.
“La rapidez, la comodidad, la seguridad del servicio a los usuarios es el principal compromiso y motivación de nuestro Gobierno”, asegura Piñera en la ceremonia de inauguración. Sin embargo, sus palabras parecen no ser del todo correctas acorde con la realidad. Tampoco entregan certezas a futuro, especialmente cuando en los últimos años el propio Estado es incapaz de solucionar problemas de su responsabilidad como los “cuellos de botella” en procesos críticos, independiente de la infraestructura y el equipamiento que se habilita.
La construcción del nuevo aeropuerto parece estar completa. Ahora está el mayor desafío que es administrar la infraestructura en un país que pierde competencia frente a sus vecinos y un escenario internacional más incierto, al menos en el corto plazo, clave para afrontar la recuperación de la industria aérea y el turismo post pandemia. A esto se agrega el contexto país más riesgoso.
La T2 tiene una superficie de 110.000 metros cuadrados (m2). La T2 se compone de un edificio principal (procesador central) desde donde salen cuatro edificios menores o espigones (C, D, E y F) que albergan las salas de embarque. En el procesador central se encuentran 96 de counters de check-in y 64 puestos de auto entrega y etiquetado de equipaje, más la habilitación de 176 módulos de chequeo de pasajeros. Con la T1, el aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago cuenta con más de 350.000 m2. Con 45 nuevas puertas de embarque la principal terminal aérea chilena suma un total de 76.
Para la conectividad terrestre se disponen de 5.800 plazas de estacionamiento de vehículos. Además, existe una terminal para 26 buses interurbanos ya en funcionamiento.
Fotografía portada – Prensa Presidencia