A casi dos años de iniciarse la pandemia del COVID-19, la posibilidad de viajar libremente sigue altamente afectada. Las severas medidas colocadas por los países, el aumento de requisitos y falta de homologación, hacen que los pasajeros se vean confundidos. A esto se agrega una incertidumbre producto de mayores gastos y tiempos de espera, lo que asociado a una inestable situación económica provoca mayor estrés en las personas que se traducen en un aumento de los “pasajeros disruptivos”.
CNN Travel asegura que los incidentes por este tipo de pasajeros solían ser una excepción y no la normalidad. Hoy, son frecuentes, no sólo en Estados Unidos, sino también a nivel global y regional.
Según datos arrojados por la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA por sus siglas en inglés), los incidentes vienen en aumento. La Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) lleva emitidas más de US$1 millón en multas a los pasajeros con mal comportamiento a bordo en vuelos de líneas aéreas, sólo en lo que va de 2021.
Es complejo determinar con exactitud si los pasajeros efectivamente han cambiado su comportamiento hacia un perfil más violento y rebelde. Primero, no todas las compañías aéreas que forman parte de IATA envían sus estadísticas y no todas registran la totalidad de los casos. Un aspecto importante, es que según la FAA se registran números variables de incidentes investigados entre 1995 y 2019.
A diferencia de otros años, en la época actual existe otro factor clave a la hora de difundir información y es la existencia de los teléfonos celulares que están siempre disponibles y conectados. Se infiere que los incidentes comienzan a ser más conocidos en los últimos años dado que las redes sociales tienen el poder de propagar videos de pasajeros disruptivos de manera inmediata.
IATA asegura que el alza se debe a las cabinas de pasajeros con mayor ocupación, aumento de los controles de seguridad y los procesos por los que pasan los pasajeros previos al embarque: todos ellos- de alguna forma- aumentan la tensión y el estrés. Por otro lado, el alcohol también juega un rol de importancia: algunos viajeros consumen bebidas alcohólicas en los aeropuertos y suben al avión en estado de ebriedad y sin que la tripulación se dé cuenta.
Pero en pandemia, parte de los incidentes de pasajeros disruptivos están directamente relacionados al incumplimiento de una norma básica a la hora de transportarse por los aires: el uso de mascarilla. En los Estados Unidos es una ley federal y en muchas partes del mundo es una obligación impuesta por las autoridades sanitarias.
Pese al uso obligado, es una norma que muchos pasajeros parecen no entender. La FAA menciona haber recibido 4.498 informes de pasajeros disruptivos hasta el 28 de septiembre del 2021. De esos informes, 3.274 corresponden a pasajeros que se negaron a usar mascarilla.
Si bien los datos pueden mostrar cifras fluctuantes durante gran parte de los últimos 20 años, 2021 es un punto de quiebre: los incidentes parecen haberse disparado. En 2019, la autoridad de aviación estadounidense inicia un total de 146 investigaciones. Hoy, sólo en lo que va de 2021, el número asciende a 727.
La Asociación de Tripulantes de Cabina (AFA, por sus siglas en inglés), representante de casi 50.000 personas de un total de 17 líneas aéreas a nivel mundial, informa en julio de este año que de un total de 5.000 tripulantes el 85% asegura haber tratado con pasajeros disruptivos durante lo que va del 2021. Menciona que este tipo de pasajeros utiliza un lenguaje sexista, racista u homofóbico, mientras que el 17% indica haber sido víctima de un ataque físico.
En los Estados Unidos, los pasajeros están sujetos a sanciones civiles por conductas que pueden amenazar la seguridad del vuelo al interrumpir o distraer a la tripulación de cabina de sus deberes primordiales e indispensables. La normativa federal considera como castigo multas penales e incluso cárcel a los pasajeros disruptivos. Adicionalmente, cada Estado puede tener su propia normativa frente a este tipo de comportamiento y puede considerar el manejo de la situación, además del destino final del pasajero. En ese sentido, se podrá considerar prisión, además de demandas por parte de la línea aérea en el caso de que se inicie un proceso judicial. Lógicamente, el pasajero disruptivo pasa a ser parte de la llamada “lista negra” de las compañías aéreas.
La política de tolerancia cero que la FAA busca establecer hacia los pasajeros disruptivos abre la interrogante si otros países en el mundo pueden adoptar medidas similares. A nivel mundial, la autoridad aeronáutica estadounidense es considerada un referente por la injerencia e influencia que posee. Sin embargo, la decisión de endurecer los castigos frente a pasajeros disruptivos dependerá del grado o número de incidencias. Si se produce algo similar a lo ocurrido en los Estados Unidos es posible que las autoridades evalúen un aumento de las sanciones.
En Chile, por ejemplo, el Código Aeronáutico especifica en el artículo 67 que será responsabilidad del comandante de aeronave “impedir el embarque de personas que puedan constituir un peligro para la seguridad del vuelo, de los pasajeros o de la carga”. Asimismo, “impedir el embarque o transporte de aquella carga que constituya un peligro para la aeronave, pasajeros o carga”, además de “no iniciar o interrumpir el vuelo cuando, a su juicio, esté en peligro la seguridad de este, debiendo comunicar su decisión de inmediato a la autoridad competente del lugar donde se encuentre, y al explotador”.
El rol de los tripulantes de cabina es y será fundamental a la hora de lidiar con los pasajeros disruptivos, pero en términos generales deben notificar al capitán sobre la situación e intentar tranquilizar al pasajero. Adicionalmente, si es que la persona llega a agredir físicamente a algún otro ocupante o miembro de la tripulación, se puede pedir ayuda para contener al disruptivo, pudiendo incluso llegar a controlarlo a través de esposas plásticas y otros materiales. La principal tarea de la tripulación de cabina es la seguridad.
Fotografía portada – Delta