Pese a los esfuerzos que la industria realiza para transitar a un transporte aéreo más sostenible, para Delta todavía existen numerosas trabas para alcanzar los objetivos fijados. En paralelo, al desarrollo de la Conferencia de Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP26), la línea aérea pide facilitar el acceso a energías alternativas y que las nuevas tecnologías, principalmente en motores, lleguen al mercado.
“Todavía estamos demasiado lejos de soluciones reales y escalables para un transporte aéreo limpio. Necesitamos que los combustibles de sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés) sean tan accesible como el petróleo y que las nuevas tecnologías de motores lleguen al mercado de forma exponencialmente más rápida si queremos cumplir con los objetivos de la industria”, comenta Amelia DeLuca, directora general de Sostenibilidad de Delta.
Como muchas líneas aéreas en todo el mundo, Delta está comprometida con llegar a 2050 con cero emisiones netas de CO2. Para ello, la compañía adhiere a las resoluciones de la industria aérea con miras a alcanzar ese objetivo, además de trabajar en sus propias iniciativas. Una de las más emblemáticas guarda relación con la renovación de su flota, aspecto no menor considerando la visibilidad.
En la resolución aprobada en la Asamblea General de la Asociación de Transporte Aéreo (IATA) a principios de octubre, la industria aérea considera un plan de trabajo escalable para lograr los objetivos en sostenibilidad. Como primer paso, se debe avanzar en el uso de los SAF, seguido de la incorporación de nuevas tecnologías y cambios operacionales, un desarrollo apropiado de la infraestructura y la utilización de nuevas fuentes de energía como la eléctrica y el hidrógeno. Cualquier emisión que no pueda eliminarse desde la fuente, se debe hacer a través de otros como la captura y almacenamiento de CO2 o esquemas de compensación. En todas estas etapas se considera fundamental la participación y acompañamiento de los Gobiernos a través de políticas públicas y marco regulatorios adecuados que permitan avanzar en cada uno de estos pasos.
Bajo un enfoque realista, Delta ve que hay demoras importantes en los dos primeros puntos. Sin ir más lejos, el uso de los SAF en una mezcla del 50% todavía no se aplica pese a años de investigación y ensayos. La razón son los altos costos y reducida producción que dificultan el acceso. Mientras no exista soluciones, la compañía sigue con iniciativas propias.
Recientemente, Delta se une al Aviation Climate Taskforce (ACT, por sus siglas en inglés), una nueva organización sin fines de lucro fundada para abordar el reto de eliminar las emisiones contaminantes. El objetivo es acelerar los avances en las tecnologías emergentes para la descarbonización en un plazo de 10 años o más.
“Estas coaliciones nos ayudan a incidir de forma más eficaz en nuestra huella de carbono al aunar recursos y financiación para definir el próximo capítulo de la aviación sostenible”, agrega DeLuca.
ACT reúne a los líderes mundiales de las aerolíneas en asociación con Boston Consulting Group (BCG) para impulsar la innovación tecnológica y acelerar el ciclo de vida de la investigación y el desarrollo de las tecnologías emergentes. El grupo trabajará en un enfoque de cartera para conseguir soluciones críticas en el corto y mediano plazo, especialmente en el tema del uso de los SAF de base biológica. En el largo plazo, orienta sus esfuerzos en el desarrollo del hidrógeno.
Desde Delta, indican que ACT tratará de apoyar el avance de estas tecnologías a través de dos pilares clave: una Red de Innovación y un Foro de Colaboración. En la primera instancia, se busca acelerar la incorporación de las tecnologías emergentes, diseñar un plan de investigación de todo el ecosistema e identificar oportunidades de colaboración, además de abordar obstáculos críticos. El Foro de Colaboración, por su parte, apunta a reducir las emisiones CO2 acelerando la adopción y ampliación de nuevas tecnologías, mediante la colaboración de expertos, actividades, políticos y líderes de opinión.
Fotografías - Delta