La preocupación por el medioambiente no es nueva en la industria de la aviación. En las dos últimas décadas, este sector viene evolucionando hacia operaciones cada vez más sostenibles a través de una inversión constante en nuevas tecnologías y aeronaves, mejores prácticas, eficiencia en sus procesos y búsqueda de nuevas fuentes de energía. A esto se agrega, cambios culturales considerados como necesarios e indispensables para que los objetivos puedan ser alcanzados.
La aviación tiene como objetivo ser industria verde desde hace años, pero es la primera vez que llega a una Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) con una propuesta concreta y transversal. En la última Asamblea General de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), las líneas aéreas aprueban una resolución en la que se comprometen con alcanzar cero emisiones netas de CO2 para 2050. Hasta esa reunión, cualquier compromiso autoimpuesto es voluntario.
Si bien la resolución es aprobada por las 290 líneas aéreas representantes del 82% del tráfico mundial de pasajeros, se habla de industria aérea porque incluye también a los aeropuertos, a los fabricantes de aeronaves y a los proveedores los que deben funcionar con políticas, productos y actividades que apunten al objetivo de la carbono neutralidad. Quienes no forman parte de IATA prácticamente estarán obligados a adoptar medidas similares, ya que en caso contrario quedarán fuera de las prácticas que el mundo adopta para hacer frente al cambio climático. Como ejemplo, muchas compañías aéreas de bajo costo y tarifas bajas (LCC, por sus siglas en inglés) que no son miembros de IATA, avanzan en la incorporación de nuevas tecnologías para poder funcionar como parte de su constante necesidad de buscar los menores costos y eficiencias como sea posible.
El compromiso alcanzado en IATA también es global. En el Foro de Líderes de la Asociación Latinoamericana y del Caribe de Transporte Aéreo (ALTA) también declaran su adhesión a la resolución de la industria para hacer frente al cambio climático.
Para IATA la reducción de emisiones es algo gradual. En primer término, se debe avanzar en el uso de los combustibles sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés), para luego incorporar nuevas tecnologías, cambios operacionales y un desarrollo apropiado de la infraestructura. Como última etapa, está el desarrollo de nuevas fuentes de energía como la eléctrica y el hidrógeno. Cualquier emisión que no pueda eliminarse desde la fuente, se debe hacer a través de otros como la captura y almacenamiento de CO2 o esquemas de compensación.
“En 2050 se requerirá la mitigación de 1.8 gigatoneladas de CO2. Un potencial es que el 65% e reduzca a través de los SAF. Nuevas tecnologías de propulsión -como el hidrógeno, por ejemplo-, se encargue de otro 13% y las medidas de eficiencia aporten otro 3%. El resto podría tratarse mediante captura y almacenamiento de carbono (11%) y compensaciones (8%)”, dice Willie Walsh, director general de IATA.
Pero para que la aviación logre los objetivos que se plantea necesita del compromiso de los Gobiernos. La razón de esto responde a que son los Estados a través de sus instituciones políticas y aeronáuticas los encargados de diseñar e implementar las políticas públicas y marcos regulatorios. Si bien la aviación puede tener propuestas, la decisión final está en los Gobiernos.
Por lo anterior, muchos de los compromisos autoimpuestos por la industria dependerán exclusivamente de los Estados y la acción política que estos realicen. En ese contexto, se espera que en COP26 los países adopten medidas respecto al cambio climático con objetivos claros. Si bien esto debiera ser beneficioso para la aviación, en la práctica se advierte que puede generar un aumento de los costos por la colocación de impuestos verdes que dificultarían los esfuerzos por lograr una aviación sostenible, especialmente al momento de incorporar nuevas tecnologías. Otro tema que genera preocupación es el gravamen sobre fuentes de energía contaminantes, pero sin ofrecer una alternativa sostenible.
Para lograr a corto plazo operaciones sostenibles y reducción importante de las emisiones de CO2, se necesita que las empresas productoras de SAF lo hagan a grandes escalas y a precios competitivos. Asimismo, las autoridades aeronáuticas sean eficientes en sus procesos y los proveedores de servicios de navegación aérea (ANSP) eliminen ineficiencias en la gestión e infraestructura del espacio aéreo. También los fabricantes de aviones y motores deben desarrollar nuevas tecnologías, mientras que los aeropuertos deben habilitar la infraestructura para las nuevas fuentes de energía de una manera asequible y rentable.
La industria aérea anticipa que el rol de los Gobiernos será doble en el camino hacia la carbono neutralidad. Por un lado, deben generar las políticas públicas necesarias para implementar las distintas soluciones presentadas. Por otro, crear incentivos para la producción y así aumentar la oferta y reducir los costos.
Fotografía portada – Lufthansa