No da lo mismo volar en un día frío que uno caluroso, y es que al igual que el cuerpo humano, la operación de una aeronave es sensible a los cambios de temperaturas, especialmente en los vuelos comerciales. La amenaza del cambio climático está derivando en días más caluroso, por lo tanto se esperan incidencias en la operación.
El aumento de la temperatura exterior del aire (OAT, pro sus siglas en inglés) es el término correcto para referirse a este factor. Su incidencia en la operación aérea está relacionada directamente con la performance de la aeronave. A mayor OAT menor presión, por lo que un perfil aerodinámico no podrá generar un mismo nivel de sustentación. Además, el empuje entregado por los motores es menor.
Por lo anterior, a mayor OAT las aeronaves necesitan pistas más largas para alcanzar la misma velocidad de despegue. Si no se puede aumentar el empuje del motor, se debe disminuir el peso total de despegue para adecuar dentro de los márgenes de seguridad y lograr una salida óptima.
Por esta razón, es común apreciar en los días más cálidos como los de verano que las aeronaves suelen tener una carrera de despegue “más larga de lo habitual” o en casos de altas temperaturas que los vuelos pueden verse afectados hasta que el OAT disminuya. Los vuelos más afectados suelen ser los de larga distancia por estar casi siempre a máxima carga de pago como de combustible.
La ampliación del largo de pista es una solución para compensar el efecto del OAT en la performance de la aeronave. Sin embargo, no es aplicable para todos los aeropuertos por los costos asociados o la geografía del lugar. En aquellos ubicados en zonas desérticas y de altas temperaturas, como los del Medio Oriente, las pistas suelen ser largas por ese motivo.
Al factor temperatura, también se agrega la elevación del aeropuerto sobre el nivel del mar. Mientras más alto, mayor es la degradación de la performance de la aeronave, generando un efecto similar. Si se combinan ambos factores, el resultado es todavía mayor. De esto, deriva la terminología aeronáutica hot & high, utilizada para referirse a aeródromos o aeropuertos ubicados en altura y con altas temperaturas como ocurre en Ciudad de México por ejemplo.
Operar en aeropuertos hot & high tiene también un segundo efecto. Un incremento en los costos porque una mayor potencia de los motores (necesaria para compensar los efectos de la temperatura, presión y altura) implica un mayor gasto de combustible y también de la vida útil del motor. Si hay una reducción del peso de despegue para no forzar tanto a los motores, implica una penalización de la carga de pago lo que se traduce en menor factor de ocupación o menos carga transportada. Si un operador recurre a esta práctica debe incurrir en costos asociados compensando a sus clientes.
Un tercer punto no menor, está relacionado a la física de la temperatura. La baja presión – generada por una mayor temperatura- implica un ascenso de las masas de aire lo que se conoce como turbulencia térmica o convectiva. Por lo mismo, los despegues o aterrizajes en días cálidos generalmente suelen ser más turbulentos, especialmente en zonas urbanas.
Con la problemática del cambio climático en curso, se espera un aumento de la temperatura en todo el mundo. Por lo tanto, los impactos en las operaciones aéreas serían superiores a los actuales.
Para contrarrestar este y otros efectos, además de lograr la ansiada mayor eficiencia, los nuevos motores buscan ofrecer más potencia a un menor costo. De igual manera, los fabricantes de aeronaves recurren a la tecnología en nuevos materiales como la fibra de carbono para disminuir el peso y asegurar óptimas operaciones.
Fotografía portada – Dubai airport