Con base a la experiencia adquirida y los errores cometidos en el programa Boeing 737 MAX, la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos establece nuevos protocolos para capacitar y certificar pilotos cuando se trata de nuevas aeronaves. La intención es reunir el máximo de competencias posibles que permiten brindar una capacitación adecuada minimizando cualquier riesgo asociado.
La acción de la agencia aeronáutica recoge el interés del Congreso estadounidense con el propósito de evitar errores que desencadenen los futuros desafortunados sucesos. Lo anterior, se infiere considerando que en las próximas décadas ingresarán nuevos tipos de aeronaves y tecnologías que demandarán nuevos entrenamientos de las tripulaciones.
La nueva política de la FAA considera que pilotos de línea aérea participen junto con los pilotos de prueba en las evaluaciones operativas de la Junta de Estandarización de Vuelo (FSB). En esa instancia se establecen las habilitaciones tipo y el entrenamiento mínimo que los pilotos deben someterse para volar.
Hasta la detención de la flota mundial de B737 MAX como consecuencia de los accidentes del Lion Air JT610 y Ethiopian ET302 en octubre 2018 y marzo 2019, respectivamente, la FSB desarrolla una capacitación sólo para los operadores aéreos estadounidenses. Por consiguiente, no considera habilidades y/o comportamientos de pilotos de otros países o culturas que podrían influir en la toma de decisiones o aplicación de un procedimiento a bordo.
Con el programa de recertificación del B737 MAX, la autoridad aeronáutica concluye que la inclusión de pilotos de varios países puede producir mejores resultados. De esta manera, se pueden determinar diferentes niveles de habilidades y anticipar posibles riesgos, que se pueden mitigar con el diseño de las capacitaciones y entrenamientos.
En la Ley de Responsabilidad, Seguridad y Certificación de Aeronaves de 2020, el Congreso de los Estados Unidos incluye una orden para que la FAA incorpore a pilotos con distintos niveles de experiencia en la FSB, así como de pilotos de futuros operadores. El mandato otorga un año para redactar y aplicar cambios en la política, lo que estaría ocurriendo ahora.
No obstante, la Ley mencionada no indica el número específicos de pilotos que se deben requerir al momento de certificar una nueva aeronave o cuáles son los requisitos que se establecen para cada experiencia. En ese sentido, se infiere un supuesto vacío que puede abrir espacio a diferentes interpretaciones. En la normativa también se establece una coordinación de la participación de la industria para todas las actividades con el fabricante.
Los cambios en las políticas en la FAA trascienden más allá de su área de jurisdicción por la influencia que tienen los Estados Unidos a nivel global, comenzando por proveer un número importante de aeronaves. En muchos casos, sus lineamientos sirven de base para las decisiones y/o exigencias que de manera soberana puedan establecer las autoridades aeronáuticas de cada uno de los países.
Fotografía portada – Luis Colima