Aún cuando el transporte aéreo no quiere ser vehículo de contagio, realidad que se afirma en múltiples estudios científicos que indican que la probabilidad de infección por COVID-19 en aviones es de menos del 1,0%, los Gobiernos continúan imponiendo restricciones al transporte aéreo de manera arbitraria lo que dificulta la reactivación de la industria como de las economías de los países. Para propiciar un retorno seguro de las libertades y de la actividad aérea, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) insta a las autoridades a implementar pruebas rápidas de antígenos para reforzar la capacidad de testeo y trazabilidad.
La intención es brindar una alternativa más rápida y económica a los viajeros que las pruebas PCR comúnmente adoptadas por la mayoría de los países del mundo. De esta manera, se busca facilitar a las autoridades la detección oportuna de casos probables antes de viajar, asegurar una trazabilidad y los correspondientes aislamientos. Conscientes de la oferta de pruebas disponibles, recomiendan a las autoridades introducir las mejores pruebas rápidas de antígenos.
Si bien los PCR se han convertido en un requisito para ingresar a muchos países, presentan varias limitantes:
- No están estandarizados por todos los Gobiernos lo que crea confusiones entre los viajeros.
- Los resultados demoran en ser entregados dependiendo de la capacidad de trabajo de los laboratorios y de la situación en cada país, lo que a veces no permite cumplir con los requisitos establecidos en cuanto a tiempo (máximo 72 horas antes del embarque).
- Poseen costos diferentes en cada país y pueden ser excesivamente caros tomando en cuenta que se trata de una exigencia obligatoria. En algunos casos, la o las pruebas PCR pueden superar los costos de un pasaje económico. Por ejemplo, una familia de cuatro personas puede desembolsar €1.850 en pruebas PCR para un vuelo entre el Reino Unido y las Islas Canarias lo que representa un alza de 160% del precio de los pasajeros. Otro caso considera incremento en un 59% el valor del viaje para un vuelo en Business Class de menos una hora.
- Adicionalmente, está la injerencia del crimen organizado que vende resultados negativos de pruebas COVID-19 a aquellos viajeros que por costo, conveniencia o simple disposición, no están dispuestos a someterse a pruebas lo que genera afecciones que complican a las autoridades y a los sistemas de salud de los países.
Para continuar brindando capas adicionales de protección que permitan reactivar los viajes aéreos con todos los protocolos de seguridad, un informe de OXERA-Edge Health establece que las pruebas rápidas de antígeno pueden ser convenientes. Las razones están en los avances en la precisión, la conveniencia en el tiempo de procesamiento de las pruebas en comparación con los PCR en rendimientos similares a estas en cuanto a falsos negativos, y su economía al ser en promedio 60% más baratas que las pruebas PCR.
En ese contexto, las pruebas rápidas de antígenos pueden ser una primera capa de protección. De aplicarse correctamente, se puede determinar que pasajero es necesario aplicar un PCR para confirmar el resultado entregado y de esta manera establecer los protocolos requeridos con la trazabilidad y aislamiento necesarios. Al igual que los controles ya establecidos, la capa de protección debe ser en el punto de embarque a fin de no afectar aún más los procesos de viaje en los aeropuertos. Para que el sistema funcione correctamente, la voluntad política y la cooperación efectiva de las autoridades es fundamental. Sin esta, el sistema presenta fallas al igual que cualquier otra medida implementada o por implementar.
Cabe recordar que las líneas aéreas ni los aeropuertos son responsables de tomar las pruebas. Si bien pueden ser facilitadores y comunicadores de estas, la responsabilidad es de los Gobiernos y sus correspondientes autoridades sanitarias en establecer los protocolos, realizar los controles de manera oportunidad -y sin comprometer otros procesos-, y de los propios viajeros en informarse previamente y realizar los testeos correspondientes en los centros establecidos.
Con las nuevas exigencias sanitarias que deben ir disminuyendo a medida que la situación es controlada, los viajes aéreos son temporalmente más caros. Los costos variables entre los países de las pruebas PCR, las exigencias de cuarentenas, el cargo de los hoteles sanitarios a los bolsillos de las personas -aún cuando estas no quieren ser víctimas de contagios de ninguna enfermedad-, constituyen desincentivos para viajar. Sin embargo, la industria aérea es consciente que al menos en lo que respecta a pruebas de salud para COVID-19 será un costo asumir al menos hasta que existan las vacunas. Algunos países ya deciden dejar de exigir las pruebas PCR a quienes presenten a su ingreso el carnet o certificado de vacunación con sus dosis correspondientes. Tal es el caso de Panamá en América Latina.
El informe de OXERA-Edge Health señala que la demanda se reduce en promedio en un 65% con los costos de las pruebas PCR. Un ejemplo de esto es lo que ocurre en Perú cuando el Gobierno de ese país impone la exigencia de estas pruebas como requisito para vuelos domésticos que hace reducir al mínimo la demanda amenazando la continuidad de algunos servicios aéreos. Por lo mismo, la medida es retirada al poco tiempo. En los Estados Unidos ocurre algo similar. En enero, cuando Joe Biden llega al poder, intenta poner las pruebas de salud como requisito para vuelos internos, pero ante el impacto adverso que reviste para la economía decide no implementarlas. Con las pruebas de antígeno, OXERA-Edge Health dice la demanda aérea se podría ver impactada en un 30%.
“Reiniciar la aviación internacional impulsará la recuperación económica después del COVID-19. Junto con las vacunas, las pruebas desempeñarán un papel fundamental a la hora de dar a los Gobiernos la confianza necesaria para reabrir sus fronteras a los viajeros”, sentencia Alexandre de Juniac, CEO de IATA.
A nivel global, la estandarización de los protocolos sigue siendo el gran desafío. Con más de un año de pandemia, los Gobiernos no se ponen de acuerdo en los criterios dado que muchos han abandonado un enfoque multilateral para adoptar decisiones arbitrarias e individuales. Recién con las vacunas y los pasaportes sanitarios emerge la posibilidad de una cierta estandarización, pero aún es lejana. En consecuencia, los requisitos de prueba siguen fragmentados lo que confunde a las personas y dificulta el control de la pandemia.
“La inclusión de la prueba de antígenos entre las pruebas aceptadas ciertamente fortalecerá la recuperación. Y la especificación de la Unión Europea de pruebas de antígenos aceptadas ofrece una buena base para una armonización internacional más amplia de las normas”, puntualiza el director general de IATA.
Para la industria aérea, la inclusión de las pruebas rápidas de antígenos es una forma viable para seguir entregando seguridad. Más allá de los éxitos que se esperan de los programas de vacunación, los exámenes de salud seguirán siendo parte de la realidad de los viajes. Para que funcionen adecuadamente, IATA indica que deben ser médicamente efectivas, económicamente accesibles y estar disponibles para todos los viajeros. Para ello, son los Gobiernos los que tienen la responsabilidad en generar los mecanismos de facilitación y también de control.
Actualmente, las pruebas de antígenos ya son requisitos en algunos sectores o actividades. Por lo tanto, no debieran ser un impedimento para brindar una capa de protección posterior a los cuidados sanitarios individuales.
Fotografía portada - SITA