Después de varios anuncios, finalmente la capital chilena finaliza 2021 sin la apertura de la nueva terminal 2 del aeropuerto Arturo Merino Benítez. Pese a estar la obra finalizada, los retrasos en las pruebas operacionales, de verificación y habilitación de los procesos (conocidas como ORATs, por sus siglas en inglés), habilitación de espacios y traslado de servicios públicos a las nuevas dependencias, vuelven atrasar la puesta en servicio.
La demora afecta la temporada alta de verano y el incremento significativo de flujo de pasajeros, así como la calidad de servicio que estos esperan en un aeropuerto. Pese al impacto significativo que tiene la crisis del COVID-19 en la industria aeroportuaria, la experiencia en la mayoría de las terminales alrededor del mundo no se ve afectada por los mayores espacios disponibles y la menor cantidad de público transitando. Precisamente, aspectos como la amplitud de los interiores, instalaciones y la limpieza son aspectos fundamentales para los viajeros en estos tiempos que, en el caso de Santiago, cobran importancia en la antigua terminal y ante un aumento en la cantidad de pasajeros.
“La obra está completamente terminada desde septiembre pasado y sólo restan algunas terminaciones en los Duty Free y salones VIP”, aseguran desde Nuevo Pudahuel, sociedad concesionaria que construye y administra el aeropuerto de Santiago. “Desde entonces, se han llevado a cabo pruebas finales de diversos sistemas, como el de maletas (BHS) por parte de la DGAC y el MOP, con el objetivo de asegurar una operación correcta para la apertura de una infraestructura sofisticada y compleja, como es un terminal aéreo de última generación. Asimismo, los servicios públicos han trabajado en el traslado de equipos al nuevo terminal”, declaran.
Durante el cuarto trimestre 2021, tanto Nuevo Pudahuel como las autoridades del Ministerio de Obras Públicas (MOP) esperaban inaugurar las nuevas instalaciones. Sin embargo, ello no ocurre. Según los organismos públicos, las pruebas realizadas en la gestión del equipaje facturado a través del BHS son insuficientes lo que obliga a efectuar correcciones.
“En el proceso se ha requerido realizar pruebas adicionales y repetir algunas con otros algoritmos que utilizan los sistemas chilenos para certificar la operatividad del sistema”, aseguran desde la concesionaria responsable de la obra.
El nuevo sistema de gestión de equipaje es una de las “estrellas” de la T2 del aeropuerto. A diferencia del actual, posee un circuito completo de cintas que finalizan en ocho islas donde los pasajeros recogerán sus maletas. Todo el equipaje facturado será revisado por el control del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y Aduanas bajo el edificio de manera que el pasajero no tendrá que estar sometido a filas y revisiones a su llegada al país. Las revisiones a los pasajeros sólo procederán si hay alertas. En la industria de los aeropuertos indican que es uno de los aspectos más complejos en la habilitación de una terminal aérea.
Independiente de las razones y de las declaraciones cruzadas entre los organismos públicos y la concesionaria, en la práctica los retrasos en la puesta en servicio hacen que el nuevo aeropuerto no se entregue en las fechas que corresponden. De acuerdo con los planes originales la nueva infraestructura aeroportuaria debiera estar en funcionamiento desde julio 2020. A fecha de hoy, ya son más de un año y medio de retraso. Por cada mes de demora, el MOP puede cursar infracciones que pueden llegar hasta el US$1 millón.
Como se indica, el impacto en la puesta en marcha de la nueva terminal se siente en la calidad de servicio, especialmente en aquellos puntos o aspectos críticos como son los filtros de seguridad o el estado de la limpieza en algunas zonas como las de comidas y bebidas o de los baños.
En los filtros de seguridad, el traslado de máquinas de revisión de equipajes y personas desde el embarque nacional como internacional a la nueva terminal genera aglomeraciones innecesarias de personas. Afortunadamente, los tiempos de espera en fila no son significativos y pese a la cantidad, el flujo es más o menos continuo, aunque desde la percepción de lo usuario está lejos de lo óptimo.
El tráfico de pasajeros por avión a través de Santiago se encuentra en un 88% en vuelos domésticos y 50% en vuelos internacionales, respecto a los niveles de 2019. En la concesión estiman que cerrarán con poco más de 10 millones de pasajeros, muy lejos de los casi 25 millones de 2019.
Sin embargo, la cifra no es menor considerando que para la capacidad de la terminal actual es de máximo 16 millones y si aspectos claves los puestos revisión de seguridad o de dotación de personal en migraciones no están del todo disponibles, los procesos se ralentizan. Además, hay que tomar en cuenta las afecciones existentes con la reducción de aforos e instalaciones (asientos y mesas) y revisiones adicionales de documentación en check-in con las medidas sanitarias o los mayores tiempos de presentación (tres horas para vuelos nacionales y 4 horas para vuelos internacionales lo que hace que una mayor cantidad de pasajeros esté en la terminal. Todo bajo el supuesto de que no existen retrasos o cancelaciones de vuelos.
Todavía no hay certezas respecto a cuando se inaugurará la nueva terminal 2 del aeropuerto Arturo Merino Benítez. No sólo dependen de la finalización y verificación de las pruebas ORATs, sino que también cuando las autoridades de Gobierno confirmen la fecha de inauguración. Siguiendo una lógica estrictamente política, la apertura de la terminal no debiera ser más allá de febrero, si es que el actual Mandatario no quiere entregar la mayor obra pública del país al nuevo y opositor gobierno.
Fotografía portada – Ricardo J. Delpiano