“La mejor manera de combatir el COVID-19, incluidas todas sus variantes, son la vacunación de la población, el uso adecuado de las mascarillas y los protocolos de limpieza”, dice el Dr. Rafael Echevarne, director del Consejo de Aeropuertos para América Latina y el Caribe (ACI-LAC), en un comunicado. Sin embargo, lo último parece no aplicarse correctamente en el aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago, que durante los últimos meses observa una evidente degradación de su calidad de servicio, en especial, de la limpieza.
Papeles, bolsas con comida, áreas comunes como asientos sucios, mascarillas en el suelo, pelusas y pisos con tierra adherida que denotan que falta de aseo en varios días o semanas, son una vista común de cualquier usuario por su tránsito por la terminal. A esto, se agrega malos olores, equipamiento en mal estado e incluso rayados en los baños, sin mencionar stickers de barras bravas pegadas en los puentes de embarque.
La situación dista mucho de la normalidad de cualquier aeropuerto, menos de la capital de un país y cuyas instalaciones son su principal puerta de entrada. Las áreas más complejas son sin duda parte del sector de check-in asignado a las líneas aéreas LATAM y SKY, el filtro de seguridad y las salas de embarque domésticas, así como también sectores de servicios de comidas, como los locales de McDonalds y Starbucks, por mencionar algunos.
Los nuevos espigones de la terminal 2 si bien lucen en mejor estado y están menos transitados, tampoco escapan a la realidad descrita. En las nuevas dependencias, las principales afecciones encontradas están con la falta de toallas para sacarse las manos o limpiarse lo que obliga a entrar a los cubículos donde están los inodoros. Para los pasajeros, sin duda, es algo desagradable. Nuevo Pudahuel sólo provee máquinas para secar manos.
“Realmente, sorprende que un aeropuerto internacional no tenga toallas para limpiarse la nariz o la ropa. Tengo que ir a la parte de los inodoros, varias veces con desperdicios en su interior para buscar papel higiénico en una zona sucia”, dice Patrick quien se apresta a embarcar en un vuelo nocturno hacia Norteamérica. “Le sumas también el mal olor”.
“Objetivamente, encuentro que el aeropuerto está muy sucio, especialmente en las tardes”, comenta Sebastián quien viaja regularmente por trabajo dentro de Chile. “Si bien creo que el aeropuerto debe preocuparse más, pero también es culpa de la gente que no tiene educación o no entiende que más personas usan el entorno”.
Tras adjudicarse la licitación, Nuevo Pudahuel que administra y construye el aeropuerto de Santiago, es la responsable de la limpieza de las instalaciones y velar por su óptimo estado. Como parte de los servicios subcontratados está Grupo Norte que se encarga de la limpieza. Si bien sus trabajadores suelen verse por la terminal, pareciera que sus labores no son del todo prolijas o sólo se limpian aquellos aspectos visibles. Los papeles siguen bajo los asientos, otros envoltorios e incluso restos de comidas. Las alfombras también se encuentran en un estado deficiente.
Todo lo descrito choca con la reciente entrega del Certificado de Seguridad Sanitaria (AHA, por sus siglas en inglés). Recientemente, el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI) renueva la acreditación, supuestamente tras validar los protocolos establecidos para prevenir el COVID-19.
De acuerdo con ACI, para obtener la certificación AHA, se consideran todas las áreas y etapas del proceso que realiza el pasajero desde su ingreso a la terminal hasta el embarque en el avión o en su camino desde el avión hasta el retiro de equipaje o salida. La auditoría considera también locales comerciales y de comidas, salas VIP/CIP, control de seguridad, pasaportes, aduanas, cintas de equipaje y zonas de salidas, además de las comunicaciones que el aeropuerto realiza.
Los beneficios de una acreditación sanitaria estandarizada a nivel mundial permiten demostrar a los usuarios y a los Gobiernos las acciones que el aeropuerto realiza en materia de seguridad, además de validar las propias medidas implementadas. Promueve una generación de confianza y un reconocimiento en línea con estándares internacionales y el reconocimiento de la excelencia profesional y del mantenimiento de la infraestructura y del equipamiento.
Más allá de la contingencia sanitaria impuesta por el COVID-19, la limpieza es uno aspectos fundamentales para cualquier tipo de usuario, especialmente en espacios públicos como un aeropuerto. Ambientes limpios generan confianza. Por lo mismo, cualquier incumplimiento o faltas en el ornato y aseo de las instalaciones dañan los esfuerzos de una industria aérea que garantiza que no es vector de contagio de enfermedades. En ese sentido, la situación del aeropuerto de Santiago no ayuda a colaborar con una mejora de la situación y pone presión innecesaria a toda una industria tanto por parte de las autoridades en un país sumamente restrictivo en materia de COVID-19 y una ciudadanía más empoderada, pero que desconoce el funcionamiento de la industria aérea.
La situación en el aeropuerto de Santiago contrasta con otras terminales aéreas del país. Pese a las consecuencias económicas derivadas de las excesivas restricciones impuestas por la pandemia y la ausencia de ayudas económicas de parte del Gobierno de Chile para enfrentar la crisis, otros aeropuertos mantienen en óptimas condiciones sus instalaciones. Destacan en esa línea las terminales de Arica, Iquique, Calama, Concepción, Punta Arenas, entre otras, por mencionar algunas, incluso aquellas que están en obras.
“Realmente, es preocupante ver la falta de aseo en el aeropuerto que supuestamente es la primera impresión que se llevan quienes nos visitan”, expone Margarita. “Creo que el aeropuerto muestra parte de la nueva realidad de lo que es Chile hoy. He estado en Bogotá, Lima, Buenos Aires y de verdad, son aeropuertos en excelentes condiciones, muy lejos de Santiago. Ni hablar los de Europa o los de Estados Unidos. También en regiones hay aeropuertos muy limpios, otros no tanto”.
Si bien en una primera instancia, Nuevo Pudahuel es la encargada de velar por la calidad de servicio. Las fallas en la limpieza también muestran la ausencia de una fiscalización adecuada, especialmente por parte del Ministerio de Obras Públicas, mandante de la concesión.
Ante los cuestionamientos por la falta de limpieza, Aero-Naves envía una consulta a Nuevo Pudahuel para conocer su opinión al respecto. Hasta el cierre de edición, la sociedad concesionaria que administra el aeropuerto de Santiago no responde a las preguntas realizadas.
Fotografía portada – Ricardo J. Delpiano