El escalamiento del conflicto en Kazajistán ya tiene sus consecuencias en el transporte aéreo. A la paralización del tráfico aéreo en el aeropuerto de Almaty, se suma la cancelación de frecuencias por parte de las distintas líneas aéreas que operan en el país, mientras una fuerza multinacional busca retomar el control frente a la ola de protestas.
Kazajistán se encuentra en estado de emergencia nacional, mientras el gobierno de Kassym-Jomart Tokayev intenta retomar el control del país tras la ola de protestar mortales que se realizan desde comienzos de mes. Como infraestructura esencial de cualquier país, los aeropuertos son considerados como estratégicos para asegurar la conectividad y abastecimiento, por lo que en cualquier conflicto constituyen un bastión estratégico.
De acuerdo con fuentes oficiales, la principal terminal aérea estaría tomada por “terroristas” -como califica el gobierno de Tokayev a sus opositores- con al menos cinco aviones “secuestrados”. La situación justifica que fuerzas de seguridad tomen el control de las instalaciones.
En las últimas horas, Rusia envía apoyo militar a Tokayev. Al menos nueve Ilyushin Il-76 aterrizan en Almaty con fuerzas de apoyo para resguardar el aeropuerto. El envío de tropas es confirmado por Igor Konashenkov, vocero del ministerio de Defensa de Rusia.
La acción de Rusia se enmarca a pedido de Tokayev, quien invoca a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO, por sus siglas inglés). Se trata de un acuerdo multilateral que considera Armenia, Belarús, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán, básicamente una alianza que reúne a distintas repúblicas de Asia Central bajo alero de Rusia, asegurándole un cierto control en su zona de influencia. Antes de la llegada de las tropas rusas, Armenia también envía tropas en una primera acción que activa la asociación de países.
Ante el escalamiento del conflicto, distintas líneas aéreas que operan en Kazajistán se encuentran monitoreando la situación. La crisis afecta en un comienzo a los vuelos locales con demoras en las frecuencias y cancelación de algunos servicios. Air Astana, la principal línea aérea del país, suspende algunos vuelos desde Nur Sultan como desde Almaty a distintos destinos dentro y fuera del país.
Otras compañías aéreas deciden también suspender vuelos como es el caso de Air Arabia, flydubai, Jazeera Airways y Kuwait Airways. Las últimas en tomar una decisión de estas características son Aeroflot, Belavia, Lufthansa y S7, esta última con cancelaciones hasta el domingo 09 de enero.
Como muchos países de Asia Central, la situación de Kazajistán tiene implicancias en el transporte aéreo global. Su espacio aéreo es utilizado como paso obligado en las rutas aéreas entre oriente y occidente, aunque en un nivel de tránsito que otros países de esa región. Por lo mismo, para la aviación tiene un especial interés.
Sin embargo, es escenario geopolítico también preocupa porque Kazajistán tiene el 2% de las reservas de petróleo del mundo. Pese al porcentaje, una extensión de la crisis puede influir en el volumen de la producción mundial crudo y con esto en su valor, afectando no sólo a la aviación sino a distintos sectores productos como a la vida diaria de las personas.
El problema geopolítico
Kazajistán es uno de los países más grandes de Asia Central. Además de estar en rutas de paso entre oriente y occidente, el país forma parte del área influencia de Rusia y también de China, lo que representa el punto de encuentro de dos potencias mundiales, las que buscan extender su área de influencia en un país rico en minerales. Sin embargo, hay otros intereses en juego.
En el territorio kazajo se ubican importantes yacimientos de uranio. Más del 40% de la producción mundial de ese mineral está concentrada dentro de sus fronteras, por lo que cambios en las entregas pueden afectar en el mediano plazo las plantas de energía nuclear. El conflicto ya provoca que las acciones de empresas extractoras de uranio en otros países, principalmente en Norteamérica y Australia suban, las que podrían beneficiarse de una extensión de la crisis.
Para Rusia el escenario no es de todo favorable, ya que se le crea un nuevo frente que atender. Dispuesta a no perder su área de influencia directa y tener un flanco abierto, decide intervenir en la mantención del status quo.
Las protestas cobran relevancia a nivel mundial por el nivel de escalamiento a raíz de un alza en el precio de combustible al doble durante este año. El estallido de la población está determinado por el costo que esto implica, dado que el precio del petróleo afecta el valor de los combustibles utilizados en automóviles y el gas licuado, es decir, la vida diaria de las personas.
Sin embargo, el valor del combustible es la punta del iceberg. Como en muchos conflictos, los antecedentes están más atrás y guardan relación con un acumulado descontento social, el alza del costo de la vida (inflación), la corrupción en el sistema político y la falta de participación y libertades civiles, especialmente con un Mandatario designado y otro con cargos vitalicios. El ex Presidente Nur Sultan Nazarbayev renuncia a su cargo en 2019 conservando muchos poderes. En su reemplazo nombra a Tokayev como su sucesor.
La mantención del poder desde el mismo grupo gobernante hace que existan denuncian de un enriquecimiento desproporcionado al beneficiarse del sistema y de los vacíos dejados en el periodo post Guerra Fría. Por ahora, el gobierno se beneficia de que la oposición no tenga un liderazgo claro y una lista de demandas con las cuales poder sentarse a conversar o negociar.
Fotografía portada - Ministerio de Defensa Rusia