Evidenciando el carácter político más que sanitario de las medidas, Argentina flexibiliza los requisitos de ingreso al país eximiendo de cuarentenas a ciudadanos y extranjeros residentes que posean su vacunación completa y que viajen al exterior por razones comerciales o laborales. La medida dispuesta en la Decisión Administrativa 846/2021 publicada ya de manera oficial aplica también a los no residentes autorizados por la Dirección Nacional de Migraciones.
La nueva disposición obliga a los viajeros calificables a disponer de su esquema de vacunación completa al menos 21 antes del retorno a Argentina, independiente si la inoculación está hecha en el territorio argentino o en el extranjero. Junto con estos, deben presentar una prueba PCR negativa para COVID-19 con 72 horas antes del embarque y realizar un test antígeno al llegar a Buenos Aires (EZE). Además, deben someterse a dos pruebas adicionales de PCR al quinto y décimo día posterior a la realización de la prueba en el punto de origen. Como muchos países que incumplen el artículo 40 del Reglamento Sanitario Internacional, todos los costos de las pruebas son a cargo del viajero.
Para demostrar las actividades que acrediten el viaje, Argentina obliga a los viajeros a consignar en la declaración jurada el motivo laboral y/o comercial de los traslados y los datos del empleador, contraparte o referente comercial y/o laboral, las que deben ser demostradas mediante certificación o documentación. Todos los papeles deben ser conservados en el caso de que las autoridades lo requieran.
Si bien las medidas son un avance, no representan un aporte a la reactivación. Argentina continúa con la política de limitar el número de ingresos de personas y revisar la situación de los vuelos aprobados mes a mes lo que impide una adecuada planificación de la capacidad, además de seguir con normas confusas que derivan en errores de interpretación para los viajeros.
Como en otros países, los cambios de las medidas demuestran el componente más político que sanitario de estas, más todavía cuando las variaciones ocurren en un corto periodo de tiempo con prácticamente igual escenario, independiente de que en la comunicación oficial se haga referencia a la situación epidemiológica del país. En ese contexto, no se entiende por qué algunas personas estando en igualdad de condiciones son consideradas por la autoridad como “no riesgosas” o “menos riesgosas” que otras
Adicionalmente, para el 06 de septiembre está previsto que extranjeros procedentes de Chile y Uruguay puedan ingresar también a Argentina. Dicha apertura es sólo para personas completamente vacunadas contra el COVID-19 y con la exigencia de PCR negativa con 72 horas de ingreso, además de una cuarentena obligatoria por días a definir. Por consiguiente, la dicha apertura tampoco considera un impulso a la reactivación. Cabe recordar que el 84% de las personas no considera viajar a un destino en donde se impongan cuarentenas, independiente de los días.
También como un reflejo de una medida más política que sanitaria, la justificación que entrega el gobierno de Alberto Fernández es realizar una “prueba piloto” para propiciar una mayor apertura a personas de otros países de la región, así como de Norteamérica y Europa. Sin embargo, los trascendidos demostrarían también la ausencia de una hoja de ruta para la reactivación y la continuación de un constante esquema de improvisación.
Determinado por Argentina y Chile, el cono sur de América continúa manteniendo políticas altamente restrictivas que están impidiendo la reactivación de la demanda de viajes y la reactivación de la industria aérea. Las decisiones de sus respectivos gobiernos marginan a los dos países del resto de la región que mediante una comprensión realista de la pandemia ya apuestan por una apertura y se encaminan a una reactivación o incluso recuperación. Pese a que todavía dispone de restricciones de ingreso, Uruguay es el único que tiene un programa de apertura a tres meses plazo, pero que justifica bajo la decisión de “no retroceder”.
Al igual que en Chile, la capital es el único punto de ingreso a Argentina, ya sea por los aeropuertos de Ezeiza, Aeroparque o San Fernando (vuelos privados), así como por el terminal marítimo de Buquebus en Puerto Madero. Sin embargo, ante el daño económico y social que producen las restricciones y su excesiva extensión en el tiempo, provincias como Córdoba, Salta o Mendoza solicitan al Gobierno de la Nación estar incluidos como puestos fronterizos tal como ocurre previo a la pandemia.
Fotografía portada - Aeropuertos Argentina 2000