Según el Sistema de Información Digital para el Control de Operaciones (SIDCO) de la Corporación Nacional Forestal (CONAF) entre 2020 – 2021 se producen en Chile 7.027 incendios forestales. La cifra se traduce en una disminución del 13% en comparación con el periodo anterior cuando el registro reporta 8.033 siniestros. En lo que respecta a la cantidad de superficie afectada en el último periodo, el fuego consume 35.142,67 hectáreas, un 66% menos que en el anterior, en donde se ven afectadas 102.011,72 hectáreas.
Según los datos entregados por SIDCO, la región que concentra la mayor cantidad de incendios forestales es la del Bio-Bío, contabilizando a la fecha 2878 incidentes, con una superficie afectada de 5.685 hectáreas. Dichos datos representan un 3% de aumento en relación con el periodo anterior. En segundo lugar, se ubica la Región de La Araucanía, con 1358 incendios y el Maule, con 717. La zona centro-sur de Chile sigue concentrando la mayor cantidad de desastres ocasionados por el fuego con un total de 6.871 incendios forestales que representan el 97% de total país a nivel tricontinental.
Por el contrario, las regiones que disminuyen la cantidad de siniestros forestales en comparación con el periodo anterior son la de Antofagasta que reporta una disminución de un 64%, seguida de Atacama con un 63%. En ambos casos, la disminución no es significativa tomando en cuenta la realidad geográfica de la zona norte.
Entre los factores que están asociados a la disminución se infiere la pandemia y las restricciones al movimiento impuestas por el Gobierno de Chile, las que generan menores actividades humanas como por ejemplo, campings, asados, movimiento de personas, entre otros que derivan en condicionantes para la generación de incendios. Cabe recordar que la mayoría de los incendios forestales se producen por factores humanos o atribuibles a la actividad del hombre.
Con una disminución de siniestros, el plan gubernamental para el control y extinción de incendios puede haber quedado en cierta forma sobredimensionado en comparación a lo que se anuncia y lo que se termina operando, respecto a años anteriores. Hay una menor tasa de uso de las aeronaves contratadas (aviones y helicópteros) en comparación con periodos anteriores.
Sin embargo, dicho escenario no es negativo. La acción de anticipar la “temporada alta” de siniestros permite contar con una capacidad de combate necesaria en el caso de que se produzcan los fuegos en distintos puntos del país. Debiera interpretarse como un aprendizaje, pero también demuestra de que Chile necesita de manera permanente una capacidad aérea para enfrentar la realidad que impone los incendios forestales.
Producto de su visualización e impacto en la población, la prevención y el combate de incendios forestales forma parte de la actividad política en los últimos, especialmente desde que ocurren los grandes siniestros en 2016-2017. El gobierno de turno como las instituciones del país prácticamente se ven en la obligación de presentar programas para “mostrar a las personas” que se toman las medidas adecuadas. Sin embargo, a nivel de política pública Chile continúa con el mecanismo de licitaciones del combate aéreo a empresas, aunque con una mayor injerencia del Estado a través de la acción de las Fuerzas Armadas.
Lo anterior queda demostrado durante la decisión de la administración de Sebastián Piñera en 2020 al desarrollar un programa de descentralización de los recursos de mitigaciones, según regiones, y un mayor involucramiento del Estado a través de las Fuerzas Armadas. La zona sur de Chile es la más beneficiada con la adquisición de insumos para el combate de incendios forestales como brigadistas, camiones aljibes, aviones y helicópteros de distintas capacidades, siendo los más destacados el Boeing V234 “Chinook”, por mencionar alguno. Además, el programa de prevención centra su trabajo conjunto con comunidades locales a nivel nacional para crear una “cultura de la prevención”.
Fotografía portada - Gabriel Marchant