Pese a estar en tiempos de paz, mantener las capacidades de defensa de un país es algo necesario. La aparición de nuevas amenazas a la seguridad demuestra, en Chile y el mundo, que contar con herramientas de seguridad es una necesidad de la cual un país no puede darse el lujo de prescindir. Estar preparado es la mejor manera de evitar daños.
Durante los últimos años, llama la atención de distintos analistas en defensa de la región la muy reducida -por no decir nula actividad- del único avión de alerta temprana (AWACS) de la Fuerza Aérea de Chile (FACh). Se trata del Boeing EB-707 Cóndor, conocido por su gigantesco radar en la nariz del avión, que lo hace único en el mundo. Las especulaciones de un eventual -y pronto retiro- implican una pérdida de una capacidad de alerta y control aerotransportado que pocos países en la región tienen.
Sin embargo, desde hace algunas semanas información de la industria indican los recién retirados E-3D Sentry de la Real Fuerza Aérea Británica (RAF, por sus siglas en inglés) está en la mira de Chile por una posible compra. Mientras en Chile el tema no es informado, a excepción de algunos medios de aviación, en el Reino Unido, el propio Ministerio de Defensa confirma la compra de tres E-3D para la FACh.
La adquisición vuelve a colocar en discusión la necesidad de estos aparatos y también cuál es la mejor solución para que un país como Chile no pierda una capacidad fundamental de seguridad.
Dos titanes
Como indica la denominación del modelo, el EB-707 es una aeronave que está basada en la célula del B707, uno de los aviones de pasajeros más famosos en el mundo, pionero de lo viajes intercontinentales a reacción sin escalas. En Chile, es un material ampliamente conocido por ser la columna vertebral de la flota de LAN Chile en la década de 1970 y 1980, y por ser material conocido en la FACh.
Hacia fines de la década de 1980, cuatro B707 ex LAN Chile continúan su vida útil en la FACH. Registrados desde con los números del 901 al 904 para conformar la flota de transporte de la institución durante la primera mitad de la década de 1990. A mediados de dicha década, dos ejemplares -específicamente el 903 y 904- se envían a la empresa israelí Israel Aircraft Industries para sus respectivas conversones: uno como avión cisterna, denominado “Águila”, otro para misiones AWACS, bautizado como “Cóndor”.
En el caso del “Cóndor”, la aeronave se desempeña al comienzo para pruebas de Boeing para desarrollar sistemas de aproximación y aterrizaje. Bajo el registro N68657 se utiliza como avión de demostración para potenciales clientes. En 1969 se integra a la flota de LAN Chile con la matrícula CC-CEB hasta 1991 cuando pasa a la FACh con el numeral 904.
En su momento, acción desplegada permite a Chile contar con un sistema único en la región y que coloca al país en una posición sumamente privilegiada frente a sus vecinos. Todo manteniendo una comunalidad operativa que brinda la operación de una aeronave conocida en el país. Sin duda, un acierto.
El E-3D Sentry (la denominación D es la referente al Reino Unido) también es una aeronave cuya célula es el B707. Sin embargo, a diferencia del “Cóndor” es diseñada y construida por su propio fabricante: Boeing. El Reino Unido adquiere estos aviones en 1986, equipados con una planta motriz más modera como los CFM-56. Localmente es dominada como Sentry AEW-1 y se encuentra equipado con un radar pasivo AN/APY-2.
Sin contar Chile, el Sentry es operado por cuatro países. Los países que conforman la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) son sus principales usuarios, incluyendo la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) que lo opera desde 1977. A la fecha, es partícipe de los principales conflictos de ese país.
Por consiguiente, la adquisición de los E-3D por parte de la FACh, brindan a Chile la posibilidad de contar con la misma filosofía de aeronave y comunalidad, pero más moderno. Sin embargo, la renovación de material implica otros cambios.
¿Retroceso al PESA?
El radar EL/M-2075 utilizado en el “Cóndor” es fabricado por IAI en conjunto con Elta System. Se trata de un Radar de Barrido Electrónico Activo (AESA) conformado por un equipo de antenas en fase cuyo elemento transmisor y receptor del eco de la señal enviada se compone de numerosos módulos independientes instalados en una superficie plana. Cada uno de los pequeños módulos emite su propio haz de energía en diferentes frecuencias, con lo que se reduce la emisión electromagnética y la posibilidad de ser detectado.
Su alternativa es el Radar de Barrido Electrónico Pasivo (PESA) AN/APY-2 equipos que son los que utilizan los E-3D Sentry. Dispone de una fuente de radio frecuencia central que envía la energía a través de módulos de cambio de fase, y que a su vez, envía la energía a varios elementos emisores en parte frontal de la antena.
Las diferencias entre ambos tipos de radares son significativas. Sin embargo, se puede hablar de “retroceso” en materia tecnológica, ya que lo que prioriza pareciera no ser la vanguardia.
Con una relativa ausencia de tensión geopolítica, más allá de una ventaja de la FACh sobre sus “hipotéticos e históricos adversarios”, la adquisición de los E-3D pareciera ir por una “pista distinta”. Simplemente, la compra guarda relación con mantener una capacidad de defensa ya adquirida de manera inmediata, sin ahondar mucho en los instrumentos, siempre y cuando, estos cumplan con lo requerido. Cualquier otra alternativa, implica el riesgo de perder el sistema de alerta temprana temporal o de manera permanente.
A través de los Sentry, la FACh busca mantener entrenadas a las siguientes generaciones de operadores en el ámbito de alerta temprana y control. Una transición que podría durar hasta una nueva definición del material aéreo que suceda a estas aeronaves, decisión que no ocurriría al menos en el corto plazo.
El costo de no invertir
La pérdida de una capacidad para un órgano relacionado con la defensa de un país, en este caso la FACh, se traduce en el término de una inversión realizada en su minuto. Por consiguiente, renovar o no proceder con este material no es una decisión fácil.
La opción de renovar implica un enfrentamiento con la disponibilidad de aeronaves en el mercado que, independiente de su procedencia, pueden significar soluciones de alto costo. Sin embargo, esto puede ser compensado por su utilidad o por el valor que entrega al país al futuro en términos de defensa, mantención de una capacidad adquirida y de una transición hacia una solución más a largo plazo.
El descarte por su lado obliga a dar de baja todo un sistema que va desde la aeronave y su equipamiento hasta el propio personal a cargo, lo que incluye logística, ingenieros, operadores y administrativos. La decisión implica el corte completo de la experiencia y capacidad adquirida, siendo su alternativa realizar una nueva inversión en todas las áreas involucradas con un personal que probablemente no tenga el conocimiento mínimo.
La capacidad AWACS es una de las más costosas y decisivas que puede tener un país. Sin embargo, sus beneficios son variados y permite obtener ventaja en el escenario de operaciones de distinto ámbito en tiempo real para tomar las mejores decisiones tácticas con un margen de demora mínimo. La capacidad aérea permite llevar los instrumentos al lugar necesario.
Fotografía portada – Royal Air Force