Pese a la evidencia empírica, los países del cono sur de América continúan aplicando políticas poco apropiadas para controlar la pandemia del COVID-19, generando más afecciones a su población que beneficios. Al igual que Chile, país que es líder en vacunación, pero líder en restricciones a su población, Argentina impone nuevas medidas al cierre de fronteras ya vigente.
De manera improvisada, el gobierno de Alberto Fernández da a conocer la Decisión Administrativa 643/2021 que establece hasta el 09 de julio las restricciones de pasajeros extranjeros no residentes a Argentina y la suspensión de vuelos regulares desde y hacia Brasil, Chile, India (no posee), Reino Unido y Turquía, además de países del continente africano. Se agregan además, la reducción de cupo máximo de pasajeros diarios que pueden arribar por vía aérea de 2.000 a apenas 600 lo que en la práctica significa una prohibición casi total de viajes.
Adicionalmente, determina disponer en las Provincias y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), lugares en que los pasajeros que ingresen al territorio argentino entre el 01 de julio y el 31 de agosto deben realizar un aislamiento de siete días en un hotel. Los pasajeros deben costear todos los cargos de alojamientos y testeos.
Esta última medida se aplica también en Chile y muy pocos países en el mundo y demuestran ser poco efectivas para el control y más bien se interpretan como un castigo al uso de las libertades de las personas como viajar. En Canadá, las críticas y poca efectividad de los hoteles sanitarios fuerzan a las autoridades a eliminarlos, al menos para los pasajeros vacunados.
La reducción de capacidad pone al sector aéreo en una compleja situación. No sólo las líneas aéreas se ven afectadas, sino que también el sistema aeroportuario y principalmente los usuarios, muchos de los cuales corren el riesgo de no poder contar con los medios para ingresar a Argentina. Debido al extenso y poco efectivo cierre de fronteras (dado que el país no logra detener el curso natural de las variantes del virus SARS-CoV-2), la oferta aérea ya es reducida y continúa disminuyendo con los pocos vuelos que las autoridades aprueban con escasa anticipación que impide la adecuada planificación.
Al respecto, la Asociación Latinoamericana y del Caribe de Transporte Aéreo (ALTA) expresa su profunda preocupación ante las medidas anunciadas por el Gobierno de la República Argentina. Desde su parece, la medida que entra en vigor intempestivamente impacta directa y negativamente a los ciudadanos argentinos y residentes que se encuentran en el exterior, imposibilitando su regreso al país como planificado.
“Al momento, no hay claridad sobre cómo se distribuirán dichas plazas y el pasajero terminará siendo el gran afectado con la falta de previsibilidad, que es la base para ofrecer un servicio seguro, eficiente y confiable”, puntualiza José Ricardo Botelho, director ejecutivo y CEO de ALTA.
Para la organización, Argentina ya está aislada y su conectividad se sigue mermando con cada medida de la autoridad, afectando a los ciudadanos que de manera directa, indirecta e inducida dependen económicamente de la llegada de viajeros. Al tener las fronteras cerradas, no hay actividad turística ni vuelos sin escalas o directos desde y hacia 60 países.
“Reiteramos nuestra disposición a estudiar conjuntamente, con base en evidencia científica, las medidas más efectivas para evitar los contagios y lograr el objetivo común de proteger la salud de la población”, sentencian desde ALTA. “Mantener aislado al país continuará mermando la disponibilidad de empleos e ingresos para la población. Hacemos un llamado al diálogo para evitar medidas unilaterales y de corto plazo que afecten al pasajero”.
Desde la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) señalan que la medida adoptada por la administración de Alberto Fernández es extrema y perjudicial para los propios argentinos, además de comprometer la conectividad del país, sin mencionar los retrasos en cualquier intento de reactivación.
“La nueva reducción de 70% en el número de pasajeros internacionales que puedan llegar diariamente al país, obligará a las aerolíneas a dejar en el extranjero a miles de pasajeros, principalmente ciudadanos y residentes argentinos, sin que ellos tengan la culpa”, dice Peter Cerdá, vicepresidente de IATA para las Américas.
Fotografía portada - Ricardo J. Delpiano